Sábado, 24 de enero de 2015 | Hoy
SOCIEDAD › PEDIDO DE LOS ABOGADOS DE LA MUJER QUE DENUNCIA AL PRINCIPE ANDRES
Los patrocinantes de la mujer que acusa al hijo de la reina de haber tenido sexo forzado cuando ella era menor de edad solicitaron al príncipe una entrevista bajo juramento. Sucedió un día después de que Andrés hablara por primera vez en público del tema.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
El escándalo que involucra en el Reino Unido al príncipe Andrés, acusado por una mujer en Estados Unidos de haber sido forzada a mantener con él relaciones sexuales cuando ella era menor de edad, no deja de crecer. Un día después de que el hijo de la reina Isabel se haya visto obligado a referirse en público al tema –negó todo rotundamente–, los abogados de Virginia Roberts, la denunciante, solicitaron al príncipe una entrevista de dos horas bajo juramento para hablar sobre la acusación que hizo su clienta.
Uno de los abogados de Roberts, Jack Scarola, indicó al matutino británico The Guardian que habían intentado hacerle llegar el mensaje al príncipe por FedEx, pero que no pudieron hacerlo porque el Palacio de Buckingham se había negado a recibirlo. “Esperamos que colabore voluntariamente. Si no lo hace, tendremos que apelar a la Convención de La Haya sobre el tema”, indicó Scarola.
El jueves, el príncipe Andrés se había visto obligado a negar públicamente las alegaciones. “Antes que nada, creo que debo dejar en claro respecto de los eventos ocurridos en las últimas semanas que reitero y reafirmo la declaración que hizo en mi nombre el Palacio de Buckingham al respecto”, señaló visiblemente nervioso el príncipe en su discurso en el Foro Económico de Davos.
El príncipe no tuvo más remedio que decir algo. El miércoles, los abogados de la norteamericana Virginia Roberts habían presentado un nuevo escrito ante la Justicia de Florida que ratificaba que había sido forzada por el multimillonario financista y pedófilo Jeffrey Epstein, de quien, según su testimonio, era “esclava sexual”, a tener relaciones sexuales con el hijo de la reina Isabel II cuando era menor de edad.
En el documento legal, Roberts asegura que esto ocurrió en tres oportunidades y lugares distintos: Londres, Nueva York y el Caribe. “Yo sabía que era miembro de la familia real británica pero lo llamaba Andy. La tercera vez que esto ocurrió fue una orgía en la isla privada de Epstein en las Virgin Islands, de la que participaron Epstein, Andy y aproximadamente ocho chicas, que me parecieron menores de edad, que apenas hablaban inglés”, señala la declaración de Roberts.
La negativa del príncipe, respaldada por el Palacio de Buckingham, no puede borrar un hecho: Su Alteza conocía a Roberts. La foto de los dos sonrientes cuando la mujer tenía 15 años circuló por todo el mundo.
La demanda se inició a principios de enero. En las semanas siguientes aumentaron los detalles de este escándalo que recuerda la época más negra de la familia real en los ’90, con el continuo goteo informativo sobre la tumultuosa separación de Lady Di y el hermano mayor de Andrés, el heredero al trono, Carlos. En un diario personal de 24 páginas publicado por el sitio online Radar, Roberts revela algunas presuntas inclinaciones sexuales del príncipe, como la adoración que tenía por sus pies, que solía lamer, y cómo se marchaba rápidamente apenas acabado el acto sexual.
El presunto proveedor de mujeres era el financista Jeffrey Epstein, un personaje que parece uno de esos magnates con oscuro pasado de F. Scott Fitzgerald, autor de El gran Gatsby. Criado en un barrio pobre de Brooklyn, tuvo su golpe de fortuna cuando un alumno suyo de la escuela privada de Manhattan donde enseñaba matemáticas lo puso en contacto con un miembro del banco de inversión Bear Stearns, el primer eslabón pesado en caer en bancarrota en el estallido financiero de 2008.
En los diez años siguientes, Epstein se convirtió en una de las personas más ricas de Estados Unidos. Entre sus contactos figuraban Bill Clinton, Donald Trump y Kevin Spacey, hasta que en 2005 fue arrestado después de que la madrastra de una menor de 14 años dijera que le había pagado 200 dólares a la chica por un masaje erótico. En un año aparecieron otras 40 menores con relatos parecidos y Epstein fue condenado a 18 meses de prisión luego de negociar con la fiscalía su declaración como culpable de un cargo menor –solicitar sexo pago con una menor– y su registro como pedófilo.
El príncipe Andrés intentó distanciarse de Epstein, pero no pudo evitar la cascada de fotos publicadas por la prensa de los dos juntos en eventos sociales y salidas. El caso de Virginia Roberts, una de las mujeres que no aceptó el acuerdo entre la fiscalía y Epstein, lo deja en el papel de aparente usufructuario de la “red de abuso sexual de menores” montada por Epstein.
En Davos, el príncipe evitó pronunciar el nombre de Virginia Roberts y se refugió en el comunicado del Palacio de Buckingham. “Es totalmente falso que el príncipe mantuviera cualquier tipo de contacto o relación inapropiada con una menor”, fueron las palabras del Palacio. Pero si Roberts no llega a un acuerdo con Epstein que ponga fin a la demanda judicial, el príncipe se verá obligado a prestar testimonio en los juzgados de Estados Unidos. En un Reino Unido ya sacudido por casos de pedofilia del “establishment” (ver en Página/12 “La saga de los pedófilos británicos”, del 8 de diciembre), será un nuevo símbolo de la impunidad del poder.
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