ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A IGNACIO COPANI
SOBRE SU DISCO HABLEMOS EN SERIO
“La gente sabe de qué lado estoy”
El cantautor describe sus nuevas canciones y habla de su antigua y estrecha relación con el público. Admite que lucha contra el propio oficio para ganar en calidad.
Por Karina Micheletto
Ignacio Copani tiene el mérito de haber sabido capturar en frases cortas y contundentes el espíritu que habita al argentino medio. Lo atamo’ con alambre. Cuántas minas que tengo. Soy un rebelde sin igual, voy a las fiestas más paquetas en ojotas. Himnos argentinos asumidos y repetidos aunque ya no suenen tanto en las radios. Con el tiempo el cantautor fue construyendo un repertorio con el que toma postura sobre la historia argentina reciente y los personajes que la habitan. En su último CD, Hablemos en serio, hay temas de contenido más social como Milonga para quedarse, Canción desocupada o Hay un corazón (que sonó por estos días en la campaña radial del Cotolengo Don Orione, institución que Copani apadrina), y también le canta al amor.
Puesto a analizar su propia carrera, Ignacio Copani encuentra una relación muy estrecha con los vaivenes políticos y sociales del país. Si en los ’90 escribió temas que sólo fueron difundidos y retomados tiempo después (Mary Julie, Cuidado con los ladrones), en la actualidad parece haber un resurgimiento de sus canciones. “Del cacerolazo para acá noto una revalorización de mis temas. Hay algo que conectó a la gente con lo que yo hago, como si ahora estuviera más dispuesta a poner la oreja sobre esas cosas que antes no quería escuchar”, analiza Copani. “También empezaron a pasar más canciones mías en algunas radios. Aunque, la verdad, si me comparo con otros artistas me pasan muy poco. Demasiado poco.”
–¿Lo siente como algo personal?
–Creo que el tema no es sólo conmigo, les pasa lo mismo a muchos colegas. Tenés el respeto, la valoración como artista, que yo cada vez siento más, pero pocas chances para mostrar el contenido. Yo me siento bien porque no es que necesito estar sonando sí o sí, tengo trabajo, sé generármelo y me convocan para un montón de cosas. Pero con el público compruebo que todos conocen el espíritu general de lo que yo hago, pero pocos conocen los temas nuevos. Me gustaría tener una oportunidad con estos temas, que para mí son más adultos, para que pueda conocerlos más gente. No es por vanidad, porque ya la tengo recontra colmada, sino porque la considero una expresión original que merecería un poquito de atención. Siento que el país se ha convertido en uno de esos boliches donde la gente tiene que hablar en voz muy alta, y lo único que pueden escuchar es una canción como Cuántas minas que tengo.
–Usted dice que tiene facilidad para hacer canciones, se asume como “un buen jinglero”.
–Sí, pero lucho contra eso. Sé que si quiero en dos minutos hago una canción para un cenicero, y puede tener un buen remate y todo. Pero trato de usar ese oficio para acompañar una idea. Porque si no, es como ver hacer gags fáciles a actores que sabés que pueden dar más. Salvando las distancias, Jack Nicholson debe luchar para no poner cara de loco. Yo lucho contra las canciones que salen fáciles, y cuando noto que vienen de taquito, las descarto. En los discos trato de volcar lo más profundo.
–¿Pensó en alguna persona en especial mientras componía Cantautores?
–En algunas, pero no puedo nombrar a todos (risas)... Es una canción chiquita, pero para mí es muy especial. En la primera estrofa aparece un joven cantautor español, en la segunda un exitoso cantautor centroamericano y el de la tercera soy yo. El primero me quiere correr por izquierda, quiere enamorar a mi mujer, a mis hijas y a mis amigas por izquierda. Es como un estereotipo de cantautores que vinieron después de Sabina, alguien que tiene todos mis respetos. Esa gente que canta sobre la Plaza de Mayo pero que nunca se la vio por ahí, esas canciones que se nota que están hechas en un escritorio, para conquistar al público local, que no tienen sinceridad. Digo, si yo me pongo a escribir sobre el dolor de los familiares de los muertos en Atocha y voy a cantar a España, por lo menos me van a mirar con desconfianza, ¿no?
–¿Y el centroamericano?
–Es uno que hace fierros, toma cama solar, que habla de “llegar al mercado” con su música, estos artistas que no se meten en política salvo para hablar mal de Cuba o de Chávez, como hacen Gloria Estefan, Alejandro Sanz o Montaner, a quien escuché decir que soñaba con cantar en Cuba cuando no esté más Fidel. No hago juicio de valor de estos artistas, sino de su ideología.
–¿Qué fue lo más gratificante que le pasó con un tema suyo?
–En general, me llama la atención cómo se aguanta el público las canciones poco conocidas. Como me pasó en Plaza de Mayo (en el recital del 25 de mayo), me mandé con tres canciones nuevas y la gente las recibió con mucho respeto, como si fueran súper conocidas. Después hay muchas caricias de la gente, las cosas que te dicen, que tal tema ayudó a alguien a pensar o que con tal otro me anticipé a algo. Yo salgo ileso de muchas cosas porque la gente se da cuenta del espíritu con que trabajo.
–¿De qué cosas sale ileso?
–Salí ileso de los temas de River, nunca tuve ningún incidente con los hinchas de Boca, por ejemplo, porque saben con qué onda los hago. Salí ileso de que un tipo como Aldo Rico utilizara mis canciones. También de una cortina de Canal 9, de ir al programa de Susana... Y eso es porque la gente sabe cómo trabajo. No hace falta explicar de qué lado estoy.