SOCIEDAD › UN CARNICERO, ACUSADO DE MATAR A LA NENA DE LLAVALLOL

Preso por el crimen de Romina

Ramón Jacinto “Moncho” Mesa, carnicero de 29 años, fue detenido ayer como acusado por el crimen y mutilación de la niña Romina Soto, en Llavallol, en noviembre pasado. Mesa había sido empleado en la verdulería de los padres de Romina y en la actualidad depostaba reses en Monte Grande. El hombre fue reconocido por un testigo que lo vio cambiarse de ropas a pocas cuadras de la casa de los Soto. Los investigadores cerraron el círculo cuando descubrieron que era un especialista con el cuchillo.
El testigo, de identidad reservada, había declarado que a los pocos minutos de cometido el crimen vio a un hombre cambiarse de ropas a unas cuadras de la casa de la víctima y lo describió. Los rasgos fisonómicos descriptos coincidieron con los de un ex empleado de la verdulería de los padres de Romina, un chaqueño que fue localizado trabajando en la actualidad en un frigorífico en Monte Grande.
El dato que puso en guardia a los investigadores es que este hombre tenía habilidad con el cuchillo, ya que el cadáver de Romina presentaba prolijos cortes en tejidos y en articulaciones. Al cuerpo de la niña le habían seccionado la vagina y las primeras falanges de los dedos de sus manos, en lo que fue interpretado por los forenses como un intento del asesino para borrar rastros.
Sin embargo, los peritos lograron extraer restos de semen del cuerpo de la chiquita, lo que confirmó que la víctima había sido violada antes o después de su muerte. Ahora, esos restos seminales serán sometidos a análisis para comparar su ADN con el del detenido. La detención de Mesa se concretó ayer, en la calle Vicente López, entre Rojas y Mariano Acosta de Monte Grande, cuando el acusado se retiraba luego de trabajar en el frigorífico. Los policías comprobaron que el hombre presentaba lesiones en ambos brazos, compatibles con rasguños que la víctima pudo aplicarle en un intento de defenderse de la violación y posterior asesinato.
Romina Soto, de 11 años, era la hija menor de un matrimonio de inmigrantes bolivianos –Porfirio Soto y Petrona García–, que el 5 de noviembre pasado fue asesinada en un dormitorio de su casa ubicada en Rauch 912 de Llavallol, partido de Lomas de Zamora.
La familia y los investigadores siempre creyeron que el asesino era un experto del cuchillo y que podría pertenecer al entorno de la víctima, ya que como los accesos de la casa no fueron violentados, la nena le abrió la puerta a alguien que conocía. A más de un mes del asesinato, Petrona García le había pedido al presidente Néstor Kirchner que la ayudara para lograr el esclarecimiento del crimen y luego dejó una carta con el mismo pedido en la Casa de Gobierno.

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