Miércoles, 27 de mayo de 2015 | Hoy
SOCIEDAD › CONMOVEDOR TESTIMONIO DE UN ENFERMO TERMINAL BRITáNICO QUE DECIDIó MORIR
Jeffrey Spector era empresario. En 2009 le diagnosticaron cáncer de columna. Ya en estado terminal, decidió viajar a Suiza para un suicidio asistido. “Nunca juzguen a nadie, a menos que hayan llevado sus zapatos”, explicó en una impactante despedida.
La muerte por suicidio asistido de un empresario inglés ocurrida en Suiza reabrió el debate sobre la eutanasia en Gran Bretaña. Jeffrey Spector fue diagnosticado en 2009 de un cáncer en la parte superior de la columna vertebral que lo dejaría paralítico, y decidió terminar con su vida tras despedirse de los suyos en una cena familiar. Pidió que no lo juzgaran por ello y alegó que lo hacía “por el bien de su familia”. Como la eutanasia es ilegal en el Reino Unido, el británico acudió a una clínica con sede en Zurich, que cobra por el servicio unos 10 mil euros.
El miércoles pasado, Jeffrey Spector, de 54 años, viajó a Suiza con su familia y amigos. Al día siguiente comió con ellos en un restaurante y todos sonrieron para una foto. Era la última cena: 16 horas después, Spector murió en un centro de suicidio asistido en Zurich. “Me estoy precipitando. Lo llamo la opción menos mala, lo mejor para mi familia en el largo plazo. Me voy antes de mi hora, pero no estoy asustado”, admitió frente a una cámara antes de morir. “Yo era una persona sana, pero mi vida dio un giro de 180 grados. Lo que comenzó como un dolor de espalda en 2008 se convirtió en una enfermedad que me llevó a tomar la decisión más horrible. Mis amigos, y sobre todo mi familia me han instado a no pasar por esto”, recordó el empresario de Lytham St Annes.
A principios de este año, la salud de Spector se deterioró al punto de que no tardaría en quedar completamente paralítico del cuello para abajo. Su diagnóstico no sólo era poco venturoso sino, también, irreversible. “Si hubiera sido más abajo en la columna vertebral, y sólo perdía el uso de mis piernas, me habría angustiado, pero al menos podía hacer frente a la situación”, remarcó. En los últimos meses, sus dolores aumentaron y el empresario sintió que la parálisis era inminente. Se llamaba a sí mismo “una bomba de tiempo caminando”: “Tenía dificultades para usar las manos y no sentía la presión en los dedos. Percibí que la enfermedad cruzó la línea roja y que estaba cada vez peor”. En consecuencia, pidió una cita para ir a la clínica Dignitas y poner fin a su propia vida.
En Holanda, Bélgica, Colombia, regiones de España y algunos estados de Australia y de Estados Unidos, la regulación de la eutanasia fue aprobada y declarada inconstitucional sucesivamente a través de los años. Por eso, la legislación es en ciertos casos ambigua. En Suiza, el auxilio al suicidio no es delito: su requisito ineludible es que detrás de la actuación de quien ayuda no haya ninguna motivación egoísta, ni de tipo personal o económico. El país alpino cuenta con tres organizaciones voluntarias que dan apoyo a las personas que lo solicitan –Exit, AMD y Dignitas– y la asistencia del médico no es necesaria, salvo para la prescripción del fármaco letal. En Dignitas –que abrió en 1998 y cobra cerca de 7000 libras (unos 9900 euros) por paciente–, 126 británicos acabaron con su vida por esta vía entre 2008 y 2012, con lo que se reavivó el debate en el Reino Unido. El parlamentario laborista Charles Falconer afirmó que quiere reintroducir un proyecto de ley que apruebe la eutanasia. “Da igual el lado que uno tome en el debate, es un tema que debería volver a ser debatido. No está bien que los enfermos terminales no tengan la opción de acabar con su vida”, dijo.
Spector –casado y padre de tres hijas de 21, 19 y 15 años– esperó a que su hija menor rindiera los exámenes del secundario para tomar su determinación. “Sé que algunas personas me van a criticar. Pero nunca juzguen a nadie, a menos que hayan llevado sus zapatos. Creo en mi derecho humano a la dignidad. Quiero poder tener una taza de té y sostener un teléfono”, explicó el británico, que el día antes de morir publicó una fotografía cenando en un restaurante con su familia.
“El está ahora en paz, lejos del miedo que lo rodeó en las últimas semanas de su vida. Apoyamos y respetamos su decisión”, dijeron sus allegados.
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