SOCIEDAD
Los chicos porteños que viajan a Grecia al Mundial de Ajedrez
Van a escuelas públicas. Uno practica en el Hebraica. La otra chica es de familia muy humilde. Representarán a la Argentina.
María Florencia acaba de cumplir los 11. El año pasado se convirtió en campeona metropolitana de ajedrez, pero nunca pudo participar del Campeonato Panamericano: el pasaje a Córdoba era demasiado caro. El boleto diario hacia la escuela también lo es, pero así y todo, nunca dejó de ser una buena alumna. Ni de practicar allí mismo, en un taller de contraturno, en el tablero. Y llegó a ser subcampeona nacional. Ahora, junto a otro alumno de una escuela pública porteña, Ariel, también de 10 años, logró el sueño: viajar a Grecia a su primer campeonato mundial. Ayer partieron junto a otros diez chicos argentinos rumbo a Heráclito, en la isla de Creta, donde entre hoy y el 25 de noviembre disputarán 13 partidas con chicos de todo el mundo en representación del país.
Hasta la tarde del martes, María Florencia Fernández estaba todavía tramitando el pasaporte. Nunca antes viajó en avión ni salió del país. “Si no pude ir a Córdoba, ¿cómo me voy a ir a Grecia?”, recordó su mamá, María Teresa, que María Florencia repetía en las últimas semanas sin hacerse demasiadas ilusiones. Había ganado el título de Subcampeona Nacional de Ajedrez en la categoría sub-10 femenino en marzo pasado y eso le daba la posibilidad de participar del Mundial, pero la realidad económica familiar no le permitía pagarse el viaje. Florencia tiene tres hermanos, de 12, 8 y 2 años, su mamá es ama de casa y su papá hace trabajos de albañilería y plomería. La familia vive en un departamento alquilado del barrio de Balvanera y subsiste con las changas del padre, Orlando Fernández, que además es enfermo oncológico.
Cuando María Florencia tenía ocho años, Orlando le enseñó los primeros movimientos de las piezas de ajedrez y así aprendió a jugarlo. Sin perder tiempo, se anotó en el taller que se da como materia optativa, a contraturno del ciclo lectivo, en todas las escuelas públicas de la ciudad. Más tarde, empezó a asistir al Club Argentino de Ajedrez y allí, por pedido de los mismos socios que siempre la veían apasionada dando vueltas o participando en todos y cada uno de los torneos, se convirtió en becaria de esa institución. “El ajedrez en la vida de Flopi empezó como un pasatiempo hasta convertirse en casi una obsesión, algo que empapa toda su vida y sus días, pero una obsesión de las sanas”, definió la mamá de la nena.
María Florencia cursa el quinto grado en la Escuela Nº 9 Mariano Moreno y anteayer cumplió once años. Hace menos de una semana se había enterado de que finalmente podría viajar a Grecia con todos los costos cubiertos por la Secretaría de Educación porteña. “Estuvimos investigando en algunos libros sobre la cultura griega, quiero descubrir las costumbres y visitar lugares”, contó María Florencia en la sede del Gobierno de la Ciudad, donde el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, y el secretario de Educación, Daniel Filmus, los despidieron a ella y al otro joven ajedrecista que representará a la Argentina, Ariel Nicolás Tokman, de 10 años.
Ariel también se inició en el ajedrez a través de su padre, que empezó a enseñarle cuando tenía apenas seis años. “Yo estaba en primer grado cuando me enseñó a mover las piezas y me gustó.” En segundo grado se sumó a los talleres de ajedrez de la Escuela 20, Rosario Vera Peñaloza, de Almagro, y en poco tiempo el ajedrez se convirtió en su actividad favorita. Aunque, como la mayoría de los chicos de su edad, le gusta jugar con la computadora, Ariel eligió dejarla de lado y pasar el tiempo libre y los fines de semana frente a un tablero. “Por el ajedrez me hice un montón de amigos. Practico mucho en Hebraica, todos los días, y también entreno vóley, básquet y natación. Me lo tomo como una diversión, como algo que me gusta y además aprendo muchas cosas”, afirmó Ariel, que ayer también partió rumbo a Grecia, acompañado por su papá, Daniel Tokman.