Sábado, 17 de septiembre de 2016 | Hoy
SOCIEDAD › OPINION
Por Roberto Samar *
En un acto protocolar en la provincia de Río Negro, el ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, sostuvo: “Tratando de pensar en el futuro, esta es la nueva campaña del desierto”.
Según la publicación Racismo del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, “la llamada Conquista del Desierto de 1871 consistió en una campaña militar impulsada por el general Roca que implicó la matanza de miles de personas pertenecientes a los pueblos tehuelche, mapuche y ranquel. La idea de ‘desierto’ supone la idea de lugar no habitado. En el caso de la campaña de exterminio llevada a cabo, el ‘desierto’ connotaba una mirada claramente etnocéntrica –criolla, europea– que no reconocía como pobladores a los miles de seres humanos que de hecho habitaban la Patagonia”.
En el mismo sentido, para el historiador Osvaldo Bayer, “un genocidio es un genocidio y no se lo puede tapar con el eufemismo de llamarlo la ‘Campaña del Desierto’. También quedó en claro que, además del genocidio y el robo de tierras, los vencedores volvieron a practicar la odiada esclavitud que había comenzado a eliminarse en nuestro país en la célebre Asamblea del año XIII”.
Entender que fue un genocidio nos obliga a repensar nuestra forma de actuar como sociedad. Porque todas las personas tenemos los mismos derechos, pero cuando un grupo fue históricamente vulnerado le costará más ejercerlos.
Para ilustrarlo: a la comunidad mapuche le costará ejercer su derecho a la educación porque para su cosmovisión las montañas, el agua, las piedras tienen newen, tienen vida y energía. Les costará ejercer el derecho a la cultura, porque se los invisibiliza en los medios de comunicación o se los asocia al atraso. Les costará ejercer el derecho de ser felices desde su cosmovisión porque el kvme felen, el “buen vivir”, es producto de estar bien física, espiritual, social y territorialmente; y vivimos atravesados por discursos que nos llevan a asociar la felicidad al consumo.
Como sostiene el doctor Raúl Zaffaroni, “el genocidio indígena actual está invisibilizado por una cuestión de clase y etnia. El genocidio de los pueblos originarios no lo practicó sólo el colonizador, se viene practicando desde la emancipación, con múltiples tratados que se violaron con jefes indígenas, que el Estado no respetó. Todo eso amerita un reclamo de reparación interna. Nadie puede revertir lo que sucedió. Lo que podemos modificar en el plano interno es la propagación de ese genocidio. Se puede y se debe compensar hoy a quienes están sufriendo las consecuencias del genocidio pasado. Ese es un reclamo legítimo y es necesaria una reparación.”
Que el ministro de Educación de la Nación reivindique la idea de “campaña del desierto” invisibiliza la brutalidad de un Estado que buscó exterminar un pueblo. Contrariamente a esta mirada, el Estado debería primero pedir disculpas por sus crímenes atroces, luego desarrollar políticas reparatorias para que los pueblos originarios de este territorio puedan ejercer sus derechos históricamente vulnerados y para vivir su cosmovisión plenamente en esta sociedad intercultural.
* Docente de la Universidad Nacional de Río Negro. Licenciado en Comunicación Social (UNLZ).
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