ESPECTáCULOS
“Estoy más que asombrado por la fortaleza que veo en la gente”
El coreógrafo Nils Christe montará en la Sala Martín Coronado la pieza “Luminescences”, en el marco del programa “La escuela holandesa”.
Por Silvina Szperling
“Estoy shockeado por la situación de su país”, dice Nils Christe, el coreógrafo holandés que trabaja por segunda vez en la Argentina montando una obra en el Ballet del San Martín. “Hay tanta pobreza, y el dinero se ha devaluado tanto que me siento un millonario aquí”, grafica. “Es algo que en Europa ni se puede imaginar. Todos tenemos autos, una casa, comida. Sin embargo, quiero decir que estoy más que asombrado por la fortaleza que veo aquí en la gente. Incluso en el teatro cada vez que tienen que admitir que no hay plata, que no se puede hacer esto o lo otro, veo el orgullo de todos y el empuje por salir adelante.” Luminescences, creada por Christe, es parte del programa “La escuela holandesa” (financiado por la embajada del Reino de los Países Bajos), y será estrenada mañana en la Sala Martín Coronado por el ballet que dirige Mauricio Wainrot. Las otras coreografías serán Gilles y Solo, de Ton Wiggers, quien ya estuvo haciendo el montaje en Buenos Aires y Ostacoli, de John Wisman, que fuera estrenada por la compañía hace dos años.
Christe, un híper prolífico coreógrafo, con más de 60 obras en su trayectoria, comenzó a bailar profesionalmente a los 17 años en el Nederlands Dance Theater, en un momento vital en que la opción por la danza pesó más que la formación en música que venía desarrollando desde pequeño. El Nederlands fue también su plataforma de lanzamiento como autor hace ya 25 años. “Para mí fue una sorpresa cuando Jaap Flier, el director del ballet en ese momento, me instó a que creara mi propia obra. Cuando le pregunté por qué, me contestó: ‘Porque creo que vos podés hacerlo’. El había observado que yo siempre estaba cerca del coreógrafo, tratando de encontrar soluciones a los problemas que suelen presentarse: musicales, de trucos coreográficos, y demás. Comencé por la elección de la música, como haría luego siempre, y elegí un compositor poco conocido, Carl Hartmann, para no sentir la presión de un gran nombre sobre mis hombros. Me gustó tanto coreografiar que ya nunca quise dejar de hacerlo”, afirma.
Sin dejar de ejercer como coreógrafo invitado en todas partes (no se entiende cómo puede crear tantas obras por año, en esta temporada ya va por la cuarta) fue desde 1986 hasta 1993 director artístico del Scapino Ballet de Rotterdam, al tiempo que visitaba alternativamente el Deutsche Oper Berlin (Alemania), el Royal Danish Ballet (Dinamarca), el Swedish Opera Ballet (Suiza), el Washington Ballet (Estados Unidos), el Kibbutz Dance Company (Israel) y el Ballet de l’Opera de Bordeaux (Francia), entre otros pesos pesado del mundo del ballet.
Christe se explaya en su visión sobre la Argentina 1999-2002. “Este es un país tan rico, tiene tantos recursos, que no se puede entender cómo sucede esto. Si mirás la riqueza que hay en Holanda, donde todos vivimos tan confortablemente, pensás: ¿qué es Holanda? Es un país así de chiquito (acerca pulgar e índice a 1 centímetro de distancia). La recorrés en 2 horas de Este a Oeste y en 3 horas de Norte a Sur. Ese es todo el país. Y muchos viven tan lujosamente. Ahora tenemos una ligazón muy fuerte con Argentina, por el tema de Máxima. Ella es adorable. Al principio fue resistida por el pasado de su padre, pero ahora la quieren mucho”, señala. Christe agrega que en un país como Holanda, progresista en muchos aspectos, es muy importante la familia real. “Hay quienes dicen que no necesitamos príncipes o reyes, pero es un tema de identidad con nuestra historia. Todos lloramos frente al televisor en la transmisión de la boda. Tocaron ‘Adiós Nonino’ y el director de cámaras era tan bueno que, cuando ella empezó a llorar, la cámara había hecho un acercamiento muy lento a primer plano. Ella no lo sabía porque las cámaras estaban escondidas.”
–¿Cómo evalúa la evolución del Ballet del San Martín en estos 3 años?
–Increíble. Los veo mucho más fuertes, especialmente a los varones. Mi relación con ellos ha evolucionado. Tuve suerte de poder hacer la selección de los doce intérpretes para Luminescences en una función de Lasocho estaciones. De ese modo uno ve a los bailarines en el escenario, donde se comportan distinto que en los ensayos.
–¿Cuál es la relación entre la música y la coreografía en esta obra?
–Siempre parto de la música. Como sé leer las partituras, eso es un handicap que tengo. Voy construyendo los movimientos sobre la partitura musical. En este caso, la música es el Concierto para dos pianos de Francis Poulenc, en una grabación interpretada por el mismo Poulenc y Jacques Fevrier. Usualmente invito al director de orquesta a ver los ensayos y, en general, se convencen rápidamente de la necesidad de tal o cual tempo, ya que los movimientos están cronometrados en forma tan precisa que los bailarines no podrían bailar si la música fuera interpretada de una manera diferente a la versión que yo he elegido.
Christe toma su bolso de mano y enseña su cuaderno de notas sobre la obra. Parece una partitura musical. Los pasos están ordenados como si ocuparan compases en un pentagrama. Comenta que en su casa tiene un archivo con todas sus obras anotadas de esta manera, más los videos en los cuales se apoya para el montaje de los aspectos espaciales y estilísticos.
–¿Cómo adecua usted las obras a los sucesivos intérpretes que las van bailando a través del tiempo?
–Esta obra la estrené en 1984 en la Opera de Lyon, a pedido de Françoise Andret, por lo cual el estilo de movimiento resultó bastante clásico. En esta oportunidad los he modernizado, teniendo en cuenta el estilo de la compañía del San Martín. Es un ballet sin una historia, concentrado en la energía. Estoy muy contento con el resultado y también de haber podido venir a Buenos Aires y quedarme hasta el estreno. Espero disfrutar del clima festivo que viviremos con la compañía.