SOCIEDAD › MATO A UNA JOVEN Y CONVIVIA CON EL CADAVER
De esos horrores no se habla
Un policía exonerado, condenado por homicidio pero en libertad condicional, mató a una chica embarazada. Ocurrió la misma semana en que se prefirió informar sobre menores homicidas.
Por Carlos Rodríguez
El crimen, de características siniestras, tuvo escasa difusión. Es que fue descubierto en una semana donde predominaron las muertes de policías a manos de jóvenes delincuentes, casos sobre los cuales se dio profusa información, acompañada por la inusual puesta en pantalla de las escuchas telefónicas, para resaltar los horrores cometidos por menores que asesinaron a sangre fría mientras gozaban de salidas transitorias y legales porque estaban presos por delitos similares. Pero pasó inadvertido el horror cometido por un hombre que asesinó en Temperley a una joven que estaba embarazada y que después, durante dos semanas, y mientras la familia de la víctima la buscaba con desesperación, se ocupó de tomar nota, en un cuaderno, de la forma en que se iba produciendo la descomposición del cuerpo de la chica, que tenía oculto en su casa. Esta vez, los “voceros policiales” omitieron precisar que el autor había sido un hombre exonerado de la Policía Federal que estaba en libertad condicional cuando también debía estar preso por otro crimen.
El nombre de Daniel Peña, el homicida en cuestión, no fue mencionado en ninguna de las crónicas de la prensa escrita, porque la Policía Bonaerense le puso sordina al dato. En el caso la víctima fue Paola Andrea Caruso, de 22 años, con cuya familia tuvo contacto Página/12. El padre de la chica, Enrique Caruso, es también un suboficial retirado de la Federal, condición que en otras circunstancias, de ser el asesino un menor, hubiera servido para potenciar el contenido de la información cuando llegara a los medios que apuntalan la política de la mano dura como solución.
El caso fue todavía más grave porque el que tuvo que hacer la investigación y finalmente el hallazgo del cuerpo, fue el propio padre de la chica, ya que la denuncia ante la Bonaerense sobre la desaparición de la joven, durante dos semanas, no había dado ningún resultado.
La desaparición de Paola Caruso fue denunciada en marzo, a comienzos de la Semana Santa. Sus padres sabían que estaba embarazada de dos meses y que su novio estaba dispuesto a asumir la paternidad. La denuncia se presentó ante la Comisaría 6ª de Lomas de Zamora, pero en dos semanas no hubo novedades. Los padres habían consultado en dos ocasiones al ex policía Peña, a pesar de que tenía antecedentes criminales: lo habían condenado a 11 años de prisión por un crimen por encargo y todos los meses debía presentarse ante el Patronato de Liberados, porque estaba en libertad condicional.
Peña se hizo el desentendido, ya que él había secuestrado a la chica y la tenía en su casa. Más aún, les pidió dinero a los padres, en las dos ocasiones, con la falsa promesa de averiguar algo sobre su paradero.
Después de la larga búsqueda, la hermana y el padre de Paola fueron dos veces a la casa de Peña, en Kant 80 del barrio San José, de Temperley, durante la mañana y la tarde del domingo 7 de abril. La primera vez, la hermana, al acercarse a la puerta, se dio cuenta que del interior salía un olor nauseabundo. A la tarde, el padre pudo dialogar con Peña, quien lo atendió en la vereda, luego de cerrar con llave la puerta de la vivienda. “Cómo, ¿todavía no apareció?”, fue la pregunta de Peña cuando Enrique Caruso le preguntó si tenía alguna novedad sobre el paradero de su hija. “¿Por casualidad mi hija no estará acá, en tu casa?”, lo interrogó Caruso, que tenía “un presentimiento feo”. La respuesta fue una negativa y en una actitud que tendrán que dilucidar los psiquiatras, Peña le dio al padre las llaves de la casa y se despidió: “Voy hasta enfrente y enseguida vuelvo”.
El padre entró y se encontró con el cuerpo de su hija, en avanzado estado de descomposición. La habían asesinado hacía dos semanasgolpeándola con un palo en la cabeza. Encontraron el palo y muestras del cabello de la chica adheridos a la madera. El cuerpo estaba en una habitación que no tenía camas ni muebles, como toda la casa. Encontraron un cuaderno que decía “Señor Juez” y que había sido escrito de puño y letra por Peña. Allí narraba que se había sentado junto al cadáver y que había pasado horas, días, semanas, contemplando cómo se iba produciendo su lenta descomposición. Se ignora el móvil del crimen. En el cuaderno apareció alguna frase en la que Peña dice que Paola estaba “poseída por el demonio” y que era necesario “liberarla”. Dos días después del hallazgo, Peña fue detenido por la policía.