Un proyecto de ordenanza es impulsado por el Partido Fe, liderado por Gerónimo “Momo” Venegas, para crear un ente autárquico que podría intervenir el histórico Parque Miguel Lillo de Necochea y otorgar concesiones privadas que cierren el paso del público en una parte de las 640 hectáreas que posee el predio. Un grupo numeroso de vecinos autoconvocados se congregan todos los domingos para detener la medida y realizar abrazos simbólicos al parque. Los defensores del parque trabajan en otro proyecto para proteger el pulmón forestal. Rosa Sarriés, una de las activistas, dijo a Página/12 que la propuesta del Partido Fe “deja afuera a toda la ciudad y es un claro intento de entregar el lugar a capitales extranjeros”.

Pablo Aued, presidente del Concejo Deliberante de Necochea, presentó un proyecto de ordenanza para crear el Ente Moderador del Parque (Empar), un organismo de gestión del predio que prevé intervenciones en la propiedad pública. El concejal momista lo anunció durante una conferencia de prensa junto a Venegas y Roberto Rago –posible candidato a intendente por el partido–, en la cual también se explicó una serie de planes para debatir en la comuna. “El parque no se puede colocar como un bonsai en una caja de cristal. Creo que en algún momento vamos a tener que urbanizar alguna porción. Yo te digo: hagamos un complejo de residencias con tal y cual parámetro de construcción, pero te obligo a que vos me forestes tantas unidades”, señaló Aued, e indicó que “si no recibe capitales privados el parque se muere”.

Según los vecinos, una de las intenciones del momismo en Necochea siempre ha sido intervenir el Parque Miguel Lillo por diferentes motivos. “Aued, ha sido siempre un férreo impulsor de la intervención –aseguro Sarriés–. Ha expresado en medios de comunicación locales abiertamente la idea de un loteo medido para su venta que ayude al saneamiento de las cuentas de la comuna.” Al darse a conocer la ordenanza, muchos vecinos, molestos, se autoconvocaron espontáneamente, a través de redes sociales, para realizar “abrazos al parque”.

Sarriés señala que el proyecto de Aued contempla que el Empar sea autónomo, manejado por un presidente designado por el municipio y facultado para celebrar todo tipo de contrato. “Es muy importante que la titularidad siga siendo de orden público y que no sea totalmente substraído de nuestro acceso y circulación”, recalcó Sarriés. En el proyecto armado por los vecinos proponen formar el Organismo de Gestión y Administración del Parque Miguel Lillo (Ogapml), municipal y compuesto por un director, designado por concurso, y un Consejo Asesor Honorario, compuesto por las entidades intermedias con personería jurídica que lo soliciten y que tengan en sus estatutos el cuidado del medio ambiente.

La disputa por el Parque Lillo lleva más 60 años, es tan vieja como su creación. Susana Laborde, ingeniera hidráulica y activista en contra del Empar comenta que “ya existe un antecedente: la creación de un barrio privado llamado el Barrio Médano –durante las intendencias de Juan Manuel Municoy y Venegas– que fue concesionado por 90 años, a un constructor inmobiliario por parte de la municipalidad. En esos condominios, con vista y bajada privada al mar, viven personas adineradas”. De igual modo, acota: “Está concesionado un camping, pero ahora van por todo. Lo que les interesa es la franja costera para realizar cabañas y hoteles con vista al mar y hacer de Necochea un Cariló o Mar de las Pampas”. El propio Aued pidió a los necochenses que “abramos la cabeza”, y aseguró que “Necochea en vez de madurar, se está pudriendo”, en referencia a la posición de que “el parque no se toca”. “Quiero dejar de parecerme a Necochea y ser parecido a Cariló o Mar de las Pampas”, destacó Aued. Venegas, no se quedó afuera de la disputa y respaldó los dichos de su concejal: “Yo digo: si los que están acá no invierten, por qué no invierten, Necochea está así, ¿cuántos años hace?”, en relación con el supuesto “achatamiento” que ve en Necochea y en defensa del proyecto de crear el Empar con capitales extranjeros.

Por otro lado, Laborde explicó las consecuencias ambientales que traería realizar un desarrollo urbano allí: “El parque esta construido en una duna fijada que mejora la calidad del aire al retener las partículas de arena en vuelo. La duna, además, protege el acuífero, impidiendo el ingreso de agua salada, favoreciendo la calidad del agua de consumo, recurso escaso y estratégico”.

Actualmente, existen estrategias para la replantación de diferentes sectores del Miguel Lillo –algunos quemados en los que no hay árboles– y la municipalidad debe hacer tareas de mantenimiento. Se invierten 16 mil pesos mensuales para mantener el parque. “El hecho de que no se implementen los planes de mejora tiene un trasfondo de falta de voluntad política que han tenido gestiones anteriores, propensas a la privatización que a la conservación y el cuidado del parque”, dijo Sarriés.

La corriente momista argumenta que hay 400 mil árboles “enfermos”. Sin embargo, los especialistas aseguraron que el crecimiento sostenido desde hace décadas del parque da por tierra la idea de que los árboles estén enfermos. La pérdida de ejemplares tiene que ver con un proceso natural de autorregulación del sistema y las condiciones del terreno.

Informe: Laura Guarinoni.