SOCIEDAD › COMIENZA LA EXPOSICIóN DE 400 PROPUESTAS QUE QUIEREN CONVERTIRSE EN PRODUCTOS

Más que inventos, innovaciones

Innovar, el concurso nacional que premia los mejores desarrollos en distintas disciplinas, se lleva a cabo hasta el viernes en el Centro Cultural Borges. En su quinta edición, se presentaron 2630 proyectos.

Podría decirse que en Argentina al menos 2630 personas serían capaces de definirse como inventoras, o de considerarse en ese territorio desde el cual, con un poco de viento a favor (por no hablar de inversiones), una buena idea podría convertirse en un batacazo. Eso es lo que sugieren las cifras que este año ostenta Innovar, el Concurso Nacional de Innovaciones que, en su quinta edición, recibió esa cantidad de presentaciones. De esas propuestas, 400 fueron seleccionadas para formar parte de la Exposición Innovar, que desde mañana y hasta el viernes podrá verse con entrada libre y gratuita en el Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín), como anteúltimo paso del certamen que al cierre del último día de exhibición premiará los mejores exponentes de las ocho categorías en juego.

Los campos en los cuales podían insertarse los proyectos eran tan amplios en sus posibilidades como específicos en su definición: Producto Innovador, Diseño Industrial, Innovaciones en el Agro, Investigación Aplicada, Escuelas Técnicas, Diseño Gráfico, Tecnologías para el Desarrollo Social y Concepto Innovador. Una cosa es “el chispazo de alguien que tuvo una idea ingeniosa” y otra muy distinta el concepto de innovar, enfatiza Pablo Sierra, coordinador de la convocatoria organizada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. “A diferencia de un invento –continúa–, la innovación supone a toda la sociedad funcionando bien, no es una solución aislada. Es que si a una idea ingeniosa no la convertís en un producto, no pasa de ser eso: es algo que no entró en el circuito productivo. Argentina tiene buenos investigadores, buenos desarrollos, pero no logra generar, a partir de ellos, productos nuevos que impacten en el mercado mundial. Por eso nuestra meta es propiciar que esos desarrollos puedan insertarse en el mercado, consigan financiación, tengan impacto.”

Salvar la distancia que va de lo anecdótico y curioso hasta lo que tiene potencial para acceder a un desarrollo industrial y productivo parece ser el desafío al que, año a año, responden más investigadores y desarrolladores que no necesariamente tienen como actividad principal alguna vinculación al proyecto presentado (ver aparte). El catálogo de este año, por lo demás, promete una gama amplia de desarrollos: algunos de ellos, preocupados por la inserción social de personas con capacidades diferentes (desde un display de Braille portátil hasta una “mano biónica”, pasando por dispositivos para facilitar independencia de movimientos a parapléjicos); otros, más cercanos al diseño entre ecológico y fashion (el cepillo de dientes que pendula, el mate de siliconas, el piso hecho de tapitas de plástico), y otros abocados al ocio, el desarrollo de alta tecnología a bajo costo y el impacto en lo cotidiano (el compactador de pilas o el simulador de talles para acercar el maniquí al cuerpo real).

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