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Por suerte falta poco
Por Enrique Federman*
El cuadro es típico, la luz de la sala está por apagarse y ahí está ese rumor que empieza a crecer...: “¡Quem-pié-cen...!, ¡¡Quem-pié-cen...!!, ¡¡¡¡Quem-pié-cen....!!!!”. Otra vez comienza la temporada infantil de teatro en vacaciones de invierno y ahora se cruzan el que “siempre hizo teatro para chicos” y el “arribista”; el que hace obras con “mensaje” y “la actriz-hada” que volantea en la calle y que por el frío tirita y se parece a la bruja del cuento cuando te invita a pasar; “el que recién comienza” y “el de la tele”, que con una mano hace gestos de Pinocho (aunque interprete a El Hombre Araña), y con la otra cuenta las butacas llenas; están los que piden, los que lloran, los que vuelven a pedir, a llorar y a escuchar: “¡¡¡¡no te traigo más!!!!”; están los que “no ven”, los que “ya lo vieron” y “los que la quieren ver otra vez”; están “los que cantan, los que bailan y que actúan” y también “los que lo hacen bien”; están “los que hacen cola”, “los que te venden en la cola” y los “colados”; están las “localidades agotadas”, “los bares agotados” y “¡los padres agotados!”.
Por suerte falta poco y estamos todos los que nos dedicamos también al espectáculo infantil y nos encanta; y a medida que se acercan las vacaciones de invierno, empezamos a decirnos bajito, pero cada vez más fuerte: “¡Quem-pié-cen!, ¡¡Quem-pié-cen!!, ¡¡¡Quem-pié-cen...!!!”.
* Actor, director, clown; actualmente en la obra Cosas de payasos, en el Centro Cultural de la Cooperación.