Martes, 10 de mayo de 2016 | Hoy
SOCIEDAD › OPINIóN
Por Alejandro Collia *
El dengue es hoy la enfermedad transmitida por mosquitos de más rápido crecimiento en el mundo, con casi 400 millones de infecciones cada año, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Factores como el incremento en la urbanización, la movilidad de las poblaciones y el cambio climático que amplían el rango de acción del mosquito vector, han creado las condiciones para la diseminación de la enfermedad.
La expansión del dengue en América ha evolucionado en los últimos 50 años. A mediados del siglo pasado, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) coordinó una campaña hemisférica para la erradicación del Aedes aegypti, que culminó a principios de la década del 60.
Desde entonces, la falta de recursos para solventar programas de control del vector en el continente provocó la reinvasión del mosquito, el resurgimiento de los brotes de dengue y la circulación de múltiples serotipos. Sólo en Brasil, que ahora está en el centro de la escena por el zika, se registraron 1,6 millones de casos probables de dengue en 2015, un aumento de 178 por ciento respecto a 2014.
Argentina no fue ajena a este proceso: mientras que había sido declarada país libre del mosquito transmisor del dengue en los años sesenta, debido a que varios países no lograron la eliminación, sufrió paulatinamente la reinfestación. En nuestro país el comportamiento del dengue es epidémico: los casos ocurren durante los meses de mayor temperatura, en estrecha relación con la ocurrencia de brotes en los países limítrofes. Y se ha constatado la presencia del mosquito transmisor de la enfermedad en la mayoría de las provincias.
En la provincia de Buenos Aires se estima que hay más de un millón de migrantes de países limítrofes afectados, que residen en los tres cinturones del Conurbano y que viajan con frecuencia hacia y desde los mencionados territorios. Por eso, muchos casos registrados son “importados” de países limítrofes que tienen brotes endémicos de dengue, esto es, donde la enfermedad está siempre presente.
Precisamente, esta situación endémica en la región desencadenó en 2009 una epidemia con casi 28 mil enfermos. A partir de entonces, sin embargo, en los últimos 6 años se produjo una franca disminución de la curva epidemiológica del dengue con un descenso sostenido de pacientes enfermos en el país, en especial en la provincia de Buenos Aires, a partir de la implementación del Plan Nacional de Prevención y Control del Dengue, que instrumentó en agosto de ese año el gobierno nacional.
Se trató de una planificación integral y multisectorial diseñada para reducir el riesgo de propagación de brotes, garantizar la detección precoz de los casos de dengue, orientar las acciones de control de forma anticipada, disminuir el impacto socioeconómico y evitar que el dengue se convierta en un mal endémico en el territorio nacional.
Así, Argentina se volvió una fiel custodia de sus fronteras llevando adelante políticas de control del vector, el mosquito Aedes aegypti, tanto en la línea de frontera como en el territorio. Fueron acciones coordinadas con las provincias afectadas de la extensa geografía de nuestro país, articuladas con los países limítrofes.
En la provincia de Buenos Aires, el 30 de junio de 2009 el gobierno de Daniel Scioli aprobó el Decreto 1040/09, que estableció la Emergencia Sanitaria, “con específico alcance administrativo para la incorporación de recursos humanos” y la implementación de un Plan de Contingencia que incluyó la creación de una Red de Laboratorios de Referencia para el diagnóstico de casos. Además, se coordinaron con los municipios operativos de descacharrado y de fumigación para control de foco, se trabajó con la comunidad para conseguir un cambio de comportamiento, se instalaron larvitrampas y ovitrampas para monitoreo, y se crearon guías de intervención para el equipo sanitario, para la comunidad educativa y de control vectorial. Con estas acciones, tras el brote de 2009 se logró, en las temporadas sucesivas, Circulación Cero del virus del dengue en la Provincia.
Lejos de quedarse de brazos cruzados, en 2011 el ministerio de Salud de Nación se preparó para afrontar una eventual epidemia de dengue grave a raíz de la expansión de una variante del virus del dengue, el serotipo 4, en sintonía con el alerta epidemiológico emitido entonces por la OPS. Es que la incorporación de un nuevo serotipo en áreas donde ya han circulado diversos serotipos multiplica las posibilidades de ocurrencia de dengue hemorrágico, con un aumento de la letalidad.
Sin embargo, Argentina volvió a sucumbir al dengue este verano en versión agravada: las actuales autoridades sanitarias del país reconocieron que “no hemos sido exitosos en la prevención y el control” y que el brote actual “fue muy superior al de 2009” con más de 63.952 casos notificados y 35.000 confirmados.
La asunción de la responsabilidad de un gobierno nacional y de los gobiernos provinciales afectados, debiera comenzar por el reconocimiento de lo que no se hizo o no se hace en el momento oportuno. De tal modo, si bien como ya he mencionado, existe una multicausalidad de factores sociales, ambientales y climatológicos que coadyuvan a la propagación de la enfermedad del dengue, la discontinuidad de las acciones programáticas de prevención y control del dengue por parte del gobierno actual, favoreció directamente la presencia del brote epidémico y el incremento del número de pacientes afectados por la enfermedad.
Generar políticas públicas requiere planificación, coordinación y, en especial, del sentido de la oportunidad, además de un marco político y una ideología de gestión centrada en la salud como derecho,que encamine nuestras acciones.
Por eso, la puesta en marcha en 2009 del Plan Nacional de Control del Dengue, conjuntamente con las provincias, permitió tener una estrategia sostenida que, al margen de los comportamientos de la enfermedad en la región, produjo un descenso de casos. Hoy, en cambio, todo parece indicar que la única apuesta del Estado es a que empiece el invierno y el frío haga desaparecer a los mosquitos.
* Ex ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires. Actual secretario de Salud de La Matanza.
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