SOCIEDAD › OPINION
Alrededor de Maradona
Por Diego Bonadeo
Casi desde el tiempo de los “Cebollitas” –principios de la década del ‘70– el más grande tuvo su “alrededor”. Ya por entonces, casi en edad de escuela primaria, iban apareciendo los merodeadores. Treinta años y tantas cosas después, ese alrededor se emparentó muchas veces con una obscena voracidad. Voracidad por cualquier cosa que tuviera que ver con Maradona. Por estas horas, muchos de quienes ante cada contratiempo vociferaban plañideros “hay que ayudarlo”, remedando el adagio jauretcheano “animémonos y vayan”, y seguían exprimiendo lo que quedaba por exprimir, volvieron a la carga desde el domingo a la tarde.
El desfile insolente de toda laya, que casi todos los medios se empeñaron en mostrar y comunicar, hace difícil pensar algo diferente a lo que parece irremediablemente establecido. La prensa canalla –o por mejor escribir “la canalla”– no se privó de ningún golpe bajo, ni de ningún personaje descartable.
Desde la innecesariamente madura angustia de la hija del 10 reconviniendo por celular y al aire a uno de los portaestandartes de la televisión basura, en una de las pocas sensateces de estas horas, hasta los dealers y los diretes –embozados o no– tratando de explicar lo que nadie cree. Pasando por testimonios recogidos por movileros de albañal de personajes como el asistente de la Selección Nacional proveedor de la pócima vomitiva a Branco en el Mundial de Italia, afirmando cual Premio Nobel de Medicina que Diego estaba mejor, o gigolós de adictos proveedores de recetas supuestamente salvadoras, o el propio portaestandarte promoviendo su espacio con afirmaciones tales como “yo sé si Maradona se va a morir o no”.
En medio de tanta insensatez, el actual técnico de Estudiantes de La Plata puso cordura al aconsejar recurrir al parte médico. Aunque el portavoz sea quien presume de facultativo de cabecera de Maradona, aunque más parezca un cholulo de cuarta, de cuanta cámara o grabador se encienda a su alrededor.