SOCIEDAD › LOS SECUESTRADORES TRABAJABAN EN DISCOS Y COMO CUSTODIOS

El lado oscuro de los patovicas

La peculiar banda que secuestró a Federico Strajman tenía actividades legales: cuatro de ellos trabajaban como patovicas en discos y como custodios de personajes famosos, entre ellos Federico Klemm. La banda estaría vinculada con otro caso resonante.

 Por Horacio Cecchi

Cuatro de los seis detenidos por el secuestro de Federico Ariel Strajman –a quien le fue arrancado el dedo meñique derecho con una tenaza– hacían horas extra de este lado de la ley: según fuentes judiciales, trabajaban como patovicas en diferentes discotecas del circuito nocturno porteño, y también aportaban sus espaldas y brazos como custodios de algunos personajes de la farándula, entre ellos el artista plástico superkitsch Federico Klemm. Los seis fueron indagados durante el fin de semana pasado por el juez federal Claudio Bonadío y el fiscal Oscar Amirante. Cinco de ellos se declararon inocentes, y el sexto se negó a hablar. Los cinco hombres fueron trasladados al penal de Devoto, y la mujer a la cárcel de Ezeiza. Siguen buscando al séptimo integrante de la banda. Aunque el viernes pasado el caso aparecía como resuelto, ayer algunas hipótesis intentaban vincular a la banda con otro caso que produjo conmoción este mismo año. “Si confirmamos algunos datos, la resolución va a ser resonante”, reveló a Página/12 una alta fuente del caso.
El sábado, durante varias horas, el clan Sommaruga y sus dos socios extrafamiliares acusados del secuestro del joven Strajman declararon en el despacho del 4º piso del juez federal Claudio Bonadío. Lo hicieron, por turno, Alberto Juan, su esposa, el hijo de la mujer, y los dos amigos Diego Ferreyra y el otro, de apellido Abeito. Adrián Sommaruga, hijo de Alberto, apeló a su derecho a mantenerse en silencio. Los cinco primeros se declararon inocentes de los cargos de “asociación ilícita, secuestro extorsivo, lesiones gravísimas, tormentos agravados por odio racial, uso de documento falsificado y tenencia ilegal de armas de guerra”, cuyas condenas pueden superar fácilmente los 15 años tras las rejas.
“Tenían un plan A, que era el secuestro, y un plan B, que era la coartada –señaló una fuente judicial–. Cinco se declararon inocentes, pero tienen muchas contradicciones que no cierran.” Habrá que recordar que tras el secuestro de Federico Ariel Strajman, ocurrido el miércoles pasado casi a la medianoche, sus captores se comunicaron con la familia apenas transcurridas unas dos horas. Ese llamado, como la veintena que siguió durante las 30 horas en que permaneció cautivo el joven, fueron realizadas a través del mismo celular. Tras el primer pago de 1000 pesos y 600 dólares, Mario Strajman, padre del secuestrado, recibió la pequeña caja con el macabro envío del dedo meñique de su hijo (“no había ningún mensaje, solamente tenía el dedo”, desmintió un investigador). Inmediatamente hizo la denuncia.
Los investigadores de Delitos Complejos de la Federal chequearon la llamada. El número del celular había quedado registrado. Inicialmente los investigadores creyeron que era un teléfono móvil robado, pero al presentarse en el domicilio de su propietario descubrieron, con sorpresa, que no sólo no había sido robado sino que además Alberto Juan declaró que lo estaba usando uno de sus hijos.
A partir de allí se realizaron las seis detenciones: tres en un departamento de la calle Cramer al 1500, Belgrano, y otras tres en otro de la calle Holmberg, en Villa Urquiza. Pero en ninguna de las dos viviendas se encontraba Strajman. La familia contaba con una tercera propiedad, el dúplex 1, en el complejo La Josefina, del barrio Bonanza, Pilar. Pero Strajman no estaba allí. Lo hallaron enfrente, en la unidad 6, que no pertenece a la familia, en una buhardilla, con un hilo de albañil atado a modo de torniquete en la muñeca y sobre el muñón del dedo meñique, y un trapo a modo de vendaje. Quien lo custodiaba lo abandonó cuando descubrió que el resto de la banda no daba señales de vida. Ninguno de los acusados fue hallado en el lugar de los hechos. En ese sentido, las contradicciones en las coartadas son bien recibidas por los acusadores.
El viernes pasado, los investigadores consideraban el caso resuelto, con seis detenidos y un prófugo identificado. Pero con el correr de las horas comenzaron a aparecer nuevas aristas. Ayer, la adrenalina y el silenciodaban la pauta de que el caso tendría derivaciones. “Estamos analizando algunos otros hechos”, reveló a este diario una alta fuente del caso.
–¿Tiene que ver con su actividad como patovicas?
–No –respondió la misma fuente, quien además confirmó que cuatro de los detenidos (Adrián Sommaruga, Ferreyra, Abeito y el prófugo) trabajaban como patovicas en algunas discotecas y para personajes del ambiente artístico, entre ellos el artista Federico Klemm.
–¿Con los vehículos secuestrados?
–No –volvió a responder, confirmando que el sábado pasado, a las 22, en un garaje encontraron dos 4x4 en las que habían trasladado a Strajman, y que aún no aparece un Alfa Romeo 145 que también habría sido usado como medio de transporte en el caso.
–¿Antecedentes en secuestros?
–Podría ser. No puedo decir más porque sólo mencionar el nombre anticipadamente puede echar por tierra la investigación –respondió la misma fuente–. Solamente puedo decir que queremos comprobar si este caso tiene vinculación con un hecho que conmocionó a la opinión pública este año.
Fuera de este esperado giro espectacular, aún no cierra la forma en que fue abordado Strajman. “Se confirmó que algunos de ellos asaltaron al padre, pero no necesariamente conocían al chico –aseguró la fuente–. No sabemos si le habían hecho un seguimiento o lo hicieron al voleo. Lo que no cierra es que hayan pedido una suma tan chica en la primera negociación.”

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El dúplex donde tenían escondido a Federico Strajman, mutilado por sus secuestradores.
Fueron acusados de “secuestro extorsivo, lesiones gravísimas y tormentos agravados por odio racial”.
 
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