Jueves, 7 de noviembre de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › DOS PRESOS SE FUGARON DE LA CáRCEL DE OLMOS, EN LA PLATA, Y TOMARON UN REMíS A FLORENCIO VARELA
Salieron del pabellón y saltaron dos alambres perimetrales de tres metros. Afuera los esperaba una mujer que había llamado al remís. Al terminar el viaje, le dijeron al conductor que tenían planeado matarlo, pero que no lo hacían “porque se había portado bien”.
“Me dijeron que habían pensado matarme, pero como según ellos ‘me porté bien’, me dejaron vivir.” Víctor es remisero y ayer vivió una experiencia más propia de la ficción que de la vida real, cuando trasladó desde su base, en la localidad bonaerense de Lisandro Olmos –cerca de La Plata–, hasta Florencio Varela, a dos hombres que resultaron ser dos presos que se estaban fugando de la cárcel con su involuntaria colaboración. La fuga de la Unidad 26 de Lisandro Olmos, que cuenta con un régimen de detención semiabierto, contó con la complicidad de una mujer que fue la que contrató al remisero, totalmente ajeno al hecho, diciéndole que a unas pocas cuadras iba a levantar “a dos amigos” que iban a viajar con ella. Los amigos eran Hugo Darío Olmos Echaniz (32) y Pablo Llorente Ferreyra (30), quienes cumplían una condena por robo agravado. Aunque no cuenta con medidas de seguridad extremas, la fuga despierta sospechas de complicidad interna, porque los dos internos que se fugaron, además de salir del pabellón donde estaban, tuvieron que saltar dos alambres perimetrales que tienen tres metros de altura cada uno.
El hecho, que ocurrió el martes en el penal ubicado en 197, entre 47 y 48, recién se conoció ayer. Todo comenzó por la mañana, en el horario de visita. La mujer, cuyo nombre se mantiene en reserva aunque ya fue identificada, estuvo con los dos detenidos y luego de salir de la Unidad 26 se dirigió a la remisería, donde contrató un auto, manejado por Víctor, para trasladarse hasta Florencio Varela previa escala en un lugar determinado, a escasas dos cuadras del penal, “para subir a dos amigos”.
La Unidad 26 fue creada hace once años bajo un régimen caracterizado “por mantener como eje de la asistencia y el tratamiento un ámbito de convivencia y autogestión”, que de todos modos no habilita a los detenidos a entrar y salir por su cuenta, como sucedió el martes. El interno Echaniz había recibido la visita de una joven que se retiró del penal a las 9.30.
Poco después, los dos internos lograron sortear los alambrados y salir hacia la calle 47, estimaron voceros del SPB. “No hubo agresión hacia el chofer ni le robaron dinero, sólo que no le pagaron el viaje”, comentaron las fuentes de la fuerza de seguridad.
La denuncia de la fuga se presentó recién a las 11 en la comisaría 15ª de Lisandro Olmos y la fiscal Ana Medina abrió una causa por “evasión y privación ilegal de la libertad”. El hecho ocurrió cinco días después de que otros dos presos escaparan del móvil en que los trasladaban a la Unidad 9 de la vecina ciudad de La Plata.
El remisero Víctor le dijo a los periodistas que en el lugar indicado por la mujer estuvieron “esperando un rato, con esta señora, hasta que llegaron estas dos personas corriendo”. Una vez arriba del auto, visiblemente nerviosos, le dijeron a Víctor: “Aarrancá, arrancá, arrancá”. El remisero dijo que “ahí comenzó todo” y que recién en ese momento se dio cuenta de que “algo raro estaba pasando”, aunque todavía no terminaba de saber qué.
Jugando al oficio mudo, Víctor se limitó a escuchar las discusiones y cambios de ideas entre los tres pasajeros. Mientras uno de los hombres proponía que se dirigieran a la casa de la mujer que iba con ellos, el otro decía que era más seguro ir a la casa de un amigo. Aunque el chofer se había puesto tenso porque intuía “algo raro”, de todos modos fue para él un viaje bastante tranquilo, dado que ninguno de los viajeros lo amenazó ni trató de intimidarlo con un arma ni nada que se le parezca.
Recién sobre el final, cuando ya había llegado a Florencio Varela, antes de bajar del remís, uno de los hombres se dirigió a él en tono de amenaza, aunque leve, el mismo Víctor admitió: “A último momento me dijeron que habían pensado que me tenían que matar, pero después cambiaron de idea porque como me porté bien me iban a dejar vivir. Dijeron: ‘Te íbamos a hacer boleta, pero como nos trajiste bien hasta acá, no te vamos a hacer nada’”. Las tres personas se bajaron al llegar a la esquina de Paysandú y Yugoslavia, en Florencio Varela.
Víctor precisó que el viaje con los evadidos duró unos cincuenta minutos y cuando llegaron a destino tuvo que bajar unos bolsos que llevaba la mujer y que los habían dejado en el baúl del auto. En ese momento, observó que los dos hombres intercambiaron gestos. Le pareció que uno señalaba algo en positivo y el otro se negaba y rechazaba lo que su compañero parecía sugerirle. “Me parece que en ese momento, uno insistió en que me mataran y el otro le dijo que no.”
De todos modos, reconoció que en ningún momento lo amenazaron ni le mostraron un arma. Ninguno de los viajeros amagó pagar el viaje y el remisero optó por no hacer ningún reclamo. Luego del episodio, Víctor se presentó ante la comisaría de Lisadro Olmos, para denunciar lo sucedido.
El encargado de la remisería, Sebastián Matilana, dijo que es usual que desde el penal pidan remises las personas que van a visitar a los presos y que como política ellos les piden el documento para dejar asentada la identidad. Esta nueva fuga se suma a varias que se han producido en lo que va del año en diferentes cárceles del país. “Yo no creo que nadie se fugue de la cárcel sin ayuda de alguien. En todos los casos hay situaciones muy dudosas por parte del evasor, no pudo haberlo hecho solo, siempre tuvo que contar con la ayuda de alguien, de adentro o de afuera”, opinó el procurador penitenciario de la Nación, Francisco Mugnolo, al ser consultado sobre las fugas de todo tipo que se han producido este año en Argentina.
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