PSICOLOGíA › MEMORIA DE UN LEGENDARIO SERVICIO DE PSICOPATOLOGIA
Aquel policlínico de Lanús
Por Enrique Carpintero
y Alejandro Vainer *
El 1º de octubre de 1956, Mauricio Goldenberg se hizo cargo del Servicio de Psicopatología del Policlínico de Lanús. Este no fue el primero pero sí el más conocido servicio de psicopatología en un hospital general, en el país y en Latinoamérica.
Goldenberg fue rodeándose de jóvenes profesionales. El proyecto era integrar a quienes tenían poca “deformación” manicomial. Hernán Kesselman fue uno de los primeros y recuerda que los psiquiatras “se venían de Córdoba, de Rosario, a pensiones, para poder trabajar en Lanús. Se podía practicar cualquier teoría o técnica y Goldenberg, en lugar de pisarte la cabeza, te daba más bibliografía y te exigía que estudiaras más”. Kesselman era jefe de clínica y docencia; Carlos Sluzki, jefe de investigación; Lía Ricón y después Vicente Galli fueron jefes de consultorios externos; Aurora Pérez, jefa del equipo de niños; Octavio Fernández Mouján en adolescencia; Valentín Barenblit en interconsulta y Gerardo Stein en grupos.
Goldenberg expuso su proyecto en 1958 (“Estado actual de la asistencia psiquiátrica en el país”, Acta Neuropsiquiátrica Argentina, vol. 4, Nº 4): para solucionar la problemática de hospicios llenos, mal atendidos y costosos económicamente, así como la desatención de gran parte de la población, proponía las nuevas terapéuticas, como las psicoterapias y la psicofarmacología, en los nuevos contextos, los hospitales generales.
Goldenberg proponía la descentralización; sugería, crear consultorios externos, dispensarios y servicios de psiquiatría en los hospitales generales: “Constituyen una solución ideal para el tratamiento de la mayor parte de los casos psiquiátricos; con una vasta red de este tipo de unidades, la asistencia cambia totalmente”. Señalaba sus ventajas: la fácil accesibilidad; los tratamientos ambulatorios, en los cuales las personas no perdían contacto con sus familiares; el paciente no se veía llevado a sentirse diferente de los que tenían cualquier otra enfermedad atendida por la comunidad hospitalaria. La internación, aunque pudiera parecer más costosa que en un hospital psiquiátrico, resultaba más económica por lo breve de la estadía. El criterio era que el paciente se reintegrara rápidamente a la sociedad y al trabajo.
Un servicio en un hospital general acercaba a los psiquiatras a servicios complementarios de investigación y tratamiento. Y además, por la relación interpersonal, podía tener funciones educativas hacia otros médicos. Se haría salud mental en la propia comunidad hospitalaria.
Se proponía el trabajo en equipos con enfermeras psiquiátricas, asistentes sociales y psicólogos. Goldenberg sugería tratamientos biológicos, psicoterapéuticos –individual y de grupo– y sociales. Finalmente su propuesta era la de un servicio con consultorio externo y sala de internación para hombres y mujeres que llegara al diez por ciento del total de camas del establecimiento. Para el futuro alentó la creación de hospitales diurnos, que abaratarían el costo de la asistencia por día y por enfermo y servirían para evitar internaciones sucesivas.
* Fragmento de Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y salud mental en la Argentina de los 60 y 70 (Topía Editorial), que será presentado la semana que viene.