Sábado, 5 de junio de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Rodolfo Mattarollo *
Hace poco más de cuatro años, el viernes 24 de marzo de 2006, a treinta años del golpe militar, el Colón abría sus puertas para un concierto colocado bajo el lema “Por la vida y los derechos humanos: verdad, justicia y memoria”. El director artístico del teatro era entonces Marcelo Lombardero y quien esto escribe era subsecretario de Derechos Humanos de la Nación. Juntos ideamos la velada que contó con el apoyo de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la ciudad y de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
Partíamos de una espontánea coincidencia: se trataba de asociar al teatro, a solistas y a los cuerpos estables a una reafirmación de la vida en el aniversario de aquel acontecimiento ominoso –el golpe genocida de 1976– y de ventilar la atmósfera del teatro, tantas veces cerrada, con el aire de los nuevos tiempos.
Una vez acordado el homenaje a la lucha por los derechos humanos había que elegir la obra. Si la primera idea fue el Réquiem, de Verdi, pronto quedó descartada. Pese a su posición marginal en la música litúrgica y haber sido dedicada a la memoria de ese gran novelista italiano de la libertad en el siglo XIX que fue Alessandro Manzoni, más hubiera convenido por ejemplo esa ópera de la libertad que es Fidelio, de Beethoven. Pero el montaje de una ópera, dijo Lombardero, planteaba problemas técnicos difíciles de resolver en poco tiempo. Se eligió entonces la Sinfonía Nº 2 Resurrección, de Gustav Mahler, con la que se asociaba a esa reafirmación de la democracia, a dos de los cuerpos estables: Resurrección es una sinfonía con coros y solistas.
Cristina Banegas leyó un texto antes de que resonaran las estrofas del Himno Nacional. Las palabras leídas por la gran actriz rechazaban cualquier intento de justificación de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el terrorismo de Estado. Decían que debía unirse la sociedad entera tras las banderas de la justicia, la verdad y la memoria en defensa de los derechos humanos, la democracia y la República. Sostenía que enfrentamos los grandes desafíos de hacer de la Argentina no sólo un país más democrático y menos autoritario, sino también más igualitario y más equitativo. Y concluía afirmando que por eso se había elegido para esa velada una obra que en sí misma era todo un programa de afirmación de la vida y los derechos humanos.
Siguió una maravillosa ejecución de la sinfonía de Mahler, con la orquesta dirigida por Stefan Lano y el coro por Salvatore Caputo. Una parte de esta velada quedó inconclusa, nos habíamos propuesto repetir el concierto en un lugar abierto. Tal vez no sea necesario. En aquel Teatro Colón se oyó el eco de las luchas populares, como en la calle en esta semana de mayo que acaba de transcurrir.
* Asesor en derecho internacional de la Secretaría de Derechos Humanos.
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