SOCIEDAD › OPINION
La gestión hospitalaria
Por Alfredo Stern *
Muchas veces escuchamos decir que falta profesionalismo en la forma de gestionar, de conducir un sistema. Muchas veces, también, se lo ha acusado de tener arraigadas formas tradicionales de burocracia que han llevado al continuismo y la perpetuidad de cargos.
El sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires tiene una red de servicios que atiende a millones de personas por año. Por eso, la coordinación e integración de esta red conlleva una complejidad organizativa y administrativa que no se puede minimizar; al contrario, para garantizar un sistema que esté realmente al servicio de la población se requiere de un alto compromiso y de una profesionalidad en la conducción.
Dentro de la red de servicios, los hospitales son pilares fundamentales en el sistema de atención de la salud. Estos, como sostienen varios estudiosos sobre el tema, son las organizaciones sociales más complejas de dirigir porque en ellos se combinan no sólo los requerimientos de subsistencia sino también de atención médica de miles de personas cada día, cada una con su individualidad, sus sentimientos y sus necesidades. La característica de la condición de tecnología y mano de obra intensiva de las organizaciones de salud permite comprender que no se puede administrar simultáneamente instituciones con presupuestos millonarios y demanda de atención creciente, sin acudir a profesionales expertos en la materia específica.
Muchos perciben –y nosotros también– que, las formas de conducción con las que se han gestionado los hospitales hasta el presente, deben ser renovadas a la luz de las necesidades de la comunidad que se pretende atender en el futuro próximo. Hoy, como Gobierno, creemos que es necesario cambiar aquellas formas y comenzar un camino hacia la profesionalización.
La cultura de administración basada en el rechazo del riesgo, pocos incentivos tangibles para quienes conducen y el gran peso de la burocracia, han generado un modelo de gestión de continuidad, con tendencia a la centralización, bajos niveles de autonomía, muy reglamentarista y con grandes dificultades para la introducción de nuevos instrumentos de gestión.
Aunque nos cueste reconocerlo y pongamos en juego todos los días nuestros máximos esfuerzos para mejorar la forma de gestionar desde el Estado, éstas son las dificultades y por eso tenemos que cambiar el modelo que persistió por casi veinte años.
En este sentido, como Gobierno, hemos tomado una decisión trascendente que apunta a profesionalizar la gestión. Que sean los mejores quienes accedan a los puestos de conducción y que lo hagan a través de concursos que sean públicos con garantía de seriedad y transparencia.
Quienes desde ahora en más conduzcan nuestros hospitales serán quienes acrediten de mejor manera su idoneidad para el cargo y la función encomendada. Necesitamos cubrir los puestos con profesionales con capacidad de liderazgo, desterrando el “amiguismo”. Que se comprometan claramente en la defensa del Hospital Público, al servicio del pueblo, que brinde una atención digna, equitativa y eficiente en el marco de las políticas de salud de nuestro gobierno.
* Secretario de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.