Jueves, 10 de abril de 2014 | Hoy
PSICOLOGíA › VICTIMAS Y VICTIMARIOS
Por Mirta Goldstein *
Nuevos linchamientos en muchos lugares del país vuelven a poner sobre la mesa la preocupación por estos hechos, que han merecido diferentes y abundantes comentarios. En el debate social que se generó entraron a jugar las dudas sobre si estos ladrones eran víctimas o victimarios y si los vecinos que intervinieron en las agresiones son víctimas o victimarios. El mismo debate se dio en torno de si estos ataques constituyen una defensa personal o del prójimo ante la inseguridad, o si se incluyen dentro de los delitos individuales y colectivos con sus merecidas penas legales. Por supuesto hay posiciones encontradas respecto de estos temas. Resulta obvio que en estos hechos se conjugan factores y motivaciones individuales, sociales y políticoeconómicas. Lo que no resulta tan obvio es quién es el verdadero damnificado. No acuerdo en que se ataca a la democracia, ya que estos sucesos forman parte de las posibilidades que este sistema habilita: la elección individual y colectiva de utilizar la violencia o la no violencia y hacerse responsable de esa elección, de estar dentro de la ley o en sus bordes aun en condiciones extremas. Y esto tanto para el ladronzuelo, el ladrón a gran escala, el de guante blanco, como para la ciudadanía honesta. Y aquí quisiera hacer la distinción entre inseguridad y criminalidad. Si aumentó la inseguridad es porque aumentó la criminalidad. Y este aumento, con profundas raíces socioeconómicas, responde también a un factor que atañe al juego que se da en democracia: puede haber respeto a la civilidad y a la institucionalidad o irrespeto a la eticidad y a la civilidad. El crimen tiene responsables y amerita políticas económicas, jurídicas y educativas para combatirlo, en cambio la inseguridad es un eufemismo que la estadística recoge como objetivo, por ejemplo midiendo cuántos habitantes se sienten inseguros y cuántos no. La gallina de los huevos de oro que todos matamos en estos hechos es la civilidad misma. La civilidad no es un sistema político sino un orden ético. La civilidad no deriva directamente de la educación formal o lo culto como status social, sino de una eticidad relacionada con la concepción de respeto respecto del semejante.
* Psicóloga y psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Directora de La época APA Online. Presidenta de la Red de Mujeres Judías Argentinas y miembro del Consejo Directivo de la DAIA. Fragmentos del trabajo “¿Linchamientos y violencia por inseguridad o criminalidad?”
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