PSICOLOGíA › EL COMPROMISO ACTUAL DEL PSICOANALISIS
Aquellos tiempos fáciles
Por Rafael Paz
En la peculiar manera espontánea de historiar de los psicoanalistas, tiempos fáciles suelen llamarse aquellos en los que sólo teníamos que lidiar con el dolor, la compulsión repetitiva, las ansiedades primordiales, los “actings” de diverso calibre, la desproporción entre lo vislumbrado y el acceso posible.
Parece extraño, pero es claro que no se trata de un absurdo masoquista, sino de referirse a las posibilidades reparatorias en el marco del análisis –donde juega lo legítimo de nuestro anhelo de curar– contando con un entorno razonable.
Pues, si bien la que ofrecemos es una institución supletoria, transferencialmente devenida esencial cuando las de la cultura no sirven para dar cabida a quienes acuden a nosotros, de hecho suponemos una red extraanalítica de razonable consistencia en perdurabilidad y valores.
No es el caso cuando el trastrocamiento es de fondo y todo parece caducar.
Es claro que tenemos el recurso de la potencia del método para afincarnos en una “zona intermedia” de fuerte consistencia y autonomía relativa, cuando se admiten las transferencias en todas sus implicancias.
Fundamentada además nuestra tarea en el desentrañamiento de estructuras profundas que subyacen a modificaciones aparentes de manera sorprendente.
Pero no se trata de exiliarnos ideológicamente en ellas, con analizandos y colegas, arca de Noé hasta que pase lo que en rigor son cambios epocales inmensos.
Y baste como ejemplo la crisis del paradigma ascensional y heterosexual en pos de la plenitud genital, y también de las nosografías tradicionales.
El psicoanálisis no tiene por qué rehuir su compromiso con los tiempos, pero sosteniendo una dialéctica con aquellas estructuras profundas, y las que, señalemos, no refieren meramente a pulsiones primarias sino a núcleos de sí y relaciones de objeto coartados.
Así como se enfrentó a las limitaciones victorianas en el terreno de la sexualidad, realizando un aporte histórico crucial al pensamiento heredero de la Ilustración, no es extraño que el psicoanálisis quede en oposición a la banalización de la existencia constituida en pauta dominante, y al aplastamiento del juego potencial de libertades propio de la diversidad que cada uno transporta.
Pues se trata no sólo de la sexualidad sino de la intimidad cuando rasgos caracteriales congruentes con la socialidad de mercado han adquirido extensión planetaria.
En los tiempos que corren la cuestión no pasa por buscar generosamente el compromiso sino el cómo ubicarse al ser arrojados violentamente al flujo de la historia.
Fragmento de la introducción al libro Psicoanalistas. Un autorretrato imposible, de Susana Mauer, Sara Moscona y Silvia Resnizky (Lugar Editorial).