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Martín Pavlovsky, director de Variaciones Meyerhold, habla del proceso de trabajo: “Al igual que Meyerhold y mi viejo, también yo me siento caótico con la creación y con la vida, porque me dediqué por completo al arte. Mi padre, en cambio, a la vez que pone su locura en el teatro –se podría decir que es el teatro lo que lo mantiene vivo– es también un médico muy respetado. De Meyerhold me gusta que estaba involucrado con la cultura de una forma muy moderna y transgresora. Será por eso que resultaba una persona muy molesta. Dirigiendo a mi padre me siento muy cómodo, nos llevamos muy bien y no siento el peso de ser su hijo mientras trabajamos: con él juego desde que soy chico a ser actor, tenemos un código de familia. No soy de imponer mis ideas, me gusta dirigir en democracia, de manera que la idea que resulte más fuerte, ésa es la que va a ganar por sobre las otras. Por eso me gusta trabajar en grupo, como hacen Briski o Ure, con quien estudié. Pero hay una cabeza que tiene que moldear el conjunto. Además de haber compuesto la música del espectáculo y de dirigir, también voy a actuar, alternando el rol con Eduardo Misch. Todo es móvil en la obra, y eso es muy meyerholdliano”.