Miércoles, 11 de mayo de 2016 | Hoy
SOCIEDAD › SEGUIRá DETENIDO EL ACUSADO POR EL DOBLE FEMICIDIO
Cristian Héctor Perrone (43), el sereno acusado del doble femicidio de Florencia Ayelén Mariezcurrena y su amiga María Soledad Ramos, que fueron violadas y estranguladas en un galpón de Ramos Mejía, se negó ayer a declarar y seguirá detenido.
Perrone fue apresado el lunes cerca de General Acha, en La Pampa, y ayer fue trasladado a los tribunales de La Matanza, donde lo indagó el fiscal de Homicidios José Luis Maroto.
El magistrado le imputó los delitos de “abuso sexual seguido de muerte, dos hechos” y “robo”, ya que considera que se llevó pertenencias de las víctimas luego de asesinarlas.
Perrone, que es asistido por un defensor oficial, seguirá preso a disposición de la jueza de Garantías 1 de La Matanza, Mary Castillo, mientras se resuelve su situación procesal.
Si bien recién hoy se va a hacer un inventario de todo lo incautado en poder del acusado al momento de su detención, un primer informe indicó que le hallaron cuatro celulares, uno de los cuales, se cree, pertenecía a María Soledad, ya que su aparato desapareció de la escena del crimen, mientras que Floppy Mariezcurrena aparentemente no tenía teléfono.
Otros de los elementos de cargo incautados por los policías pampeanos son una fotocopia del DNI de Ramos, un secador de pelo –que no le pertenece a él ya que es calvo– y una tablet, cuya procedencia tampoco pudo explicar el imputado.
Por otra parte, Maroto recibió datos sobre la causa que tramita actualmente en la Unidad Funcional de Instrucción descentralizada 1 de Ezeiza en la que Perrone está acusado de abusar sexualmente de una hija suya menor de edad.
Esta denuncia fue radicada el 1º de julio de 2015 por la madre de la niña, que por entonces era pareja de Perrone. Luego de la presentación en su contra, se separaron y él no volvió a ver a la mujer ni a su hija.
El hecho que se le imputa al ahora detenido fue descubierto el viernes en un galpón situado en Avenida de Mayo 2080, de Ramos Mejía, donde Perrone –quien en 1999 había salido de prisión tras purgar una condena por tentativa de homicidio y hurto calificado– trabajaba de sereno. En el lugar vivía Ramos en una pequeña pieza junto a sus hijos de 7 y 9 años, quienes se encontraban en la escuela al momento del asesinato de su madre, y el día del hecho la había ido a visitar su amiga Floppy. Empezaron a buscarlas cuando las maestras denunciaron que nadie había ido a retirar a los chicos.
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