“Somos prestadores de un servicio público y queremos que el Estado nos garantice seguridad laboral.”
Imagen: Bernardino Avila.

Cientos de cartoneros y recicladores del país se reunieron ayer en el Primer Encuentro Nacional de Recuperadores Urbanos con el mismo objetivo: que se los reconozca como trabajadores formales. “Somos prestadores de un servicio público y queremos que el Estado nos garantice seguridad laboral”, expuso Lorena Pastorini, de Plantas sociales de la Ceamse. Convocados por la Subsecretaría de Comercialización de la Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social nacional, intercambiaron experiencias e ideas para requerir políticas públicas que los incluyan en el circuito formal laboral.

¿Por qué ser reconocidos como trabajadores formales? “Nosotros somos la única alternativa social, económica y ambientalmente viable para el tratamiento de residuos y generadores de materia prima industrial”, explicó Pastorini. Las conclusiones del encuentro se volcarán en un proyecto de ley que será presentado en el Congreso Nacional.

Antes de llegar al Hotel Bauen, donde se hizo el encuentro, los recuperadores hicieron pie en la primera planta recicladora de la ciudad de Buenos Aires, ubicada en Ana María Janner y Varela. Allí se interiorizaron sobre el funcionamiento del cooperativismo, contó Deolinda Romero, de Río Cuarto, Córdoba. En el encuentro se reunieron unos 350 recuperadores de todo el país, hombres y mujeres por igual.

“Nosotros somos un instrumento para facilitar el encuentro de representantes de 150 mil personas que en la Argentina realizan este trabajo cotidiano”, estimó el subsecretario de Comercialización de la Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social, Ernesto Pallialef, impulsor de la iniciativa.

La intención de la cooperativa El Alamo, de Godoy Cruz, Mendoza, es que no haya más rellenos sanitarios. “Somos escépticos a esa forma de manejo de los residuos porque evita que los recicladores trabajen. Lo hace una empresa pagada por el BID”, consideró Fabricio Citón. “Pienso que sacaríamos un poco más de plata para ayudar a la familia, yo crié a mis hijos con esto. Y por eso quiero formar una cooperativa”, se entusiasmó Romero.

Eduardo Camacho, un artesano de San Pedro de Colalalo, Tucumán, hace dos meses trabaja “a pulmón” en una idea que viene gestando hace 15 años. Se trata de Purma, una cooperativa conformada por siete personas. Su solución es que “no enterremos nada, produzcamos algo”, recuperando la materia prima para hacer nuevos productos. Por ejemplo, “con un kilo de botellas de plástico hago dos escobas. Eso me conviene más que si vendiera sólo las botellas. Hasta le podemos decir a la Presidenta de exportar a Taiwán”, planeó. Aunque su idea central es aún más abarcativa: “Voy a impulsar una ley de economía social para que a los artesanos no se los exija de la misma manera que a una empresa, para poder empezar de abajo”.

Silvio Ruiz y Alex Cardoso llegaron desde Colombia y Brasil, respectivamente. En Brasil, el Movimiento Nacional de los Catadores de Materiales Reciclables funciona desde 1996, cuenta con 85 mil catadores de 25 provincias del país, pero no recibe sustento ni seguridad laboral alguna. Ruiz pertenece a la Asociación de Recicladores de Bogotá, que reúne 17 cooperativas y asociaciones de base. Hace 20 años están en “situación de lucha” por el reconocimiento de su labor como servicio público. “La organización es una decisión personal y no puede ser la forma de excluir a los otros. Solamente quien está organizado tiene conciencia de que unido con otros la lucha es más fuerte. El compromiso de los organizados es pelear por todos”, reflexionó el colombiano.

En el cierre, hubo un compromiso para crear un movimiento nacional que resguarde a cada uno. Así, ya no saldrán más a “cirujear”, sino a trabajar.