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Por Horacio Cecchi y Raúl Kollmann

La movida fue a lo grande. Las puntas que se buscaban, al menos una docena de nombres vinculados directamente al secuestro de Cristian Riquelme. Ayer, un ejército de policías de San Martín y San Isidro, con helicópteros, tres equipos del grupo especializado Halcón, casi un millar de uniformados, realizó 53 allanamientos en tres villas de José León Suárez, en viviendas de clase media de Pablo Nogués, Boulogne y San Isidro. De los casi 40 detenidos, siete están acusados de pertenecer a diferentes escalones de la banda que secuestró al jugador. Dos de ellos son contadores y una tercera, abogada, de Boulogne y San Isidro. Entre los hallazgos, fueron secuestradas balas de 50 milímetros para ametralladora antiaérea, quizás para la misma arma utilizada en el asalto al blindado en La Boca, en octubre de 2000. A otros detenidos se los vincula con cuatro secuestros ocurridos en San Martín en los últimos ocho meses. “Estamos casi seguros de que todos esos golpes fueron dados por células de la misma banda”, reveló a Página/12 una alta fuente de la investigación. Algunos indicios apuntan al secuestro del empresario Abraham Awada y del hijo del comerciante Miguel Latrecchiana. “Parece que abrimos una caja de Pandora”, describió la misma fuente.
A las 19.30 de ayer, los allanamientos realizados desde muy temprano sumaban 53. El último se desarrollaba a esa hora, en Boulogne, y lo encabezaba el propio juez de la causa, Roberto Marquevich. Fue tan grande el área geográfica cubierta que el juzgado pidió la colaboración de las DDI de San Martín y San Isidro, las departamentales de Seguridad de las mismas jurisdicciones, además de dos helicópteros, Guardia de Infantería, el grupo de choque Marea, y los especializados del Halcón.
Las órdenes de allanamiento firmadas por Marquevich se concentraban en algo más de una docena de nombres, identificados por los investigadores como integrantes de la banda que secuestró a Cristian, el hermano del crack boquense. Los datos recibidos por “cinco infidentes”, según confió a este diario una fuente confiable de la investigación, permitió a Marquevich albergar expectativas concretas de que la resolución del caso Riquelme abriría la puerta de otros secuestros como los de Awada y Latrecchiana, este último hijo del dueño de un corralón de materiales de Villa Maipú.
El operativo se inició simultáneamente en las villas Hidalgo, La Corea y La Cárcova, del partido de José León Suárez. A partir de allí, las fuerzas policiales avanzaron sobre algunas viviendas de clase media de la zona de Pablo Nogués y Boulogne, incluyendo varias armerías legalmente habilitadas. Al menos seis de los detenidos se encuentran vinculados al caso Riquelme. “Dos son contadores y una es abogada”, reveló un investigador.
La estructura de la banda que comenzó a salir a la luz es bien compleja.
- Composición celular dividida en especialidades.
- Algunos ocupaban el rango de profesionales, por su función específica: según los investigadores, Luciana Aparicio, abogada, y los contadores Cristian Leguizamón y Martín Alvarado, ocupan ese rol.
- Otros se encargaban de obtener celulares. “Secuestramos unos 120 -confió el investigador–. Cuarenta corresponden a la banda que secuestró a Riquelme. Mario Furer es uno de los detenidos que se ocupaba de esa tarea”.
- Grupos de apoyo se dedicaban a proveer de alimentos a los secuestrados y otros dedicados a vigilar los movimientos policiales. Entre los detenidos, los investigadores señalaron a Guillermo Frías, “el Tucumano”, y Oscar “Nikki” Rodríguez.
- También había un grupo dedicado a proveer de armas. Guillermo Cacciamani, dueño de una armería de Boulogne, figura en ese grupo. El armamento secuestrado era bien pesado. Para dar una idea, uno solo de los equipos policiales secuestró un par de escopetas de caza mayor de cañorecortado, un FAL 762, una escopeta Batan 12.70, un fusil ametralladora con mira telescópica, una pistola Magnum 44 y un Colt 38. La estrella, sin duda, correspondió a las municiones gruesas: una buena cantidad de balas calibre 50, para ametralladora antiaérea, coincidentes con el arma utilizada en el asalto al blindado de La Boca.
u Los investigadores prestaron especial atención a más de mil dólares en billete. A última hora continuaba el chequeo, para determinar si la numeración había correspondido al secuestro de Riquelme o a algún otro.
Durante los allanamientos, los uniformados se encontraron con algunas sorpresas. En una de las viviendas, descubrieron documentación de una quinta de Barrio Frino, José C. Paz, que había sido alquilada en el mismo período en que mantenían secuestrado, allí mismo, a Miguel Villalba, hermano de Mameluco, un conocido narco de San Martín.
Todavía no se ve el fondo de la caja de Pandora. Ahora, los investigadores se dedican a comparar voces, a determinar si las ropas secuestradas (cadenitas que se corresponden con las que robaron a Riquelme y camperas negras con corderito, que utilizaron durante el secuestro), y a unir puntas. Como un anuncio del tiempo, una fuente judicial pronosticó: “Vamos a tener un fin de semana largo y movido”.