SOCIEDAD › LA MODA DE ADELGAZAR CON UN METODO DE ACUPUNTURA
La secta de la oreja
Se llama auriculoterapia. Consiste en llevar una pequeña aguja clavada en la oreja. Lo practican especialistas serios y otros de dudosa formación. Incluso, hay quienes atienden en garajes del conurbano y hacen pasar a los pacientes de a siete. A todos les prometen bajar de peso en pocas semanas. La explicación de los expertos.
Por Mariana Carbajal
Se sienten parte de una secta. Como Mr. Spok, el de “Viaje a las Estrellas”, se distinguen entre sí por sus orejas y van mirando orejas ajenas para encontrarse. Es que en el pabellón auricular esconden su secreto: cinco o seis semillitas apenas más grandes que la cabeza de un alfiler, sostenidas por una cinta adhesiva color piel. Entre ellos hay fiscales, psiquiatras, docentes, abogados, amas de casa, golfistas... todos con un mismo deseo: adelgazar. Son pacientes de auriculoterapia, un tratamiento basado en la acupuntura que están ofreciendo especialistas (a veces de dudosa formación) en livings o garajes de casas de barrios del conurbano o en departamentos porteños, convertidos por horas en consultorios. La cercanía del verano, la promesa de “resultados inmediatos sin contraindicación”, una abundante publicidad a través de pasacalles, avisos en diarios, volantes e incluso el boca a boca han llevado a que en el área metropolitana cada vez sean más los seguidores de Mr. Spok.
Bajo un sol piadoso, Ricardo C. caminaba por el campo de golf de un country de Ezeiza.
–Bajaste de peso –alcanzó a decirle una mujer desconocida hasta ese momento para él, excedida en unos cuantos kilos, que avanzaba detrás con su carrito con palos. Ricardo, de 65 años, sonrió, saboreó el comentario, y preguntó:
–¿Cómo te diste cuenta?
–Por las semillitas. Yo también las tengo –le aclaró ella e inmediatamente se levantó el cabello oscuro que caía sobre su oreja, para mostrarle la prueba de que pertenecían a la misma cofradía.
Desde ese día, que ocurrió dos fines de semana atrás, Ricardo se dedicó a hacer su propia estadística. “Somos como una plaga, casi una secta. En cualquier reunión encuentro a una o dos personas que tienen las semillitas o que conocen a una o dos personas que las tienen”, comenta a este diario. Y reconoce que camina por la calle mirando las orejas que se le cruzan en busca de otros, que como él, han optado por probar con la auriculoterapia para ponerse en forma.
El negocio mágico
En distintos barrios del conurbano se pueden ver pasacalles que ofrecen un “nuevo tratamiento para adelgazar con electroacupuntura y laserterapia” o a través de “auriculoterapia”. También han salido avisos en diarios con frases como ésta: “Para adelgazar no cierres la boca, poné la oreja”. El texto publicitario puede tener alguna variante, pero en definitiva la oferta termina siendo similar: la aplicación de unas pequeñas esferas como semillas de amapola en distintos puntos de la oreja para bajar la ansiedad o dar sensación de saciedad. Los pacientes deben seguir paralelamente una dieta hiperproteica, en la que se comen carnes y grasas y ningún hidrato de carbono, similar a la conocida como “Dieta Atkins”, que se ha dejado de usar a nivel mundial por sus efectos colaterales. “La presión de esos puntos en los que hay terminaciones nerviosas conduce información hacia el cerebro y permite liberar neurotransmisores y otras sustancias endógenas con efectos específicos, por ejemplo, bajar la ansiedad o dar sensación de saciedad”, explicó a Página/12 Samuel Aisemberg, presidente de la Sociedad Argentina de Acupuntura, que agrupa a médicos que practican en el país esta rama de la medicina tradicional china.
Pero Aisemberg alerta sobre la seriedad de quienes están ofreciendo este tipo de tratamiento. “Esta gente está haciendo un negocio de la desesperación de la gente por bajar de peso con una solución mágica. Están vendiendo estos tratamientos como si fuera una venta domiciliaria de cosméticos. Les ponen semillitas en cualquier lugar de la oreja o estudian un mapita de la oreja con los puntos de la acupuntura que alguien les enseñó y listo. Están atendiendo hasta en peluquerías. En primer lugar, es un desprestigio para la auriculoterapia”, despotrica Aisemberg. El mismo tratamiento se ofrece para dejar de fumar.
Los consultorios funcionan en casas de familias, que alquilan sus instalaciones al “especialista” un día a la semana. La misma dueña de casa suele ser quien recibe a los pacientes, que esperan en la cocina, convertida en sala de espera. La atención propiamente dicha es en un living o incluso en un garaje. En la Capital Federal, el tratamiento se ofrece en pequeños departamentos e, incluso, en peluquerías, como la que está en Scalabrini Ortiz, casi esquina Cabello, en el barrio de Palermo.
Pacientes en tanda
Ricardo C. decidió probar la auriculoterapia por recomendación de un vecino que vive en el mismo edificio que él en Banfield, que a su vez inició el tratamiento por consejo de un amigo.
–Ya cumplí 45 días y bajé siete kilos –dice con orgullo, pero aclara que ha seguido la dieta al pie de la letra y que en lugar de presionarse las semillas de su oreja tres veces al día unas diez veces seguidas cada una como recomienda la “doctora”, él lo hace no menos de diez veces por día y alrededor de veinte veces cada bolita.
Lo llamativo es que en cada consultorio se ofrece a los pacientes la misma dieta, que ya viene fotocopiada, es decir, no se trata de un tratamiento personalizado. En general, no se exigen análisis de sangre o colesterol previos. Y las semillitas se ubican siempre en los mismos sitios, cuando “una de las reglas terapéuticas de la medicina tradicional china es justamente el tratamiento individual para cada persona, ya que no se trata una enfermedad, sino un síndrome, es decir el conjunto de dolencias que presenta el paciente”, apuntó Ana María Carballo, profesora autorizada de la Facultad de Medicina UBA, donde dicta hace una década un curso de especialización en acupuntura, y entre otros temas enseña los secretos de la auriculoterapia. “Detrás de la acupuntura hay otros temas que no están vinculados con la salud. Hay mucho negocio, muchos falsos especialistas”, coincide Carballo.
Tan estandarizada es la atención en estos lugares que para poder atender más pacientes en menos tiempo los hacen pasar por tandas de a cinco o más.
–La primera vez que fui a atenderme nos hicieron pasar de a cinco, la última, esta semana, de a siete. Y en la sala de espera había diez personas con turno detrás mío –se sorprende Ricardo.
La “doctora” atiende un día a la semana entre las 14 y las 20 en el living de un modesto chalet, de rejas, de Banfield Oeste. Está organizada de forma tal que atiende unos tres grupos por hora. A 20 pesos la consulta, en una hora embolsa alrededor de 300 pesos y a lo largo de la media jornada laboral, unos 1800 pesos. La misma “especialista” atiende otros días en diversas localidades del sur del conurbano. Pero no es la única. Un centro de estética que ha publicitado en diarios de amplísima tirada ofrece bajar de peso con “auriculoterapia” en veinte sucursales distribuidas en barrios de Capital y partidos del conurbano y norte de la provincia. En general, el sistema obliga a los pacientes a regresar cada dos semanas para control de peso y recambio de semillitas: cada vez se debe volver a pagar.
Desde 2001, la acupuntura es considerada en el país un “acto médico”. Así lo estableció una resolución del Ministerio de Salud que dejó virtualmente en la ilegalidad al resto de los profesionales que la practican y derivó en una verdadera batalla que hoy está en plena ebullición, con presentaciones judiciales y reclamos administrativos de las partes afectadas (ver aparte).
Experta en aerobic
Un fiscal del conurbano, bastante excedido de peso, fue llevado a una consulta por su esposa a quien el tratamiento se lo habían recomendado dos psiquiatras. En su caso, la atención no fue grupal. La “experta” lo recibió en la puerta de una casa sencilla de Burzaco. Según relató el fiscal a este diario –con la condición de la reserva de su identidad–,el consultorio estaba armado en el garaje. “Sonaba música de Enya y se sentía olor a sahumerio”, recordó. Mientras esperaba su turno, el fiscal pretendió descubrir en los títulos enmarcados y colgados de la pared cuál era la especialidad de la “experta”.
–Buscaba alguna carrera universitaria, pero no encontré más que algunos cursos de “aerobic” –recuerda y se ríe a carcajadas.
Así y todo, el fiscal decidió esperar su turno. La “experta” lo hizo pesar y le entregó una copia con una dieta similar a la que le dieron a Ricardo en Banfield.
–Después me empezó a masajear la oreja, como si fuera una bruja leyéndome la oreja y me fue diagnosticando: vos tenés dolor de espalda, en eso le pegó, pero me dijo que del estómago andaba fenómeno y tengo una úlcera tremenda.
Luego siguió un procedimiento más o menos similar al que ocurren en estos consultorios: le ubicó con un detector eléctrico de puntos los lugares indicados para colocar las semillitas y se las puso. Le cobró 15 pesos y le anunció que tenía que volver en dos semanas.
–Si va a tu domicilio te cobra 17 pesos –contó el fiscal, que no tuvo la precaución de protegerse la oreja al bañarse y a la semana se le habían caído los porotitos.
–Pero la reposición está dentro del presupuesto.
La primera semana había bajado 4 kilos. Pero cuando a los quince días de la primera consulta fue a controlarse, en la balanza de la “experta” pesó 14 kilos menos.
–Lo mínimo que le podés exigir es que tenga una balanza que funcione –dice, descostillándose de risa.
Ricardo C. está convencido de que las bolitas bajan su ansiedad a la hora de comer. El fiscal, en cambio, no notó ninguna diferencia y a la tercera semana abandonó el tratamiento: “Bajás de peso porque la dieta es estricta y por el control quincenal. No hay magia”.