EL PAíS › EL PRIMER FORO DE DIALOGO PERMANENTE HISPANO-ARGENTINO
Cómo España cuida sus inversiones
Empresarios, economistas, periodistas, políticos, científicos y artistas españoles y argentinos debatieron la relación entre ambos países. España insistió en la urgencia de que “se acuerde con el FMI”.
Por Nora Veiras
“Si tú quieres comprar un departamento en Marte, puedes hacerlo, lo que no puedes hacer es reclamar por él, simplemente porque en Marte no hay departamentos. Lo mismo pasó en la Argentina: no hay ni había depósitos en dólares. Eran pesos que alguien dijo que eran dólares. No hay pisos en Marte.” A sabiendas de que la regla de juego del primer Foro de Diálogo Permanente Hispano-Argentino le garantizaba anonimato, el economista español sinceró su interesada lectura de la salida de la Convertibilidad haciendo caso omiso de las ganancias en dólares que les permitió la paridad. El fantasma de un fallo de la Corte Suprema que redolarice los depósitos obsesiona a lo banqueros españoles tanto como el reclamo para que la Argentina regularice su situación con los organismos de crédito internacional. “No es un problema de poder sino de querer pagar”, llegó a interpretar el mismo economista que de no mediar el sagrado almuerzo hubiera transformado en polémica el encuentro. Una reunión en la que quedó claro el respaldo del gobierno de José María Aznar al reencauzamiento de las negociaciones argentinas con el Fondo Monetario Internacional y, sobre todo, el interés del reino por recuperar el rédito de sus inversiones.
“Si vamos a exigir el cumplimiento de contratos, que sea tanto para las empresas extranjeras como para el argentino que tiene un quiosco en Catamarca. Las reglas de juego deben ser claras y transparentes siempre. Que las empresas entiendan que las tarifas tampoco eran en dólares entonces”, retrucó un político desde la delegación argentina integrada además por empresarios, científicos, economistas, periodistas, artistas y gestores culturales. “Se calcula que las empresas extranjeras ganaron entre 9 y 11 mil millones de dólares en la Argentina, es decir entre 9 y 11 mil departamentos en Marte”, ironizó un periodista mientras un empresario se incomodaba porque el debate se deslizaba hacia el polémico aumento de tarifas reclamado por las empresas privatizadas. “Tenemos tantos intereses en común que estamos condenados a entendernos”, medió un español ante el estupor de algunos diplomáticos preocupados por el desmadre de la charla.
Hace pocos años, España inauguró encuentros bilaterales de agenda abierta con Gran Bretaña, Italia, Francia, Japón y Estados Unidos. En América latina, el puntapié inicial fue con la Argentina. La intención es que año a año los foros se realicen en forma alternativa en cada país. El compromiso de los participantes –incluidos los periodistas– fue mantener en reserva la identidad de quienes analizaron la realidad argentina en la sede de la Casa de América, un magnífico edificio barroco ubicado frente a las Cibeles en pleno centro de Madrid.
Crisis sin riesgo
La gira del ministro de Economía Roberto Lavagna por Europa acababa de terminar y la incertidumbre de España por la actitud final del gobierno de Eduardo Duhalde ante el problema de la deuda externa desvela a funcionarios y empresarios peninsulares. “Si tienen 10 mil millones de reserva en el Banco Central, ¿por qué no pagaron los 800 millones al Banco Mundial el 14 de noviembre?”, se despachó un catedrático. Un político contestó: “La Argentina tiene que negociar con el Fondo pero no puede hacerlo en las mismas condiciones. A este ritmo, si se pagara con reservas el próximo gobierno asumiría en mayo prácticamente sin respaldo. El dilema es si no se paga, la Argentina pasa a ser un paria en la comunidad internacional, si se paga sin renegociar se cae en la hiperinflación”.
El futuro electoral es otro de los motivos de confusión para los españoles. No entienden cómo Carlos Reutemann no se presenta teniendo la mejor imagen y menos aun que el escepticismo llegue a representar casi lamitad del electorado. Pero, un dato presentado por un encuestador preocupó por igual al establishment anfitrión e invitado: el 54 por ciento de la gente está de acuerdo con la reestatización de las empresas privatizadas. “Que la gente esté por la reestatización es suicida, es la boludez (sic) máxima. Los empresarios del sector tendrían que elaborar un plan estratégico para enseñarle a la gente cuáles serían las consecuencias. Me aterra que los políticos hagan lo que la gente quiera”, dijo, sin ruborizarse, un industrial argentino.
La alta rentabilidad obtenida durante más de diez años no formó parte del debate en el que la Argentina fue puesta bajo la lupa. El riesgo pareció ser un factor no contemplado por los inversores. Los representantes de la banca y de las empresas españolas estimaron que “entre 1992 y el 2000 invirtieron 30 mil millones de dólares”, machacaron en que “la crisis argentina les ha costado a las empresas españolas un 2,3 por ciento del Producto Bruto Interno español”, concedieron que tras la devaluación “la Argentina es el país más barato del planeta” pero advirtieron que “o se arregla el sistema financiero o no hay ‘tutía’”. Desde la delegación argentina, algunos empresarios pusieron el acento en el perjudicial proteccionismo que practica Europa a la hora de subsidiar los productos agrícolas, en las trabas que pone España a la inversión extranjera –”nos dijeron que desregulemos y privaticemos y lo hicimos, cuando nosotros queremos competir no nos dejan”– y señalaron que “el 70 por ciento del Producto Bruto Interno argentino son empresas extranjeras, es decir que son parte del problema y de la solución”. Además, marcaron como un “error” que las tarifas se hayan ajustado en dólares cuando en la Argentina había deflación. Los españoles hicieron mutis por el foro.
El derrame del hambre
“Nuevos problemas, aún no resueltos”, tituló un economista español el cuadro de situación de la Argentina y puntualizó: “Violación Contratos/Derechos de propiedad. 51 por ciento de la población por debajo del umbral de pobreza. Tarifas públicas. Riesgo de default con organismos internacionales. Crisis bancaria”. Las imágenes de la televisión española desgarraban a los espectadores con los chicos muertos de hambre en Tucumán y con los viejos condenados a la subsistencia en comedores comunitarios. Entre economistas y banqueros, la pobreza mereció sólo esa mención al pasar.
–Pobres hubo siempre. Si no hay crecimiento no hay posibilidades de nada –sintetizó un empresario.
–Durante los ‘90, la Argentina creció como nunca y la concentración de la riqueza se profundizó.
–Ese fue un error, un despilfarro –se justificó y siguió adelante con la famosa teoría del derrame que se cristaliza antes de empezar a caer.
“De los 18 millones de pobres, 4,2 millones son indigentes. La Argentina produce 17 mil nuevos pobres por día. Siete de cada diez menores de 14 años son pobres. Se producen 33 muertes por día de chicos de 0 a 5 años, 23 de las cuales serían evitables. No se puede agravar el problema social para ‘solucionar’ el problema económico”, había precisado un participante mientras otro aludía a los estimados 40 mil millones de pesos de evasión impositiva que padece el Estado argentino. Dos temas que no fueron retomados por los participantes del Diálogo Hispano-Argentino.
“Todo hace creer que la República Argentina está llamada a rivalizar en su día con Estados Unidos de la América del Norte, tanto por la riqueza y extensión de su suelo como por la actividad de sus habitantes y el desarrollo e importancia de su industria y comercio, cuyo progreso no puede ser más visible.” En 1909, el diccionario de la Real Academia Española realizaba ese pronóstico al definir a la Argentina. En el 2002,lo “visible” es el atraso. En el Foro Hispano-Argentino lo “visible” fue el interés de los inversores por garantizar “reglas claras” para su beneficio. “Existe el riesgo de una alianza autoritaria entre los organismos internacionales de crédito, los empresarios y el Poder Ejecutivo para avasallar al Poder Legislativo y Judicial”, advirtió un político mientras la absoluta mayoría se preguntaba cuándo se firmaría el acuerdo con el FMI.