“Prisión perpetua” pidieron ayer el fiscal Carlos López y el abogado de la querella, Alejandro Pschunder, para el ex cabo Sergio Colombil por el asesinato de Diego Bonefoi (15), el 17 de junio del año pasado, en el barrio Boris Furman de Bariloche. Sostenidos por un consistente paquete de pruebas, ambos argumentaron que el entonces miembro de la policía rionegrina cometió un homicidio calificado, debido a que abusó de sus funciones como miembro de la fuerza. Del lado del acusado, el defensor Marcelo Ganuzza solicitó su absolución o, como máximo, la aplicación de una pena de seis meses por homicidio culposo, ya que se basó en que la muerte de Bonefoi fue accidental. Sin dejar de insistir en esa teoría, Colombil pidió perdón a la familia del chico. En ocho días hábiles, el tribunal de la Cámara Primera del Crimen dará el veredicto.

Tanto López como Pschunder se apoyaron en el artículo 80, inciso 9 del Código Penal, para definir la muerte de Bonefoi como homicidio calificado. A ese marco, el abogado pidió que se incorpore el inciso 2 para remarcar el “estado de indefensión” del adolescente al momento del ataque, ya que el disparo se produjo “por la espalda” y con el joven desarmado. “Quiero hacer hincapié en que fue fusilado”, enfatizó el abogado querellante a Página/12.

El fiscal López planteó que su pedido de perpetua se basa en que “Colombil era consciente de que tenía un arma cargada y lista para tirar, a la vez que (el ex policía) confesó saber que el chico estaba desarmado”. A eso se suman las pruebas que chocan con la teoría del accidente que intentó imponer la defensa del policía. “El ángulo del disparo fue casi horizontal. La altura de Colombil es similar a la que tenía Bonefoi, alrededor del 1,55 o 1,60, y el arma fue disparada por arriba de la cintura del tirador”, describió ante este diario el fiscal.

Similar explicación dio el abogado: “El disparo se realizó con el brazo extendido porque la bala entró en ángulo recto”. Es decir, le apuntó a la cabeza, cuando estaba a “no más de dos metros de distancia según el propio relato de Colombil”, agregó.

El abogado del acusado, Marcelo Ganuzza, dijo que su defendido no tuvo intención de matar y por eso pidió su absolución y seis meses de prisión por homicidio culposo por imprudencia. Según lo declarado por el ex cabo, él corría a un grupo de chicos por un supuesto hecho de robo. Entre ellos estaba Bonefoi. Por un defecto de la cartuchera, argumentó, llevaba la pistola y la tonfa en la misma mano. Al trastabillar cuando estaba cerca del joven “se le escapó un tiro”. Las pericias descartaron que la cartuchera tuviera esa anormalidad.

Como contó este medio ayer, ni siquiera el testimonio del sargento Alfredo Millanao, quien dirigió el operativo que terminó con Bonefoi ejecutado, ayudó a Colombil. Su declaración corroboró que el chico no estaba armado, que no representaba peligro y que no era necesario desenfundar para detenerlo. “Un policía tiene que sacar el arma cuando está ante un peligro inminente, si enfrenta a alguien armado o si debe defender la vida de un tercero. Eso está claro en los reglamentos policiales”, se explayó López.

Al cierre de la audiencia, Colombil hizo uso de la palabra y, fundado en el guión del accidente, pidió perdón a los padres de Bonefoi. “Sé lo que significa, también tengo tres hijos”, alcanzó a decir, cuando la madre del chico asesinado, Mariela, ya le respondía llena de bronca. Por su parte, Sandro, el padre de Diego, le exhibió la foto de su hijo, que tuvo colgada sobre su pecho durante todo el juicio.

El 2 de junio, el tribunal integrado por los jueces Marcelo Barrutia, Gregor Joos y Alejandro Ramos Mejía leerá el veredicto.

Informe: Leonardo Rossi.