Miércoles, 7 de marzo de 2012 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
A propósito de los debates sobre megaminería, Sandra Massoni propone una reflexión acerca de la comunicación en tanto estratégica y como un dispositivo de inteligibilidad y de interpretación en el marco de la diversidad.
Por Sandra Massoni *
En Ecuador, en Perú, en Bolivia y también en Argentina el sistema de medios masivos de comunicación cubre aquí y allá los múltiples conflictos desatados por el avance de la megaminería en el continente. La cobertura muestra algunos de los componentes del cómo y por qué la comunicación en el siglo XXI desborda la dimensión del dato, de aquello que corresponde a la dimensión informativa de lo comunicacional. La comunicación actual es decididamente más compleja, por eso mismo es estratégica y se constituye como un dispositivo. ¿Cómo es esto? Y es que no hay tal registro del hecho con independencia del observador, tampoco de los actores presentes en la situación. Ocurre que mientras unos hablan de explotación de recursos naturales e impacto ambiental, otros hablan de la pachamama. Por eso en el siglo XXI la comunicación es estratégica como espacio de encuentro de las alteridades socioculturales –y no lo fue antes–.
Una nota periodística y también una manifestación de protesta como el corte de una ruta, son actos comunicacionales que buscan establecer una conversación con el mundo. De allí también que la investigación y la acción comunicacional en torno de temas ambientales requiera otras rutinas, otros componentes; ya no sirven los tradicionales si queremos abordar lo comunicacional y no quedarnos sólo en la imposición de lo comunicativo.
Como académica participo de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario, un núcleo de investigadores y profesionales que trabaja en torno de la comunicación y los nuevos paradigmas. Consideramos que el aporte de los comunicadores se diferencia de los de otros cientistas sociales y de los de otros profesionales en tanto se ocupa del cambio social conversacional. El comunicador estratégico recorre un desplazamiento nodal desde lo semiótico a lo simbiótico en tanto todo plan estratégico requiere incluir en el diseño también a los objetos naturales como sujetos de derecho: nuestras conversaciones incluyen el agua, el aire, las montañas...
Nuevas demandas a nuestras competencias como comunicadores, nuevos desafíos que implican un saber experto en ponerse en el lugar del otro para poder convocarlo a participar desde su diferencia y no negando su diferencia. Se necesitan comunicadores ambientales porque es muy probable que recurso y pachamama mutuamente no puedan escucharse. No hay algo que el otro no sepa, más bien hay una modalidad actual de vínculo macrosocial con el problema que resulta incompatible para ambos.
Quienes investigamos en torno de lo ambiental, trabajamos con estrategias de comunicación como dispositivos de inteligibilidad (que buscan comprender al otro) y a la vez de interpelación de lo real en dimensiones múltiples. Buscamos generar sinergias deseables y posibles para los actores presentes en las situaciones que abordamos. Como dice Deleuze, los dispositivos son “... máquinas para hacer ver y para hacer hablar”. Se trata de artificios cuya configuración habilita la visibilidad de algo que no preexiste, sino que emerge con el dispositivo mismo.
En relación con la profesión del comunicador social pero también en relación con la ciencia clásica, los dispositivos afectan a tres categorías centrales del conocimiento científico del siglo pasado que son la calidad de universal, la originalidad y la verdad. Así, la utilización de estrategias de comunicación como dispositivos cuestiona la calidad de universal propia del método científico clásico que aspira a generar leyes universales. “Lo uno, el todo, lo verdadero, el objeto, el sujeto no son universales, sino que son procesos singulares de unificación, de totalización, de verificación, de objetivación, de subjetivación, procesos inmanentes a un determinado dispositivo.”
Con el diseño de estrategias comunicacionales se discute a la vez la noción de lo original, en tanto “en todo dispositivo hay que distinguir lo que somos (lo que ya no somos) y lo que estamos siendo: la parte de la historia y la parte de lo actual”. De la misma manera, la estrategia comunicacional no es una fórmula de verdad. Más bien “la verdad es la realización de las líneas que constituyen el dispositivo”.
No es un plan elaborado para ser aplicado, sino un conector flexible y especialmente atento a lo situacional en tanto espacio fluido, que busca reconocer sinergias en un lugar habitado en el que coexisten las alteridades socioculturales. Es una mirada respetuosa de las diversidades presentes en la situación que desea transformar, que no se limita tampoco a lo discursivo sino que intenta hacer cuerpo con el mundo. Que se vincula más bien con la cuestión de la presencia en cada situación, de aquella parte del sentido compartido por todos nosotros que hoy explota minas en Latinoamérica también en las agendas mediáticas.
*Maestría en Comunicación Estratégica/Especialización en Comunicación Ambiental de la UNR.
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