SOCIEDAD › EL TERRIBLE RELATO DE UN SOBREVIVIENTE DE LA 1ª DE QUILMES
“A los heridos les seguían pegando”
Era su primera noche en una comisaría. Lo llevaron por no tener DNI y luego lo acusaron de robar 8,5 pesos y un handy. Tiene 17 años y está en terapia intensiva. Recién ahora pudo contar el infierno de la seccional donde murieron tres chicos. Su padre la repitió a Página/12.
Por Carlos Rodríguez
El chico, de 17 años, sigue en la sala de terapia intensiva del Hospital Interzonal de Lanús. Ahora está fuera de peligro, pero la pasó mal. “Fue su primera noche en una comisaría, no tiene antecedentes, y ahora que recuperó el conocimiento no hace más que llorar cada vez que recuerda cómo lo golpearon los policías, antes y después del incendio, y cómo vio morir a los otros chicos. ¿Quién paga por lo que hicieron?” Desde la noche del miércoles 20 de octubre, cuando su hijo detenido en la comisaría 1ª de Quilmes tuvo que ser internado en terapia intensiva, con quemaduras y golpes, Marcelo López pasa buena parte de sus días en la sala de espera del hospital. “Papi, te van a matar a vos, me van a matar a mí, nos van a matar, eso es lo que me dijeron si los denunciábamos.” López padre repite ante Página/12 las palabras que dice su hijo cada vez que despierta y cruzan algunas palabras. “Yo hablo con la prensa porque creo que es la única forma de evitar que a mi hijo le pase algo, una vez que salga del hospital”, afirma López como aferrado a una tabla de salvación.
Marcelo López dice que es inconcebible lo que pasó la noche del miércoles 20 en la comisaría 1ª. “No hay límites para la imaginación. En una mente sana no puede entrar lo que les hicieron a los chicos.” Marcelo López se refiere a las torturas y al incendio que provocó la muerte de tres menores y la internación de otros seis, cuatro en estado grave, uno de ellos su propio hijo. “Cuando él llegó a la comisaría de Quilmes los nueve chicos que estaban con él en la misma celda se quejaban y gritaban porque los habían golpeado.” Frente a la protesta, los policías de Quilmes –13 de ellos fueron relevados de sus funciones– “entraron de nuevo y los volvieron a golpear, incluyendo a mi hijo, al que le pegaron con palos en la cabeza y en la espalda”.
Al hijo de López lo habían detenido en Berazategui, donde vive la familia. “Desde hace un tiempo los perseguían, a él y a sus amigos, pidiéndoles los documentos de identidad y se los llevaron presos porque no los llevaban encima. Después, a mi hijo y a otro chico los acusaron de robarle 8,50 pesos y un handy a un remisero.” López descree de la veracidad de la denuncia policial: “Al otro chico ya lo dejaron en libertad y a mi hijo lo mandaron de Berazategui a Quilmes porque el juez de la causa no tuvo tiempo de tomarle la declaración. ¿Cómo lo pudieron enviar a una seccional que tenía la historia de la comisaría 1ª?”, donde en años anteriores ocurrieron casos de apremios ilegales contra menores. El que decidió el traslado fue el juez de menores Elbio Ramos.
López, a partir del diálogo con su hijo, dice tener dudas sobre quién le prendió fuego al colchón dentro de la celda de la comisaría 1ª. “Pudieron ser los mismos chicos, para llamar la atención, pero también pudo ser la misma policía, para después tratar de justificar los golpes que les habían dado, antes y después del incendio.” Esta segunda alternativa, según López, se basa en el hecho de que su hijo le contó que “les pegaron mucho, antes del incendio y después, cuando los sacaron de la celda; mi hijo me aseguró que les pegaron incluso a los chicos que estaban quemados”.
Una vez que los retiraron de la celda, según el relato del chico que sigue en terapia intensiva y que fue transmitido a este diario por su padre, “primero los tiraron a todos boca abajo, dentro de la comisaría, y los golpearon con los palos en la espalda, y después les siguieron pegando cuando iban en el patrullero, rumbo al hospital”. López padre sostuvo que a su hijo lo amenazaron: “Mejor que no hablés porque te vamos a matar, fue lo que le dijeron”. López también tiene dudas acerca de si los policías llamaron de inmediato a los bomberos, una vez que comenzó el incendio.
“Los bomberos de Quilmes me dijeron que ellos llegaron en cuatro minutos al lugar del incendio, después del llamado, y que ya no había fuego. Ellos creen que era posible apagar el colchón en 50 minutos. Es posible que les hayan avisado tarde y que por eso la situación haya sido más grave. Es un punto importante para investigar”. El hijo de López tiene quemaduras externas en una oreja, en la nariz y en las manos, pero también sufrió “lesiones internas en el sistema respiratorio y en los pulmones, por el intenso calor, y por ese motivo sigue internado en terapia intensiva”. Otro de los problemas fue la asfixia que le provocó el humo y que podría haberle causado daños neurológicos: “Ahora está mejor, está fuera de peligro, pero anoche sufrió una convulsión y hay que hacerle estudios para determinar si tiene alguna complicación”.
“Es muy difícil para nosotros manejar la situación, porque cada vez que se despierta comienza a temblar, llora y nos cuenta todo lo que pasó. El vio morir a los otros chicos, vio que estaban quemados. Lo marcaron para siempre”, asegura López. “Le arruinaron la vida desde que lo detuvieron, porque él no tiene antecedentes y en pocos días lo convirtieron en un delincuente. ¿Quién se hace responsable de todo lo que pasó? Yo tengo que darle tranquilidad y apoyo, pero cada vez que me cuenta todo de nuevo, me hierve la sangre.” Para López, la historia negra comienza desde las primeras detenciones, en Berazategui, por averiguación de antecedentes.
“Los policías los apuntaban con Itakas, los llevaban presos y parece que nadie tiene en cuenta que en el país hubo un caso como el de Miguel Bru, cuyo cuerpo nunca apareció, y que la Argentina es firmante de las convenciones contra la tortura o la que establece los derechos del niño. ¿Cómo se para esto, si la policía sigue siendo la misma de siempre?” El viernes por la noche, el ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, se reunió con los padres de los chicos que estaban en la comisaría 1ª de Quilmes y les pidió perdón “en nombre del Estado”. En ese encuentro, López le expresó al ministro su preocupación por los chicos que están vivos y que “podrían sufrir represalias”. En el incendio murieron los menores Diego Maldonado, Elías Jiménez y Miguel Figueroa.