SOCIEDAD › SAQUEO EN TUCUMAN DE UN CARGAMENTO PARA DONAR
Cuando el hambre no espera
El gobierno provincial dispuso que a la Policía y Gendarmería se sumen, como “vigías ciudadanos” para controlar los saqueos, los beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados.
Unas 700 personas que en la tarde de anteayer esperaban a que se les entregara comida, ropa y juguetes en una escuela de la localidad tucumana de Santa Ana, una de las más pobres de la provincia, ingresaron en el establecimiento y saquearon las 20 toneladas de donaciones que estaban allí para ser repartidas. Los encargados de repartir la donación exigieron a los dos policías presentes que no intervinieran. Pero ayer, un intento de saqueo fue reprimido por la policía en Tafí Viejo. Y el gobierno tucumano dispuso el despliegue de 8 mil personas “para reforzar controles”: a la Policía y la Gendarmería, esta vez le sumaron la participación de civiles desocupados beneficiarios de los planes Jefes y Jefas de Hogar.
“Seremos muy firmes y muy duros en la aplicación de todo el peso de la ley a las personas inescrupulosas que intenten cometer este tipo de delitos”, advirtió el ministro de Gobierno tucumano, Fernando Juri. Y, como fundamento de la disposición de nuevos controles, especialmente en rutas, señaló que el Poder Ejecutivo ya detectó la presencia de una docena de “activistas”. Además, desde Gendarmería informaron que se realizan operativos para evitar cortes de ruta en los accesos a la capital provincial, ya que “tendrían el objetivo de saquear transportes de carga”. La tarea conjunta entre las fuerzas de seguridad provincial y nacional -incluida la Policía Federal– con el fin de evitar saqueos ya había comenzado a coordinarse la semana pasada. El saqueo en Santa Ana y el intento reprimido en Tafí Viejo sólo ampliaron el operativo hasta acaparar a un total de 8 mil personas, que incluye civiles que no portarán armas y actuarán como “vigías ciudadanos”. Estos “refuerzos civiles” se reclutarán entre los tucumanos desempleados beneficiarios de los planes Jefes y Jefas de Hogar que otorga el gobierno nacional.
El saqueo en la localidad de Santa Ana, ubicada 80 kilómetros al sur de San Miguel de Tucumán, ocurrió pasado el mediodía de anteayer. Un grupo de ciudadanos de la ciudad del sur bonaerense de Punta Alta, sensibilizados por las imágenes del hambre que sufren los chicos tucumanos difundidas en las últimas semanas, había llegado hasta allí el domingo con un camión repleto de donaciones. Entre el 20 y el 30 de noviembre, toda la comunidad había reunido, “con la exclusión determinante de organizaciones políticas y religiosas”, un total de 20 toneladas de comida, ropa, medicamentos y juguetes que, tras conseguir que se les donara el combustible, pudieron hacer llegar a Santa Ana el domingo pasado.
Una vez entregada la parte que habían decidido destinar al hospital local, en el mediodía del lunes comenzó a repartirse el resto en la escuela Marcos Avellaneda, sobre una lista de unas mil personas de 36 villas. “La gente está realmente desesperada y tuvo miedo de quedarse sin nada. Es perfectamente entendible”, reflexionó María Ester Fernández, bibliotecaria de la Escuela Nº 9 General Don José de San Martín, de Punta Alta, y organizadora de la campaña “SOS. Chicos Argentinos en Peligro”.
“Es que es comprensible, es como matar de hambre a cientos de perros durante varios días y después tirarles un hueso para todos. Los llevaron a esto y yo no puedo juzgarlos”, agregó Fernández, que en el momento en que todo se descontroló, pidió a los dos policías que ayudaban con la distribución que “no intervinieran bajo ningún punto de vista”. Fernández aclaró que la gente sólo esperaba recibir algo y que, en la confusión, se llevaron su cartera, “pero no hubo destrozos en la escuela, sólo se rompió un vidrio. Lo que la gente quería era comida”, señaló.
Al saqueo de Santa Ana, donde la mayoría de las 700 personas eran mujeres con sus hijos, se sumó ayer otro intento que fue abortado por la policía. Los efectivos de la fuerza provincial reprimieron a un grupo de manifestantes que intentaba ingresar a los ex talleres ferroviarios de Tafí Viejo, galpones que son utilizados como depósito de la ayuda que envía la nación. “Espero que en lugar de mandar a reprimir el hambre, los políticos se ocupen de dar trabajo. Fue muy triste pero, de cualquiermanera, todo eso era para ellos”, concluyó Fernández, que hasta ayer, sin dinero, no sabía cuándo ni cómo podría regresar a Punta Alta.