Lunes, 8 de noviembre de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › LA 19ª MARCHA DEL ORGULLO GAY DESBORDó TODOS LOS CáLCULOS EN UN MASIVO RECLAMO ANTE EL CONGRESO
Camiones repletos, disfraces, muchos besos, desnudeces y reclamos de igualdad, música estruendosa, risas, risitas y risotadas. La 19ª Marcha ya se abrió paso en el establishment político y es motivo de atracción turística proveniente de todo el mundo.
Por Soledad Vallejos
La Marcha del Orgullo 2010 no estuvo concurrida: fue multitudinaria. Había tantos miles de personas con ganas de celebrar la diversidad el año del matrimonio igualitario que el arranque resultó infinitamente más lento y complicado que de costumbre. Mover carrozas con celebrities y anónimos del movimiento LGBT, divas y monjas de tacazos matizadas con purpurina, familias con niñas y niños pequeños, banderas del arco iris, viejas, viejos, agrupaciones políticas, paraguas de todos los colores, turistas atónitos, locales no menos asombrados y curiosos de paso, sin duda, llevó su tiempo.
Sin embargo, y aunque el calor no aflojaba, mientras se terminaban de desarmar los puestos de la Feria del Orgullo, en Plaza de Mayo, se encolumnaba un caos multicolor y festivo: las cinco cuadras de Avenida de Mayo entre Bolívar y Avenida 9 de Julio bullían. Empezaba a irse, muy lentamente, el sol, y el calor permanecía al ritmo de miles de cuerpos que caminaban, bailaban, y volvían una fiesta algo tan simple y contundente como estar ahí de pie, caminando, mirando, sonriendo, tomando fotos, aplaudiendo. “Vamos por más”, el lema del presente para lograr un futuro inmediato con la aprobación de la ley de identidad de género, no podría haber tenido un respaldo más contundente como esas cuadras atravesadas por horas de alegría, o ese escenario final, sobre el cual la música de Miranda! había cerrado el saludo a referentes sociales y de la política aliados de las demandas de igualdad.
Desde media tarde, la Plaza de Mayo se había vuelto punto de encuentro con algo de shopping, gracias a los puestos de la Feria del Orgullo que rodeaban la pirámide, la animación del primer escenario de la tarde, el pequeño pelotero sobre la calle Yrigoyen y las banderas multicolores que se vendían como pan caliente, a razón de 15 pesos cada una. El calor, como el sol que todavía caía, no perdonaba, pero Alex Freyre y José Di Bello, impecables como en su propio casamiento –pero con la camorrera corbata naranja, dedicada a quienes se oponían al matrimonio igualitario–, accedían a retratarse con cada una de las personas que los reconocían.
A metros de donde Osvaldo Bazán firmaba ejemplares de su Historia de la homosexualidad, un niño se abstraía con sus deberes de infante en el pequeño pelotero. La música de las carrozas cruzaba el aire y empezaba a presagiar lo que podía suceder cuando todas y todos se encaminaran al Congreso. Mientras daba las últimas indicaciones, el actual presidente de la Federación Argentina LGBT, Esteban Paulón, también se hacía tiempo para repartir paraguas con los colores del arco iris y sonreír.
“Respeto”, “visibilidad”: las pancartas amorosamente trazadas a mano de Casa Brandon sobresalían entre la multitud que veía arrancar el paso de las carrozas, más parecidas que nunca a no tan modestas discotecas ambulantes, en un cortejo que inició la bandera de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). Azul de pies a cabeza, una trans de pelo renegrido y largo se dejaba devorar por las cámaras que descubrían su arco, su flecha, su look ciento por ciento Avatar; posaba con otra trans de pestañas en las que cabía un universo de estrellitas. Los flashes, que empezaban a dispararse con la caída del sol, también estallaban ante la carroza de los matrimonios, desde la que Alberto Fernández San Juan y Matías Méndez mostraban la libreta colorada obtenida gracias a un amparo judicial, con alegría y sin poder creer lo que veían, lo que sentían. “Mirá esta gente, mirá cómo saludan”, exclamaba Fernández de tanto en tanto. A su lado, los rosarinos Martín Peretti Scioli y Oscar Marvich hacían lo propio con la primera emitida en Rosario luego de sancionada la ley de matrimonio. Un poco más allá, coquetísimo con su gorra multicolor, un anticuario de San Telmo sonreía a la abogada del Inadi Carolina von Opiela entre rezongos: “Claro, acá están todos casados, ¡las otras carrozas son más divertidas!”. Capitana de la carroza de la visibilidad lésbica, la presidenta de La Fulana, Claudia Castro arengaba con preguntas y respuestas de los coros de chicas de la organización, coquetamente uniformadas con remeras violetas como el tono que adornaba las barandas. “¿Qué somos?” “¡Lesbianas!”
Pasaban columnas de docentes identificados con los chalecos de UTE, de sectores confesionales LGBT Friendly (como los adventistas de Kinship), de secretarías de diversidad de partidos políticos como la nutridísima del PS y la algo menos poblada de La Cámpora. Pasaban señores ataviados de marineritos, leathers que eran la estampa viva de Tom de Finlandia, integrantes del movimiento de mujeres con pancartas y los pañuelos verdes para reclamar por el derecho al aborto. Jugaban señoras, señores, niños, al paso de los robustos Osos, que llevaban la bandera enorme para repetir la tradición de todos los años: al grito de “¡ahora!” levantan la bandera unos instantes, los que están alrededor corren para llegar al otro lado. A sólo unos metros, el abogado de la Falgbt Gustavo López, con remera y corbata del arco iris, disparaba fotos sin piedad.
Con el Congreso de fondo, María Rachid recordó con gratitud a Néstor Kirchner, porque fue “el primer presidente que desde la política trabajó para la igualdad”; se agradeció a la presidenta Cristina Fernández por promulgar la ley de matrimonio igualitario, a la gobernadora Fabiana Ríos por avalar la celebración del primer matrimonio argentino entre personas del mismo sexo. Minutos después, una multitud aplaudía a Vilma Ibarra, Claudio Morgado, Daniel Filmus, Amado Boudou, Juliana Di Tullio, Ricardo Cuccovillo, Gabriela Alegre, Eduardo López, Hugo Yasky, Martín Sabbatella, María José Lubertino, de pie, sonrientes y emocionados, ante miles.
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