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Una alianza entre una cooperativa de desocupados de La Matanza, la fundación Poder Ciudadano, un diseñador de moda y dos empresas textiles generó un emprendimiento que dará trabajo a varios desempleados: la confección de guardapolvos. La iniciativa se llevará a cabo en el taller de costura de la cooperativa, ubicada en Laferrère. La agrupación está integrada por 50 personas que viven de changas y de los múltiples emprendimientos que realizan desde 1995, cuando formaron el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD). Algo que los caracteriza: nunca aceptaron planes sociales del Gobierno.
El edificio donde funciona la Cooperativa del Barrio La Juanita se levanta sobre una calle de tierra. Allí, Toty Flores, uno de los referentes de la cooperativa, invitó a Página/12 a recorrer el lugar, donde sobrevuela una mezcla de aromas a pan casero y puchero, preparado en una cocina solar, y a verdura fresca de la huerta.
El predio, donde la cooperativa realiza las actividades, es de mil metros cuadrados. Casi la mitad está ocupado por una escuela abandonada, cedida en comodato por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, que la agrupación reabrirá el año próximo bajo el modelo de la educación popular. “La educación oficial es autoritaria, porque plantea que los de arriba tienen todo el saber y los de abajo no. Todos tenemos algo para enseñar y algo para aprender”, aclaró Flores. Para concretar ese sueño necesitan chapas para techar tres de las seis aulas de la escuela. Mientras, en mayo abrirán un jardín de infantes para 53 chicos, en su mayoría hijos de miembros de la cooperativa. “El proyecto educativo –contó Flores– apunta a que las nuevas generaciones aprendan en la escuela a tener una mirada crítica.”
En una de las aulas funciona el taller de costura, donde trabajan 6 mujeres. Mate de por medio y con suave música de fondo, que se confunde con el ruido de las 3 máquinas de coser, compradas con dinero donado por la Embajada de Suiza, las mujeres cosen, interrumpen la labor con algún comentario, vuelven a coser, observan el pedazo de patio que se deja ver por entre la puerta y vuelven la vista a la incipiente prenda.
“Hasta ahora confeccionábamos prendas de todo tipo pero dentro de un mes comenzaremos con la producción de guardapolvos”, señaló Flores. “La diferencia de este movimiento con otros piqueteros es que no negocian planes asistenciales”, señaló a Página/12 el representante de la Fundación Poder Ciudadano, Carlos March, entidad que desde hace dos meses los capacita sobre participación ciudadana. Ese fue el primer paso para formar la alianza social.
La Fundación propuso al diseñador de moda Martín Churba, creador de la marca Tramando, que ideara una indumentaria para promocionar al taller de costura de la cooperativa. “Elegimos el guardapolvo porque es un icono del trabajo. Además lo usan personas de diferentes niveles sociales: médicos, científicos, artistas y muchos otros”, afirmó Churba.
Por el momento, y hasta dentro de 15 días, las 6 mujeres de la cooperativa son capacitadas por empleados del taller textil Casa Quintás, quienes además donaron la confección de guardapolvos con tela aportada por la empresa INTA, para ser canjeados a 50 pesos por unidad, en dos ferias de la moda que se realizaron en Buenos Aires. El total recaudado superó los 2 mil pesos, que la cooperativa invertirá en maquinarias. Y dentro de un mes producirán guardapolvos para Casa Quintás. “Es un desafío. Pero creo que es posible. Si no pudiéramos realizar este proyecto, cómo pretendemos lograr cambiar el mundo”, dice Flores.
Según el presidente del INTA, Patrik Binder, la operatoria común es posible porque “existe una necesidad de parte del sector textil, ya que cuesta conseguir talleres. Por otra parte, es una oportunidad para la reinserción laboral de mucha gente”. Ser desocupados jamás fue una excusa para no trabajar en los integrantes de la cooperativa, y eso se refleja en los múltiples emprendimientos que llevan a cabo. Hay una postura que Flores deja en claro: “No compartimos la concepción del trabajo actual que envuelve a las personas en una vorágine que los hace llegar reventados a sus casas. Creemos que es posible trabajar y que haya espacio para la creatividad y la integración familiar”.
La lucha comenzó en 1995 cuando formaron el Movimiento de Trabajadores Desocupados de la Matanza. “Fuimos quedándonos solos por no aceptar los planes sociales –dice Toty–. Hoy la realidad demuestra que los planes no han bajado la pobreza y condicionan a la gente a seguir en situación de absoluta indefensión.”
En 1997 crearon un taller de serigrafía. De esa iniciativa, hoy sólo queda una máquina offset, pero los cooperativistas no pierden las esperanzas. En 1998, hicieron el programa de radio Encuentro con los trabajadores desocupados por FM 90.5. Luego asistieron al primer Foro Social Mundial en Porto Alegre, de donde trajeron muchas ideas. “Allí aprendimos la importancia de tener una estrategia y no sólo trabajar en la inmediatez”, destaca Flores.
Con la indemnización de dos integrantes formaron la MTD Editora y publicaron dos libros. En uno plasmaron las entrevistas realizadas en el Foro Social y en el otro cuentan la historia del movimiento. Como tuvieron excelentes ventas, ahora piensan en el tercero. Pero el máximo objetivo que persiguen es reabrir la escuela. Y cada uno de los integrantes trabaja para concretar ese proyecto.
En la panadería de la cooperativa, otro de los emprendimientos, no hay maquinarias, sólo un palo de amasar, una mesa grande, harina, la mano de obra y un horno de barro. En la huerta, donde enseñarán a los niños de dónde salen los alimentos, crecen las semillas regaladas por el Movimiento Sin Tierra brasileño. Y en el patio, donde reina un enorme eucalipto, la cocina solar hizo hervir el puchero de verdura. Allí, el aroma intenso anuncia que ya es hora del almuerzo.