EL MUNDO › LOS RESIDENTES PALESTINOS ESTáN DESESPERADOS Y SOLOS

Vivir al límite en la Franja

Tres años después de que Israel y Egipto sellaran virtualmente sus fronteras, la población civil, y no Hamas, es la que está sufriendo por el sitio, que puso de rodillas a la que fue una floreciente economía. La estructura sanitaria colapsó.

 Por Catrina Stewart *

Desde la Franja de Gaza

Ramzi al Burai sabe mejor que la mayoría lo que significa estar preso. El ataque comando de esta semana sobre la flotilla de activistas pro palestinos que trataba de llegar a Gaza giró el foco global sobre el bloqueo impuesto por Israel como nunca antes, pero la familia de Al Burai ha estado viviendo esa realidad durante los últimos tres años. Su hijo seriamente minusválido requiere cuidados durante las veinticuatro horas. Ni Ramzi ni su mujer pueden dejar a su hijo de cinco años más de una hora. Asfixiado durante el parto, el niño sufrió un severo daño neurológico. No puede hablar correctamente, sufre de espasmos y la medicación anticonvulsiva lo ha dejado parcialmente paralizado.

Si sus padres pudieran llevarlo a Alemania, o a través de la frontera a Israel, podría recibir el especial cuidado médico que los doctores dicen que necesita para una recuperación total. Ramzi repetidamente les pidió a las autoridades israelíes que permitan salir a su hijo del pequeño enclave costero, pero cada vez ha recibido una negativa. “Mi hijo es el que paga el precio de este bloqueo, nadie más –dice su padre, de 37 años, sentado en un pequeño departamento en el campo de refugiados Jabaliya, de Gaza–. No podemos hacer nada por él ahora; no tenemos la medicina.”

Tres años después de que Israel y Egipto sellaran virtualmente sus fronteras con Gaza en un esfuerzo para debilitar al movimiento islamista Hamas, los residentes palestinos en la Franja de Gaza están desesperados. Militarmente, Israel puede vanagloriarse de éxito. Hamas intimidado por una devastadora ofensiva militar de 22 días a fines de 2008, que mató a 1400 palestinos, no dispara muchos cohetes a Israel en estos días. Pero hay pocas dudas de que la población civil, y no Hamas, es la que está sufriendo por el sitio, que puso de rodillas a la que fue una floreciente economía.

Los habitantes de Gaza están muriendo, en su mayoría, por una deficiente estructura sanitaria, mientras Israel niega la entrada a todos salvo a los bienes esenciales, obligando a los comerciantes a contrabandear provisiones a través de una red de túneles a lo largo de la frontera egipcia, lo que ha dado lugar a una economía paralela. Un bloqueo de tierra y mar significa que nadie salvo, los más afortunados, puede irse.

En el hospital al-Shifa, de Gaza, los médicos miran con tristeza el edificio gris que está a medias construido. Se suponía que iba a ser la nueva ala del hospital, destinada a aumentar la capacidad en un 30 por ciento, pero la construcción fue abandonada después de que el sitio impidió que llegaran materiales de construcción. Ese es quizás el menor de sus problemas. Los médicos dicen que les faltan los equipos más básicos, como esterilizadores. Ambas máquinas de tomografía computada pueden estar descompuestas durante semana porque les lleva más de un mes conseguir los repuestos. Muchos de los médicos están desactualizados, pero no pueden viajar al exterior para entrenarse.

“La salud no puede manejarse con píldoras e inyecciones solamente –dice Mahmoud Daher, jefe de la oficina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Gaza–. Se necesita un sistema que sostenga esta medicación.” En una sala cerca, una mujer palestina de 20 años está luchando por su vida. Sufrió una hemorragia masiva después de dar a luz, y los médicos dicen que sólo la puede salvar una operación en Israel. Han esperado durante más de 24 horas una orden israelí para transferirla. Cuando se les pregunta qué sucederá si no la llevan pronto, un médico responde tajante: “Morirá”.

Esta semana hubo señales que parecen fisuras en el bloqueo. Egipto se movió rápidamente para abrir el cruce de Rafah, permitiéndoles a estudiantes, enfermos y aquellos con pasaportes extranjeros que cruzaran. En un solo día esta semana, 793 habitantes de Gaza pudieron abandonar la Franja, y 548 entraron, según las cifras que tiene el Ministerio del Interior. A casi 300 se les negó el permiso para irse.

Aunque Israel está decidido a defender su política, el primer ministro Benjamin Netanyahu indicó esta semana que buscaría soluciones “creativas” para aliviar la situación en Gaza. Hasta dónde llegará Israel, no queda claro, porque hace tiempo que insiste en que no hay una crisis humanitaria en Gaza. En un intento sardónico de defender su política impopular, la oficina de Netanyahu recordó recientemente a los periodistas el maravilloso restaurante Roots en la ciudad de Gaza, haciendo notar que la sopa de espinaca y el boeuf Stroganoff eran particularmente buenos.“Es verdad que hay muy buenos restaurantes en Gaza –dijo Daher, de la OMS. ¿Pero quién se beneficia con ello? Estamos hablando de un millón y medio de personas, no de 200 familias.”

El colapso económico en Gaza en alarmante. Hace una década, la renta anual per cápita en Gaza era de 2500 dólares y se exportaban unos 400 millones de dólares a Israel anualmente. Cuando Israel impuso el sitio después de que Hamas tomara el poder, en 2007, la renta per cápita cayó a alrededor de 900 dólares. El año pasado estaba en 600 dólares, hundiendo a la mayoría de los habitantes de Gaza debajo de la línea de pobreza para sobrevivir con menos de 2 dólares por día.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Un grupo de niños del este de Gaza posa en el corralito detrás de su precaria vivienda.
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