ESPECTáCULOS
TEXTUAL
Scherezade no teme la muerte. No cree que el poder del mundo, representado por el Califa, a quien su padre sirve, pueda decretar por medio de su muerte el exterminio de su imaginación.
Intenta convencer a su padre de que es la única capaz de interrumpir la secuencia de muertes de las doncellas del reino. No soporta ver el triunfo del mal dibujado en el rostro del Califa. Quiere enfrentarse a la desdicha que alcanza los hogares de Bagdad y alrededores, ofreciéndose ella misma al soberano en sedicioso holocausto.
Su padre reacciona al escuchar su propuesta. Le suplica que desista, sin conseguir que cambie su decisión. Insiste de nuevo, golpeando la pureza de la lengua árabe pide prestadas las imprecaciones, las palabras espurias, bastardas, escatológicas, que los beduinos usan indistintamente en la ira y en el jolgorio. Sin avergonzarse, echa mano de todos los recursos de que dispone para convencerla. Al fin y al cabo la hija le debe, además de la vida, el lujo, la nobleza, la educación refinada. Ha puesto a su disposición maestros en medicina, filosofía, historia, arte y religión, que han despertado la atención de Scherezade por aspectos sagrados y profanos de lo cotidiano por los que jamás habría mostrado interés de no ser por el padre.
Anticipo de Voces del desierto (Alfaguara).