ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A MORGAN SPURLOCK, DIRECTOR DEL POLEMICO
FILM SUPER SIZE ME, QUE SE VERA AQUI LA SEMANA PROXIMA
“Me metí la película en mi propio cuerpo”
Para probar los efectos de la comida chatarra, Spurlock comió durante un mes, tres veces al día, hamburguesas y papas fritas de McDonald’s. Sufrió un notorio deterioro físico. Ahora recorre el mundo con su film y denuncia presiones de la empresa.
Por Mariano Blejman
No es del todo habitual que un realizador norteamericano, a pocos días de competir por el Oscar con su película (en este caso Super Size Me, algo así como “extralárgame” o “super engórdame”) nominada como “mejor documental”, se haga un poco de tiempo para fortalecer los estrenos de su trabajo en recónditos lugares del planeta (tal es el caso de Argentina). Tampoco es habitual que McDonald’s, la empresa de comida rápida más grande del mundo, esté tan preocupada por el estreno de un documental independiente que habla simplemente de una persona que se dedica a comer durante un mes comida salida de bolsas rojas y amarillas. Pero así son las cosas en este mundo global donde la pelea se da en distintos lugares del planeta al mismo tiempo, como si fuera un juego chino. Por una de esas extrañas cuestiones que tienen que ver con la tecnología, Morgan Spurlock (director de Super Size Me que se estrena el jueves próximo en Argentina) es entrevistado por Página/12 telefónicamente en California, aunque la llamada haya sido realizada a través de Nueva York. Un mundo global, una contienda planetaria, que abarca todas las sucursales que McDonald’s tiene en el mundo. Se llevó el premio en el pasado festival de Sundance.
La idea de meterse kilos de Big Mac, papas fritas, bebidas colas como única ingesta durante 30 días provocó que Super Size Me se convirtiera en uno de los documentales más aclamados después del efecto Michael Moore (ganador del Oscar 2003 por “mejor documental” con Bowling for Columbine). El legado dejado por Moore (no es que se haya retirado pero está como en una impasse) no es menor. Después de haber triunfado con su película sobre la matanza en una escuela de Columbine y de haber ganado el Cannes a la mejor película por Farenheit 9/11, Spurlock tiene un vasto camino por recorrer. Tal vez por eso su propuesta es todavía más audaz. Ya que para vivir en carne propia los efectos de la comida chatarra deglutió tres veces al día los combos del tío Mac, que le provocaron catastróficos efectos (como vomitar desde la ventana de su auto recién iniciado el experimento) y demostró, entre otras cosas, la intoxicación hepática que sufrió. Su colesterol aumentó de 165 a 230, subió 12 kilos y tuvo problemas respiratorios. Después de terminar el “experimento”, Spurlock tuvo un verdadero síndrome de abstinencia. Sin embargo, la empresa –como aquí lo cuenta Spurlock– se ha dedicado a boicotear el estreno en todos los países en donde ha intentado estrenar.
–¿Cómo ha sido el estreno de Super Size Me en el mundo?
–La película fue muy bien recibida en todos lados. Ha sido utilizada también como herramienta de trabajo por maestros en las escuelas y por los obreros de las fábricas. En las escuelas usan el material para dar charlas sobre nutrición. En Estados Unidos el film fue simplemente desestimado por McDonald’s, pero fuera de nuestro país la empresa ha sugerido en todos lados que no comenten la película. Han presionado a los exhibidores, amenazan con sacar las publicidades de los diarios. Hacen exactamente lo mismo que ahora está pasando en Argentina (ver recuadro).
–Usted sabe que en la Argentina voceros de la empresa dijeron que la metodología usada es incorrecta, porque “nadie comería durante un mes ni la comida de la suegra”. ¿Qué les responde?
–Super Size Me es un film representativo de un tipo de comida, de un modo de comer. En el film se puede observar cómo sube la presión, cómo sube el colesterol a medida que voy comiendo esa comida. Algunos informes médicos dicen que, si bien uno no come comida chatarra todo el tiempo, una ingesta más o menos “normal” de comida de McDonald’s puede provocar problemas irreparables en 20, 30 o 40 años. Si se come sólo dos veces al día sus productos, se pueden tener problemas graves de diabetes. Y no lo dice mi película sino un informe publicado en enero por una universidad de Inglaterra.
–Podría decirse que durante el rodaje usted se metió la película en el cuerpo. ¿Cómo se siente ahora, que ya pasó el tiempo?
–Exactamente: me metí el film en mi cuerpo. Apenas terminé de filmar –después de todos los malestares que viví comiendo McDonald’s durante un mes– comencé a sentirme terriblemente mal, me sentí enfermo, deprimido, era como si tuviese síndrome de abstinencia, como si hubiese dejado las drogas. Durante tres días estuve con dolor de cabeza, era una especie de junkie. Jamás pensé que mi cuerpo podía sufrir tanto por algo que no parecía ser tan terrible.
–¿Y ahora cómo se siente?
–Ahora estoy muy feliz por cómo se recibió el film en todo el mundo. Creo que ha hecho una diferencia entre los más chicos, que pueden aprender a ver cómo se puede pasar la vida si se come mal. En los Estados Unidos comemos mal, no hacemos ejercicio físico. Tenemos graves problemas de obesidad. Creo que es un film creativo, que atañe a todo el mundo. Porque, como se sabe, la comida rápida no es ahora un problema norteamericano sino mundial. McDonald’s está en todo el mundo, el film tiene mucho que ver con el fenómeno de globalización, en verdad de americanización del mundo.
–¿Conoce Slow Food, una cadena italiana que apuesta a la “comida lenta”?
–Sí, los conozco bien.
–¿No cree que si hubiese filmado sobre ese movimiento de comida lenta, en vez de ser un film norteamericano nominado al Oscar sería un documental francés, lento, con planos largos que se emitiría por TV5?
–(Risas)...es una buena observación.
–¿No le parece un poco hipócrita ser nominado al Oscar, que no es otra cosa que el establishment en su conjunto?
–Bueno. Creo que nominaron Super Size Me al Oscar, principalmente, porque es un buen film que hace razonar a la audiencia. De todos modos, es un film independiente, que se hizo con espíritu independiente y me gusta que vaya tomando su lugar. No sé si en Hollywood donde no se ve mucho interesante, pero sí en el mercado norteamericano. Es una forma de cambiar la concepción de cómo se debe alimentar una sociedad. Y eso es bueno.
–¿Tuvo problemas legales con McDonald’s?
–No, porque no hay nada en el film que no sea verdad. Eso me pasó a mí, es mi film, mi cuerpo. Es difícil refutar la verdad.
–¿Cree que su film va a provocar algún cambio?
–El cambio ya sucedió. Provocó un gran impacto en los Estados Unidos. Después del estreno mucha gente me paraba en la calle para decirme que después de ver la película había dejado de consumir comida chatarra y había comenzado a hacer gimnasia. Pero hay un cambio concreto, en mi país eliminaron del menú el tamaño Super Size. Pero, sobre todo, deberían preguntarse por qué McDonald’s está tratando de bloquear los estrenos a nivel mundial.