SOCIEDAD
La masacre en Alemania, un caso de precisión
El chico de 19 años que abrió fuego era un experto tirador con licencia para portar armas. Usó un complejo rifle de precisión norteamericano. Las víctimas fueron 17 y no 18.
“Si no logro ser el primero en lo bueno, por lo menos intentaré serlo en lo malo.” Esa habría sido la reflexión, previa a la matanza, que guió la mano del joven Robert Steinhaeuser, de 19 años, autor del asesinato a tiros de 16 personas en Erfurt, Alemania oriental, tras lo cual se suicidó, convirtiéndose en la víctima número 17, aunque al principio se había dicho erróneamente que eran 18 los muertos. La hipótesis fue planteada ayer por Wilfried Koehler, director de una clínica psiquiátrica de Frankfurt, en el segundo día de conmoción nacional por el asesinato múltiple. Fuentes oficiales revelaron ayer que todos los muertos, incluido el victimario, tenían un certero balazo en la cabeza. “Era un avezado tirador y disparó con precisión sobre sus víctimas”, confirmó Bernhard Vogel, primer ministro de Turingia, estado alemán en cuya jurisdicción se encuentra la ciudad de Erfurt.
“Steinhaeuser era miembro de una escuela de tiro y tenía licencia tanto para usar pistola como para el arma de gran calibre (un fusil americano cuyo costo ronda los 750 dólares) utilizada en la matanza”, explicó Vogel a los periodistas. Aunque oficialmente se ratificó ayer que el único que disparó fue el joven Steinhaeuser, los investigadores admitieron en forma extraoficial que no se descarta la participación de una segunda persona. Esto se basa en que algunos de los sobrevivientes aseguraron que eran dos las personas armadas que dispararon luego de recorrer distintas aulas del colegio público “Johann Gutenberg”.
Las autoridades, a pesar de esas especulaciones, insistieron en que está “totalmente” confirmado que Steinhaeuser actuó solo y que lo hizo por venganza, tras haber sido expulsado del colegio. Eso le cortó toda posibilidad de presentarse a su examen final. Fuentes de la escuela, que pidieron reserva, dijeron que el joven fue separado como alumno regular luego de ausentarse, sin justificación, al primer turno de exámenes. A eso se sumó que luego presentara certificados médicos falsificados.
La policía confirmó ayer que fue un docente el que le puso fin a la furia criminal de Steinhaeuser. El joven estaba vestido como en las películas de acción, con un traje negro adherido al cuerpo, guantes, gorra y antifaz del mismo color. El profesor, en un acto de coraje, interceptó al joven, le exigió que se sacara la máscara y que se identificara. “Soy Robert,” fue la inesperada respuesta del asesino múltiple. Como si hubiera perdido la fuerza que lo había llevado a cometer la sucesión de crímenes, Robert bajó la cabeza, se dirigió al aula contigua de donde lo interceptaron y se pegó un balazo en la cabeza.
Los muertos, según se confirmó ayer, fueron trece profesores, una alumna de 14 años, un muchacho de 15, un policía y el autor de los disparos, 17 en total y no 18 como se había dicho al principio. El psiquiatra Wilfried Doehler estimó que estas personas “se dicen a sí mismas ‘si no logro ser el primero en lo bueno, por lo menos intentaré serlo en lo malo’”. El especialista dijo que estas personas “viven con una gran tensión entre lo que se exigen a sí mismos y sus posibilidades reales” para destacarse del resto de las personas.
El psicoanalista forense Steffan Auer aseguró que este tipo de asesino suele actuar por venganza luego de haber sufrido humillaciones durante mucho tiempo. Esa venganza la concretan en el mismo lugar donde se produjo la afrenta. Para Steinhaeuser el lugar era obviamente el colegio del que había sido expulsado sin poder rendir el examen final. Esa era la prueba que estaban afrontando sus compañeros cuando él llegó con sus armas y desencadenó la matanza. Ayer, en el gimnasio de la escuela, los estudiantes que sobrevivieron levantaron altares, con velas y flores, para recordar a las víctimas.