SOCIEDAD
Cardenales que proponen discutir sobre el celibato
Los cardenales de EE.UU. analizarán con el Papa la crisis por los abusos sexuales en la Iglesia. Algunos quieren que se autorice un debate sobre el celibato.
Por Lola Galán
Desde Roma
Un relevante grupo de cardenales norteamericanos quiere pedir al Papa, en el encuentro que mantendrán hoy y mañana, que autorice un diálogo abierto sobre el celibato y plantearle otras polémicas cuestiones, como la ordenación de mujeres sacerdotes. La jerarquía estadounidense reclamará además al Pontífice que se adopten criterios claros sobre la conducta a seguir con los curas pederastas. Estas son las posiciones de los cardenales norteamericanos, que empezaron a llegar ayer a Roma, para discutir las salidas a los escándalos de abusos sexuales protagonizados por decenas de sacerdotes en EE.UU.
El cardenal J. Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, aseguró que en los encuentros de mañana y del miércoles se abordarán cuestiones muy polémicas como el celibato, la conveniencia o no de establecer controles que eviten el acceso de los gays al sacerdocio y la posibilidad de la ordenación de mujeres sacerdotes. Favorable a un encuentro abierto que vaya al fondo de estos problemas, es también el cardenal de Los Angeles, Roger Mahoney. Sin embargo, el debate parece estar limitado antes de empezar: ayer, cuando las versiones lo daban por hecho, el presidente de la Conferencia Episcopal de EE.UU., Wilton Daniel Gregory, salió a decir públicamente que no estaba previsto hablar del celibato.
La posición abierta de los norteamericanos en este delicado tema había provocado desconcierto en sectores vaticanos, habituados a mantener las discusiones en un nivel de máxima reserva. La doctrina del celibato ha sido defendida además con especial entusiasmo por Juan Pablo II que aún el sábado, en una audiencia a obispos nigerianos, declaró que el celibato debe ser “un regalo completo al Señor y a la Iglesia” y que su importancia debe ser “atentamente salvaguardada”.
El Papa quiere devolver “la serenidad y la seguridad a las familias y fe al clero y a los fieles” de una Iglesia conmocionada por un escándalo que ha adquirido dimensiones sin precedentes. Así lo precisaba el comunicado de hace una semana, con el que la Santa Sede convocada a los cardenales de Estados Unidos a Roma. Pero está por verse que el Vaticano afronte en este marco de emergencia temas que forman parte de una compleja, y no precisamente reciente, agenda de discusiones pendientes.
En las reuniones de hoy y mañana participarán los trece purpurados estadounidenses, ocho de los cuales están al frente de las distintas diócesis del país, tres están jubilados y los dos restantes ocupan cargos en la Curia (gobierno) vaticana. Juan Pablo II estará acompañado por el titular del dicasterio para el Clero, cardenal Dario Castrillón Hoyos, el cardenal Joseph Ratzinger, guardián de la ortodoxia dogmática, a quien el Papa encargó hace meses centralizar las decisiones sobre escándalos sexuales del clero, y el cardenal Giovanni Batista Re, prefecto de la Congregación de los Obispos. Por la parte norteamericana asistirá además la cúpula de los obispos de ese país, que ha propiciado este encuentro.
El portavoz de la Conferencia Episcopal norteamericana, monseñor Francis Maniscalco, dijo ayer que la jerarquía católica de su país necesita la guía del Papa, ‘para saber qué medidas tomar’ y ‘si los sacerdotes acusados de pederastia pueden seguir en su ministerio o debe aplicarse la norma de que una falta es suficiente para suspenderlos’.
La crisis abierta en la Iglesia de EE.UU. —donde desde enero pasado ha habido 450 denuncias de abusos sexuales con menores que han provocado la expulsión de 62 sacerdotes de 17 diócesis— se refiere en buena medida a episodios de hace algunas décadas. Según declaró hace una semana el presidente de la Conferencia Episcopal norteamericana, Wilton Daniel Gregory, parte del problema lo han causado las diócesis que decidieron mantener en el ministerio, cambiándolos de parroquia, a sacerdotesacusados de abusos: “Cuando se tomó esta decisión se hizo después de que los implicados hubieran recibido un tratamiento médico y la correspondiente alta en la que se señalaba que no representaban ningún problema para nadie”, explicó.
El País, especial para Página/12