SOCIEDAD

Los policías que maltrataron a un hombre hasta llevarlo al infarto

Tres agentes de la comisaría 50ª intentaron forzar a un hombre a ser testigo de una detención que no había visto. Como se negó, lo esposaron y golpearon. El hombre, paciente cardíaco, sufrió un infarto en el momento y luego dos más. Ahora los denunció.

–Señor, va a tener que ser testigo –ordenó el policía justo cuando había metido la llave en la cerradura para entrar en su vieja casa de Flores.
–¿Testigo de qué? –le preguntó el vecino, cansado después de un día de trabajo, la tarde del 27 de agosto.
–De que detuvimos a una prostituta.
–Pero yo no vi ninguna detención...
Poco le importó a los tres agentes de la comisaría 50ª que Arturo Ignacio Arrotibel, empleado de una empresa dedicada a la medicina prepaga, y paciente cardíaco a punto de ser operado, no hubiera visto la escena a testificar. Según su denuncia ante el juzgado criminal de Facundo Cubas, los policías lo quisieron obligar a mentir. Aprovechando esa discordia, la trabajadora sexual huyó de sus captores. Entonces, furiosos con la situación, los policías, contó Arrotibel, intentaron esposarlo y luego lo golpearon. Lo soltaron cuando ya estaba inconsciente, producto del infarto que le provino por la agresión, el primero de los tres que los médicos acreditan sufrió durante aquel día.
Desde que Oliverio Girondo escribió sobre las mujeres de Flores hasta estos aciagos días, mucha policía de civil y uniformada pasó por esas calles empedradas; mucha con los viejos edictos policiales, mucha más aún con el artículo 71, la polémica norma que prohíbe la prostitución callejera en la ciudad. Es por eso que la relación entre policías y prostitutas está teñida de la sombra de la ilegalidad. “Esta situación refleja la conducta que tratan de sostener quienes justifican una actividad protegida en un territorio que les es propio y controlan perfectamente. Cuando alguien intenta escapar de ese control, generan un procedimiento para ponerlos en caja.” Así explicó ayer a Página/12 el trasfondo de la tragedia de Arrotibel el abogado que lo representa, Gustavo Romano Duffau, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). “Ellos necesitan de los testigos que exige la Justicia para los procedimientos, y si las personas se niegan, no pueden hacer funcionar el mecanismo de coacción”, razonó.
El hombre llegaba a su casa cuando empezó la pesadilla que lo dejaría once días internado en el hospital Alvarez y lo acercaría peligrosamente a la muerte. Ya estaba bajo tratamiento y esperaba un turno para que le realizaran una cirugía cardiovascular cuando, llevado sólo por la sinceridad, dijo una y otra vez que no al pedido de los uniformados. Se pusieron insistentes, cada vez más enfáticos, hasta que llegaron los gritos, contó Arrotibel, un hombre de 50 años que vive junto a su esposa y sus hijos hace décadas en el mismo lugar. Ese pequeño incidente fue aprovechado por la meretriz que alcanzó a bajar del patrullero donde la tenían retenida y escapar de los policías. La rabia del agente que lo encaró con insultos fue incontenible. Se le paró de frente escoltado por otros dos agentes de la 50ª y con las esposas de metal intentó maniatarlo.
Pero la fobia del vecino de Flores estalló y no soportó que lo quisieran llevar detenido por no mentir, dijo. Aunque su corazón falló. Lo ayudaron los vecinos que se agolparon a su alrededor y llamaron a una ambulancia del SAME que lo llevó hasta el Alvarez. Estuvo hasta el 6 de septiembre en el Alvarez. “Los cardiólogos sostuvieron que padeció tres infartos el mismo día, producto de los golpes y la tensión”, le dijo Romano Duffau a este diario. Arrotibel soportó el miedo algunas semanas, pero se decidió a denunciar lo que había ocurrido ante el CELS. En su relato ante el organismo, el hombre destacó que recibió una supuesta visita solidaria de un superior jerárquico de la Federal en su cama de paciente cardiológico. “Quédese tranquilo”, le dijo el jefe policial. “Este es un boludo, nada más que se mandó una cagada”, intentó desestimar el accionar del hombre a su mando. El testigo no vio la visita policial como un mensaje de paz de los policías de su zona, acusados ahora de apremios ilegales. En eljuzgado de Cubas esperan la declaración de varios testigos del supuesto “apriete” de la Federal y de los consecuentes infartos.

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Los Federales exigieron que Arrotibel fuera testigo de la detención de una prostituta.
Después, un superior que lo fue a visitar le dijo que “nada más se mandó una cagada”.
 
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