Miércoles, 11 de junio de 2008 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación se produce hoy en un contexto de desigualdad y desequilibrios de las naciones y de los ciudadanos que, lejos de contribuir al derecho a la comunicación, profundiza la brecha. Por otra parte, por esa misma complejidad, la comunicación tiene que ser pensada hoy desde el encuentro y la diversidad sociocultural, desde el cambio y la transformación.
Por Carlos Eduardo Cortés S.*
Desde San José de Costa Rica
La Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI) cumplió dos fases: la primera, en diciembre de 2003, ocurrió en Ginebra, Suiza; y la segunda, en noviembre de 2005, se llevó a cabo en Túnez. Una preocupación fundamental en la CMSI fue el desequilibrio mundial en el acceso de los ciudadanos de cada país a las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), y a su uso para aprovechar las oportunidades de crecimiento y desarrollo que ofrecen.
Por tanto, la Cumbre fijó dos metas para ampliar el acceso a ellas:
- conectar todas las aldeas del mundo a más tardar en 2015;
- establecer, en el mismo plazo, la conexión a Internet entre escuelas, hospitales y bibliotecas de todo el planeta.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) había confiado en que la brecha digital se cerraría mediante políticas nacionales sobre TIC que incluyeran participación, competencia y regulación eficaz del sector privado. Y si bien dichas políticas han ayudado a reducirla en ciertas áreas, la llamada “brecha digital” persiste y se ensancha, en especial en los países menos avanzados.
Las tecnologías siempre han generado brechas basadas en evidentes ventajas para ciertos individuos, animales, plantas, generaciones o propósitos; y ello ha sido una constante histórica, sin importar si hablamos de nanotecnologías, biotecnologías, tecnologías de la muerte (bélicas), o nuevas TIC.
El automóvil, por ejemplo, nació como una solución tecnológica de movilidad, pero hoy es un problema mayúsculo de ocupación de espacio público, atascamiento urbano, pérdida de tiempo y derroche de combustible fósil, entre otros inconvenientes.
La historia también demuestra que las personas y los países son más productivos cuando usan las tecnologías, en general, y las TIC propias de su tiempo, en particular: el acceso a las infraestructuras de las TIC nunca ha sido igualitario, pese a todos los esfuerzos de universalización de servicios de telecomunicaciones y ejercicio democrático de la libertad de expresión.
Y eso les otorga ventajas adicionales a algunos individuos y países con respecto a otros, pues el alto costo de la inversión en infraestructura tiende a generar una segregación tecnológica entre sectores sociales:
- Más de 1000 millones de personas viven hoy por debajo del umbral de la pobreza de 1 dólar al día.
- 2000 millones de seres humanos no disponen de corriente eléctrica, que por el momento es la condición básica del acceso masivo a las nuevas TIC.
- 1000 millones de personas, habitantes de unas 800.000 localidades en todo el mundo, aún carecen de toda clase de telecomunicaciones.
Los dispares ingresos económicos constituyen un poderoso factor de desigualdad en todo el planeta. Y las computadoras y las telecomunicaciones todavía resultan muy costosas para la ciudadanía media en los países del Sur.
Sin entrar aún a analizar las múltiples dimensiones de la brecha digital, he allí los límites básicos para la generalización de los beneficios de la llamada sociedad de la información.
Por ello, el tema requiere presencia en todos los ámbitos de discusión pública que involucren el derecho a la comunicación y la libertad de expresión como garantías de la participación ciudadana en los asuntos que a todas y todos nos interesan.
* Gerente de Radio Nederland Training Centre-América Latina.
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