SOCIEDAD › SEGUN EL GOBIERNO PORTEÑO, VIVEN EN LA CALLE 3500 PERSONAS
Buenos Aires, territorio de homeless
La demanda de techo se triplicó en los últimos tres meses. En Plaza Congreso viven 35 personas, sin contar a las no censadas.
Por Eduardo Videla
El número de personas que viven a la intemperie en la ciudad de Buenos Aires crece en forma cotidiana y la demanda de un techo por parte de familias con chicos y personas solas ya superó con creces las posibilidades de alojamiento que brinda el gobierno porteño. Los cuadros más dramáticos se viven en la plaza Congreso, donde habitan un total de 35 personas, sin contar las que no están censadas por el programa asistencial Buenos Aires Presente (BAP), y en Plaza Once, donde sólo en un andén de la estación ferroviaria viven unas 55 personas. Los desalojos judiciales registrados entre febrero y marzo agravaron la crisis: decenas de habitantes de casas tomadas o, simplemente, familias que ya no pudieron pagar más el alquiler fueron lanzadas a la calle en los últimos dos meses.
“Estamos trabajando contra reloj para abrir un nuevo hogar, para 200 personas, en Retiro, antes de que llegue el invierno”, dijo a Página/12 la secretaria de Desarrollo Social, Gabriela González Gass. “Pero eso es como una gota en el mar: calculamos que hay entre 3000 y 3500 personas en situación de calle”. Antes de la crisis de diciembre había unas 1200.
“¿Usted no sabe de un lugar para pasar la noche?”, pregunta Ceferino al cronista de este diario, desde el colchón que le sirve de casa, en Hipólito Yrigoyen al 1600, frente a la Plaza de los Dos Congresos. Tiene 35 años y es oriundo de Ayacucho pero ha recorrido todo el país, haciendo changas con las que pudo solventar una habitación de hotel. Pero ahora es distinto: hace tiempo que no trabaja y vive de la caridad. “Tengo principio de hepatitis, estoy medio arruinado. Si al menos tuviera un domicilio podría buscar trabajo...”, suplica.
A metros de allí hay un móvil del BAP, y los necesitados, que ya conocen a los profesionales, se acercan a pedir ayuda. Es el caso de Gabriel (25) y Adriana (24), que tienen dos niños de 4 y 2 años, más uno que viene en camino. “Voy todos los días a Entre Ríos y Pavón, pero no me dan ninguna solución”, se lamenta Gabriel, aludiendo al lugar donde funciona la Secretaría que otorga las plazas de hoteles u hogares. Los cuatro habían regresado meses atrás a Salta, su provincia de origen. Pero no tuvieron suerte y volvieron hace un mes a Buenos Aires. Ahora él trabaja cuidando coches en las calles del centro y a la noche los cuatro duermen frente al local de las Madres de Plaza de Mayo.
“Nosotros sólo podemos dar soluciones de emergencia, uno o dos días en hotel”, dice a Página/12 la coordinadora del BAP, Patricia Malanca. La sensación de los profesionales que trabajan en el programa es de agobio: los hoteles de la ciudad están habilitando uno o dos lugares por semana, lo que convierte su tarea en un gran despliegue de buena voluntad con pocos resultados concretos.
“Todos nuestros servicios están colapsados”, admite González Gass. “No tenemos capacidad para responder porque cada vez hay más gente en situación de calle”, agrega. Al día de la fecha hay 8300 personas alojadas en hoteles, pagados por el gobierno porteño, a razón de cuatro pesos por cabeza. “Aunque todo el mundo cuestiona esta operatoria y nosotros estamos buscando soluciones alternativas, en estas circunstancias no la podemos suspender”, advirtió la funcionaria.
En la plazoleta de Rivadavia y Paraná, frente al teatro Liceo, Juan (17) y Patricia (20) aguardan con su hijito Juan Manuel, de 17 meses, una solución. Su caso es más bien complejo: llegaron desde Formosa hace 5 meses y ya fueron trasladados a dos hoteles. Pero, disconformes con los lugares, volvieron a la plaza. Ahora tienen dos carpas y un montón de enseres que les fueron acercando los vecinos: una mesa, varias sillas, un cochecito para el bebé, bolsas con ropa y mantas. “Después de todo, acá comemos todos los días”, dice Juan. Se refiere a la ronda de leche con pan que todos los días les acerca a todos los homeless de Congreso un grupo evangelista de la zona. Y al almuerzo que reciben día por medio. Ellos pueden usar el baño que les prestan en un estacionamiento vecino, pero enel lugar que habitan sobrevuela el olor a excrementos: las escaleras que conducen a un depósito, en el subsuelo de la plaza, son usadas como retrete por otros vagabundos.
“En la zona hay varios comedores, o servicios alimentarios, de la asociación civil El Refugio y de distintas iglesias, lo que favorece el asentamiento de personas”, dice la coordinadora del BAP.
Para González Gass, el fenómeno se ha multiplicado en los últimos tiempos no sólo por los desalojos sino también porque “hay mucha gente del conurbano que tiene trabajos eventuales o se dedica a la mendicidad, que antes tenía la posibilidad de volver a la noche a sus casas y ahora se queda de lunes a viernes, a la noche, en las plazas o cerca de las estaciones de ferrocarril”. Eso explica por qué unas 55 personas duermen cada noche en el andén 10 de la estación Miserere.
Los nuevos homeless se suman a los crónicos, que también tienen sus representantes en Congreso. Por ejemplo, Petrona (54), que ya hace dos años ocupa una buena parte de Plaza Lorea. Convive con otras dos mujeres mayores, y en todos estos años ha ido acumulando un surtido de pertenencias que superan lo imaginable: changuitos de supermercado, plantas, flores de plástico, sombrillas, ositos de peluche, elementos para cocinar, altares y estampitas, más un afiche que dice “Seineldín, reserva moral de la Patria”.
“La plaza es pública”, dice Petrona, para fundamentar su presencia en el lugar y su rechazo a las ofertas para llevarla a un espacio con techo. “El problema son mis cosas, no las puedo llevar a un hotel”, explica. “Hace un tiempo me las llevaron a un depósito, por Chacarita, pero yo misma las fui trayendo de vuelta.”
Para paliar la demanda, la Secretaría trabaja en la refacción de un inmueble en Monserrat, para albergar a mujeres y chicos, y en el acondicionamiento de un galpón cedido por la Administración General de Puertos, para alojar a unos 200 hombres.
Esta semana, el gobierno porteño lanzó un plan de emergencia, en un intento por resolver el problema de la gente de Congreso y con el objetivo de liberar el espacio público. El viernes, el BAP logró, como excepción, alojar a seis hombres en hoteles y a otros tres en los hogares para sin techo. El operativo continuará esta semana, en forma conjunta con la Dirección de Espacios Verdes, encargada del mantenimiento de las plazas, la Guardia de Auxilio.
Los funcionarios, sin embargo, se encuentran ante una encrucijada: el lugar que dejen estos sin techo será ocupado en poco tiempo por otros, recién llegados al mundo de los homeless.