Desde Carmen de Patagones

Mañana se cumplen diez años del asesinato, a manos de un compañero de clase, de los estudiantes secundarios Evangelina Miranda, Sandra Núñez y Federico Ponce. La tragedia que enluta todavía a esta ciudad, la más austral de la provincia de Buenos Aires, fue recordada ayer con un acto en el que se conjugaron todos los matices del drama, incluyendo el llanto y los reclamos de los familiares de las víctimas (ver aparte), pero que también tuvo un lugar para la esperanza, representada por centenares de chicas y chicos que tienen hoy la misma edad que tenían las víctimas al momento de perder la vida, en un hecho al que todavía se le busca una explicación, ocurrido el 28 de septiembre de 2004. “Hoy estamos acá para acompañar a una comunidad que fue atravesada por el dolor, la tristeza y la desesperanza, pero que hoy se puso de pie, con la luz que brilla desde el recuerdo de esos tres jóvenes, Sandra, Evangelina y Federico”, dijo el ministro de Educación nacional, Alberto Sileoni, quien se hizo presente junto a otros funcionarios provinciales, municipales y personal docente de la Escuela Malvinas Argentinas, una de cuyas aulas –hoy rehabilitada sólo como espacio destinado a la memoria– fue el epicentro de una herida que sigue abierta en los corazones de los 20 mil habitantes de Patagones.

Los actos conmemorativos finalizarán mañana (ver aparte) con la inauguración de un monumento que recuerda a los chicos y que ha sido levantado en la orilla norte del río Negro, cauce que separa y une a Patagones y Viedma, ciudad rionegrina con la que conforman una comarca y cuyos pobladores también han sufrido el impacto de la triste historia de-sencadenada por un joven identificado como Junior que, aunque fue considerado inimputable por su condición de menor de edad, pasó varios años en un neuropsiquiátrico, del que ahora sería paciente ambulatorio. El homenaje realizado ayer en la plaza 7 de Marzo, frente a la Municipalidad, contó con la participación de alumnos de todas las escuelas locales y, además de los discursos, hubo música en vivo, representaciones teatrales, cuadros de gimnasia y actividades deportivas. Como una forma de mitigar el dolor y proyectar hacia el futuro, la jornada se llamó “Construyendo un puente por la paz”.

Sileoni sostuvo que la presencia de padres, hermanos y familiares de las víctimas, presencia que agradeció, significaba una reivindicación “del valor de la vida”. Estimó que lo sucedido ayer aquí fue “una escena que es parte de la Argentina real, la que tiene reservas insospechadas y puede reconstruirse del dolor sin olvidar, que jamás se declara vencida y que siempre se sobrepone frente a la adversidad”. El ministro se declaró “emocionado, pero no sorprendido” por la presencia de los familiares de los chicos y de algunos de los cinco heridos por los disparos que hizo Junior y que lograron recuperarse, aunque siguen arrastrando un recuerdo que lastima. Estaban Cinthia Casasola y Rodrigo Torres, quien desde el año pasado integra el Coro de la Universidad de Río Negro.

Luego de interpretar con sus compañeros tres canciones del folklore y del rock argentino (“Soy como un tren”, “A que florezca mi pueblo” y “El témpano”), Rodrigo Torres le dijo a Página/12 que están bien y que “los otros cuatro chicos también están bien; en lo personal, el hecho de haberme sumado al coro y de haber encontrado un medio de expresión, me hizo bien, me siento con fuerza para seguir adelante”. También habló con este diario Mónica, la mamá de Sandra, quien dijo que lo sucedido “es una herida que nunca va a cerrar, porque aunque tengo otros dos hijos, ella siempre está presente, porque era mi compañera y eso no se puede borrar”. Se mostró agradecida por el homenaje que hicieron los chicos de las distintas escuelas, pero de todos modos señaló que “estos días previos a un nuevo aniversario son los más duros, los que te hacen revivir todo y me recuerdan que Sandra me hace falta, que no puedo olvidarme de lo que pasó”.

En el acto también habló Nora de Lucía, directora de Educación y Cultura de la provincia de Buenos Aires. “Nos hicimos presentes para acompañar a una comunidad conmovida por el dolor, que hoy renace a través de sus jóvenes, que mantienen viva la memoria de los chicos y que están sembrando la paz con vistas al futuro”, dijo la funcionaria bonaerense. También se leyó un mensaje del Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, quien señaló que “es necesario hacer memoria, no para quedarnos en el pasado, sino porque la memoria nos ilumina el presente, y desde el presente podemos construir la vida y saber que lo que sembramos lo recogemos”.

La directora de la Escuela Malvinas Argentinas, Adriana Roumec, que era profesora de historia cuando ocurrió la tragedia, encabezó una recorrida por el establecimiento que fue escenario de los hechos. Roumec, en septiembre de 2004, estaba dando clases en un aula contigua cuando escuchó los balazos que provocaron la muerte de tres alumnos y les produjeron heridas a otros cinco. Acompañada por el intendente local, Ricardo Curetti, y por los demás funcionarios, explicó que el aula donde estaban los chicos permaneció cerrada por varios años, “hasta que decidimos rehabilitarla como lugar de reunión y de encuentro con profesores y alumnos”. Las paredes del aula están llenas de fotografías y de escritos que recuerdan a los tres chicos asesinados. “En un día gris, la estridente mañana se llevó a tres ángeles; nadie se acostumbrará a vivir sin su compañía”, dice uno de los escritos y ése es el espíritu que caracterizó al acto de recordación de una tragedia que quedó marcada a fuego en esta ciudad ubicada a 937 kilómetros de Buenos Aires.