SOCIEDAD › UNO DE LOS PRESOS POR EL DOBLE CRIMEN INVOLUCRO AL HIJO DE UN EX FUNCIONARIO
Conexión narco en Santiago del Estero
El remisero detenido en el caso del doble crimen acusó ante el juez al hijo de un hombre cercano al juarismo de haber participado en la supuesta fiesta que derivó en la muerte de Leyla. La hipótesis de la chica como “mula” y su muerte como venganza tras una mejicaneada.
Por Alejandra Dandan
La investigación por el doble crimen de La Dársena sigue abriendo sospechas de conexiones entre la estructura del poder local y las organizaciones de narcos. En esa trama, una fuente inobjetable de la causa le confirmó a este diario que Walter Omar Contreras, el remisero detenido por el caso, involucró ayer en su declaración al hijo de uno de los hombres que ha comandado bajo las sombras la estructura policial de la provincia: lo señaló como partícipe en la fiesta negra que derivó en la muerte de Leyla. Una fiesta donde presuntamente abundó el sexo, la droga y el alcohol. En esa misma línea, comienza a tomar fuerza otra de las hipótesis: aquella que incluye a la chica como transportista de drogas entre Tucumán y Santiago. Con ese contexto de fondo, la Justicia intenta develar ahora las pruebas recogidas en la casa de Sebastián Flores y los elementos levantados en el monte donde han aparecido los cuerpos, que después de cuatro meses aún no habían sido analizados.
En los expedientes judiciales aparecen varias pistas que hablan de una prolongada ausencia de Leyla en su provincia. Ahora, ese dato comienza a leerse como una de las derivaciones de su presunta relación con el mundo de las drogas. Hacia diciembre de 2001 decidió irse de la casa de su tía Mirta Nazar y trasladarse a Tucumán, donde vivió con otra de sus familiares. Allí se puso de novia con Nicolás Antonolli, pero cada tanto volvía a su provincia. Esto fue así hasta julio del año pasado; ésa fue la última vez que su entorno más cercano la alojó en Santiago. Desde ese momento ya no habría vuelto –al menos que lo supiera la familia– y sólo lo hizo en enero, cuando no se instaló donde siempre lo hacía sino en casa de su amiga Cristina Juárez. Los de su entorno familiar aseguran en off que Leyla no volvió a Santiago durante esos seis meses por miedo, adjudicado a supuestas complicaciones por un problema con el contrabando de drogas.
Precisamente, en la causa, su novio habló de una amenaza. Lo hizo el 1º de marzo de este año frente al comisario Luis Cejas, jefe del Departamento de Investigaciones D6 y a la sazón tío de Leyla. En la foja 191 del expediente consta que Nicolás declaró que una amiga de Leyla, Jazmín Nazar, le había comentado que, en una oportunidad, su novia había sido amenazada por una persona que vive en el barrio Misqui Mayu. Nicolás aquel día no dijo nada más, pero sobre esa pista –la de Leyla amenazada y con miedo– avanzaron quienes relacionan a los tres detenidos del caso con Leyla, con Patricia Villalba, con las fiestas, con la estructura del poder y con una relación con los narcos.
De acuerdo a esa línea, Leyla actuaba como correo desde hacía dos años: transportaba droga desde Tucumán a instancias de una de las organizaciones más fuertes de esa provincia ligada, según algunos, al “grupo de los Alé”. En ese contexto y hacia noviembre de 2002, Leyla habría hecho un viaje clandestino a Santiago con un paquete destinado a uno de los hijos de un funcionario de las primeras líneas de la estructura del gobierno policial. Justamente, el funcionario señalado por el detenido Contreras. En ese viaje -.siempre según esta hipótesis-., Leyla habría sido víctima de una mejicaneada: entregó la encomienda pero nunca habría recibido el dinero, el botín por el que debía rendir cuentas en Tucumán.
Quienes trabajaron durante los últimos cuatro meses recogiendo pruebas sobre esa línea de investigación reunieron datos que aportaron testigos directos, entre ellos gente conectada a las primeras líneas del gobierno de Santiago. Esos testimonios son los que vincularían el antecedente de la mejicaneada con la historia de los crímenes. La hipótesis es que Leyla habría dado los nombres en Tucumán de las personas que se apoderaron del cargamento y que aquí la esperaban para vengarse. Según consta en el expediente, existen varios testigos que vieron a Leyla en noviembre en Santiago del Estero. Entre ellos, los empleados del bar Saravah, el boliche nocturno ligado al mundo de la prostitución. Allí solían parar en busca de clientes tanto Leyla como su amiga Cristina Juárez. La propia Cristina detalla en varias oportunidades sus pasos por el lugar, la relación con los mozos y la actividad que tenían como alternadoras a partir de conexiones con los clientes del lugar. Los mismos mozos del bar dicen que durante varios meses Leyla estuvo fuera de la provincia y que recién la vieron cuando apareció para esa época en Saravah.
Quienes sostienen la línea de la venganza por el tráfico de drogas no excluyen la hipótesis de la fiesta, pero están convencidos de que los actuales detenidos no habrían sido los únicos que tuvieron relación con el crimen. Aun así no pueden explicar, por ejemplo, por qué –si la muchacha llegó engañada y su crimen estaba previsto–, tardaron ocho días en matarla. Leyla llegó por última vez a Santiago el 8 de enero, sin plata, con un boleto pagado -.según las declaraciones de su novio– por Cristina Juárez. Desde ese momento hasta su desaparición habrían pasado ocho días. La última vez que la vieron con vida fue durante la madrugada del 16 de enero, a las tres y media de la mañana. Cristina fue quien contó que desde el Palace Hotel se fueron esa noche primero hasta su casa y que después Leyla habría seguido viaje hasta Saravah antes de que le perdieran el rastro.
Consultado por este diario, el abogado del remisero, Raúl Amistel, dijo desconocer la declaración de su cliente.