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“No presentamos una Eva estereotipada, pero tampoco biográfica ni cronológica”, señala la coreógrafa Silvia Vladimivsky, que reparte su trabajo entre Buenos Aires y Europa, principalmente en Italia. “Ella hubiera podido quedarse en el cómodo rol de esposa de Perón y sin embargo, equivocada o no, salieran los fondos de donde salieran, le dio al pueblo sojuzgado una identidad y una dignidad reparadora. No estoy haciendo una defensa, estoy hablando de lo que pasó”, insiste Vladimivsky, creadora de la compañía Teatro Fantástico.
–¿Qué opinión política tiene acerca de Eva?
–Nací en una familia de ultraizquierda, de tradición marxista-leninista y muy antiperonista. En los ‘70, a medida que voy armando un espacio intelectual y artístico propio, recupero la imagen de Eva, más allá de las cosas que se le puedan objetar al peronismo, más que a ella. Eva habilitó un espacio en la conciencia de la gente, luchó por la expansión de esa conciencia y se inmoló. Aunque los médicos le recomendaban descansar, a causa de las hemorragias que sufría, ella no paraba de trabajar.
–¿Cuáles son los ejes coreográficos de La Duarte?
–La obra pasa por los sentidos y va directo a la emoción del espectador. Amo la danza clásica, pero la considero un momento histórico de la danza. El mismo amor siento por la danza contemporánea y el tango, especialmente por lo que el tango, como ritual formal, significa para la identidad del argentino. Pero en esta obra lo coreográfico está al servicio de la historia que contamos. Los ejes son dramáticos y los bailarines y los actores han sabido, sobre todo Eleonora, contar esta historia sin entrar en el hermetismo del under. Lo más interesante es ver el proceso de una mujer que, de la nada, llega a lo máximo del poder, cómo lo utiliza y cómo juega sus cartas y las cartas de su salud.
–¿Por qué Evita siempre regresa de alguna manera, ya sea en un libro, un film o en una obra de teatro?
–Aunque la imagen de Eva ha sido sometida al escarnio, en rigor la han querido hacer polvo, es cierto que ella siempre retorna. Siento que esto sucede porque Evita es un personaje que todavía no alcanzó su dimensión exacta. Ya sea por amor o por odio, en devoción o en polémica, ella sigue estando en el alma de la gente.