SOCIEDAD › OPINIóN

Cuando la hipocresía no da abasto

 Por Gabriel Mariotto *

“Digamos juntos desde el corazón: ¡Ninguna familia sin vivienda! ¡Ningún campesino sin tierra! ¡Ningún trabajador sin derechos! ¡Ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo!” La frase es del papa Francisco, en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares.

Y recuerdo las palabras de Osvaldo Ardizzone, en “A solas con uno mismo”: Cuando asistas sin inmutarte a un desalojo... comprobarás que te has transformado en lo que se dice comúnmente... ¡una mierda!

En la palabra serena de Francisco o en la poesía arrabalera de Ardizzone siempre me encuentro. Es por eso que no voy a aceptar jamás los atropellos, que como el miércoles 6 de mayo ocurrieron en la localidad del Abasto de nuestra ciudad de La Plata.

No puede entrar en la cabeza de nadie que en esta democracia que supimos conquistar tras años de lucha y trabajo, de pérdidas que aún nos duelen, que en esta democracia digo, encontremos entre sus integrantes a tipos que formalmente democráticos son –para no irnos de las esdrújulas– unos hipócritas.

Lo que se esconde tras los hechos del Abasto no es otra cosa que un negociado inmobiliario, con nombre y apellido, en la persona de quien a través de un artilugio legal reclama unas tierras que no le pertenecen. Ese que según muchos vecinos está acompañado por una autoridad eclesial que lo único que debe agradecerle a Dios es que nuestro Papa se encuentre a un océano de por medio, un juez de lapicera fácil para favorecer poderosos y una policía que no termina de entender que su función es proteger a la gente y no apalearla.

Mientras el gobierno nacional facilita créditos para la construcción de viviendas y el “mercado regulador” encarece los terrenos donde podrían construirse esas casas, es inmoral que cuatro vivos pretendan quedarse con 40 hectáreas sobre las que no tienen propiedad ninguna.

Mi firma en el documento que acompañaron organismos de derechos humanos y organizaciones sociales hace a mi responsabilidad como presidente del Senado bonaerense, donde con urgencia pretendemos dar tratamiento al proyecto de ley de expropiación 102-1516, mediante el cual se declara de utilidad pública y sujeto a expropiación el predio objeto del conflicto, para ser destinados a un plan de vivienda social.

Confío en una aprobación por unanimidad de este proyecto, ya que han sido muchas las veces que escuché en todas las bancadas la admiración y el respeto por las palabras y la obra de nuestro querido Francisco.

Y por las dudas, para quiénes no lo hayan leído, recomiendo el poema completo de don Osvaldo Ardizzone, para que cuando se miren al espejo no sea demasiado tarde.

* Vicegobernador de la provincia de Buenos Aires.

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