Carlos Carrascosa, condenado a reclusión perpetua por el homicidio de su esposa, María Marta García Belsunce, se presentó ayer ante la Cámara Penal de San Isidro para pedir “que me dejen morir en paz en mi casa”. Carrascosa, de 68 años, tiene serios problemas cardíacos, fue operado y pasa la mayor parte del tiempo en la unidad médica del penal de Marcos Juárez. Carrascosa dijo ante los camaristas que sufre “una depresión feroz” porque se considera “inocente” y no puede tolerar la situación actual.

Como se sabe, Carrascosa fue absuelto por el homicidio de María Marta en el juicio oral que se realizó en 2007. Sin embargo, en fallo dividido, fue condenado por encubrimiento, es decir que dos de los jueces sostuvieron que tapó el crimen. El otro magistrado votó la absolución total.

Lo más sorprendente ocurrió en 2009: la Cámara de Casación decidió condenarlo por asesinato en un fallo inédito. Por lo general, la Casación, cuando interpreta las cosas de manera diferente a un tribunal oral, suele ordenar un nuevo juicio e incluso instruye que se vuelva a dictar fallo. En este caso –que casi no registra antecedentes– directamente opinó distinto sobre las pruebas, pese a que los camaristas no estuvieron en el juicio, y lo condenó a reclusión perpetua.