PSICOLOGíA › MODELOS FREUDIANOS EN RELACION CON LOS IMAGINARIOS SOCIALES
Desde las máquinas hasta los desechos
Por Raquel Jaduszliwer *
La construcción del modelo pulsional freudiano puede ser instrumentada como un convincente analizador del imaginario social de principios del siglo XX, pero también como un punto de apoyo para interrogarnos por las condiciones de producción de la subjetividad actual.
En la elaboración del concepto de pulsión de muerte, articulado con el de compulsión a la repetición (S. Freud, Más allá del principio del placer, 1920), podemos encontrar hoy las huellas de una Europa convulsionada que llevaba consigo la posibilidad de destruirse a sí misma. Las marcas de esas huellas se producen bajo el impacto inmediato de los horrores de la Primera Guerra Mundial, pero también teñidas por la acumulación de efectos del avance del proceso de industrialización; este proceso demostró a su vez que no necesariamente el dominio sobre la naturaleza “per se” implica una mejor regulación de las relaciones entre los hombres. La estética del expresionismo plasma la atmósfera exasperada del momento que se vivía: la angustia de la absoluta soledad y el desamparo en los cuadros de Munch; el caos de una sociedad dislocada en los de Otto Dix; la crítica social en los dibujos de Grosz –mendigos, lisiados, prostitutas y rufianes sobre el fondo obsceno de la opulencia– y los testimonios inquietantes y revulsivos del expresionismo en el cine.
Otra de las obsesiones de la época, el poder de las máquinas, también se hace presente –aunque de manera menos explícita– en lo que se refiere a la compulsión de repetición. Por otra parte, la maquinaria bélica constituye por sí misma una demostración espeluznante del poderío que puede fabricar el hombre contra sí mismo. Ese nivel de poderío es alcanzado en el transcurso de la llamada Segunda Revolución Industrial (fines del siglo XIX y principios del XX), durante la cual surgen las grandes concentraciones urbanas alrededor de las fábricas y se producen profundos y penosos cambios en los modos de vida de las grandes mayorías. Los más dramáticos se generan en el ámbito del trabajo, en el que los ritmos enloquecedores que imponían las máquinas gobernaban enloquecedoramente los ritmos humanos a su servicio. También en los ciclos de ocupación y desocupación laboral y en sus estragos, la máquina se hacía presente como reguladora de los ritmos de la vida. La máquina se acomoda a la debilidad del hombre para convertir al hombre débil en máquina (Karl Marx, Tercer manuscrito).
Anticipándose a los desarrollos de Más allá del principio del placer, en 1919 Freud escribe “Lo siniestro”, texto sugerente en sus frecuentes alusiones a la imaginería de la era de las máquinas. Apoyándose en referencias literarias, Freud asocia la vivencia de lo siniestro a fenómenos que “evocarían en nosotros vagas nociones de procesos automáticos, mecánicos, que podrían ocultarse bajo el cuadro habitual de nuestra vida”. Así, “la duda de que un ser aparentemente animado sea en efecto viviente, y a la inversa: de que un objeto sin vida esté en alguna forma animado” producen condiciones privilegiadas para la emergencia del sentimiento de lo ominoso o siniestro. Algo se produce allí, en esa franja que va del ser viviente al autómata y de lo mecánico a lo humano. Esa franja que viene atravesando la vida cotidiana y el imaginario de la época y que Freud va a localizar en el psiquismo, ya que “la actividad psíquica inconsciente está dominada por un automatismo o impulso de repetición”. No resulta demasiado forzado suponer que, también en este nivel de análisis, algo del orden de la máquina se acomoda a la debilidad del hombre para convertir al hombre débil en máquina.
Posiblemente, la noción de que “lo familiar que se vuelve extraño” –una de las claves de la experiencia de lo siniestro según Freud– se incubaba también en las huellas de los modos de producción sobre los bienes producidos y sobre su disfrute en la escena doméstica burguesa. En el entramado de la elaboración freudiana entran en juego diferentes entrecruzamientos del imaginario social. Por otra parte, la lectura aquí desarrollada es producida desde el presente, y desde el presente interroga por sus fantasmas al imaginario de nuestra época. Quizás el ejército de sombras que revuelve la basura de nuestras ciudades es el reverso que aflora de la subjetividad instituida por un modelo de civilización organizado para producir desechos.
* Psicoanalista. Texto extractado del trabajo “Marcas de una época en la mitología pulsional: el poder de las máquinas”.