SOCIEDAD
Los humos que pusieron en pie de guerra a una asamblea de vecinos
En el barrio porteño de Villa Mitre reclaman por las emanaciones de dos empresas. Dicen que ocasionan problemas de salud.
Los vecinos de Villa Mitre –un barrio ubicado en el corazón porteño, entre Flores y Paternal– dicen que su salud está amenazada por dos empresas que arrojan gases presuntamente contaminantes. Además de soportar olores nauseabundos, varios padecen enfermedades respiratorias y cutáneas y relacionan esto con las emanaciones al aire de ambas firmas. El reclamo tuvo origen en los ruidos molestos del proceso de producción y el deterioro de sus viviendas por el uso de ácidos. A esto se le suma que ambas firmas están ubicadas en zonas residenciales. La situación se agudizó de tal manera que los vecinos se sumaron a la asamblea barrial para discutir acciones conjuntas. Hicieron reclamos a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad y al Ejecutivo porteño, y ahora esperan los resultados del análisis de muestras tomadas en el lugar por la Dirección de Control de Calidad Ambiental de la Ciudad.
Una de las empresas denunciadas es Galvanoplastia Nicrodur, ubicada en Caracas 1766. El local tiene la apariencia de una vivienda familiar, pero su tinglado ocupa los 50 metros de fondo del terreno. En esa cuadra, algunos hechos son sugerentes. Uno de ellos, al menos por ahora, entra en la categoría de lo casual: en los últimos cinco años, 12 personas contrajeron algún tipo de cáncer y cinco de ellas murieron. Otro dato: son frecuentes en la zona las manchas blancas de hongos y humedad en las paredes; pero las manchas de algunos muros lindantes a la galvanoplastia son rojas, azules, amarillas, verdes y turquesas; y los ladrillos se deshacen ante la más mínima presión.
La medianera trasera de Nicrodur linda con la casa de Graciela de Ramos. “Hace dos años, la empresa tiró esa medianera porque estaba destruida; la volvieron a levantar y ahora mirá cómo está”, dice la mujer, señalando unos extraños círculos verdes. Aunque no puede certificarlo, relaciona esas manchas y “el humo color azafrán” que emana de las chimeneas con sus frecuentes brotes de asma.
Página/12 intentó hablar con los titulares de Nicrodur, pero uno de sus empleados dijo que no estaban y que tampoco estarían. Los vecinos juntaron unas 800 firmas. Desde el CGP 11, Marta Prieto afirma que “se hizo un pedido a la Secretaría de Salud para que ordene exámenes toxicológicos a los vecinos”. También a la Fiscalía Contravencional y a la Dirección de Control de Calidad Ambiental.
Desde esta área se informó que la denuncia por ruidos molestos fue comprobada y que luego de esto se intimó a la empresa para que solucione el problema, y “en algunos casos se la multó”. En cuanto a los resultados de los estudios de las emisiones gaseosas, “se van a conocer dentro de los próximos 30 a 60 días”, indicó una vocera del organismo.
Pedro Crochi vive detrás de la galvanoplastia. A sus problemas crónicos de salud se le agregaron hace poco inconvenientes respiratorios. Su esposa también está desmejorada y hace unos meses la llevó a una clínica cercana. Pero el que quedó internado fue él: allí pudo percibir otros “ruidos de máquinas y los olores que entraban” a su habitación. Es que estuvo internado en una clínica vecina a la otra empresa denunciada por los vecinos, Color Pool SA, una tintorería industrial cuyas chimeneas están a la misma altura de las ventanas del centro asistencial.
La entrada a la tintorería está en Galicia 2041, pero tiene salida en otros dos frentes: uno sobre la calle Tres Arroyos y otro por Lamas. Según las denuncias de los vecinos, en los últimos años la empresa se amplió: habría comprado las propiedades a personas que reclamaban en su contra.
Cuando Eduardo Buchar cuenta el derrotero de sus denuncias sonríe, sobria e irónicamente. Al menos de esa forma hace tolerable los cambios que tuvo su hogar. El sábado pasado “la casa se inundó de un olor a podrido y a desinfectante terribles. Luego nos enteramos de que la empresa estaba limpiando los barros que produce, vaya a saber uno con qué productos, y tuve que llamar a la Brigada Especial de Bomberos”, contó.Sobre este suceso, el jefe de la Oficina de Gestión Urbana de la Defensoría del Pueblo, Alberto Michi, afirmó que “ya se enviaron actuaciones a los bomberos para que informen sobre esos hechos, a fin de determinar qué tipo de residuos arrojados produjeron esos barros”.
Un análisis de sonido hecho por un laboratorio privado llegó a medir 48 decibeles cuando el máximo tolerable es de 45. También se descubrió que la tintorería utiliza ácido acético, un material que, según la empresa que lo produce, no puede ser utilizado en caliente y es usado de esa manera.
“Los de la empresa dicen que no contaminan y que el reclamo es un complot en su contra. No quiero llegar a una instancia penal, pero cuando nos saturemos vamos a iniciar un juicio”, advierte Buchar, mientras señala la capa de minúsculas fibras textiles que, volando, cubrió la piscina de su casa.
Informe: Adrián Figueroa Díaz.