SOCIEDAD › EL MERCADO DE APUESTAS FUNCIONA A TODA MAQUINA

Quién da más por el sucesor

Por O. G.
Desde Ciudad del Vaticano

Las apuestas sobre el futuro Papa crecen, sobre todo en Internet. Los bookmakers ingleses no han perdido la oportunidad, y mientras Juan Pablo II estaba todavía vivo, ya se había desencadenado la pasión de los apostadores de profesión. Hasta ayer el preferido era el cardenal Dionigi Tettamanzi, con una proporción de 1 a 4,9, seguido del hondureño Rodríguez Maradiaga (1 a 5,8), mientras en tercer lugar aparece el nigeriano Francis Arinze, con apuestas que llegan al 1 a 6. El argentino Jorge Bergoglio puede resultar un verdadero “batacazo”, ya que paga 1 a 27.
Crecen también las medidas de seguridad para evitar que las sagradas “filtraciones” influyan sobre el cónclave. Todos recuerdan el episodio ocurrido durante la elección de Juan Pablo I, cuando uno de los candidatos, el cardenal Siri, la noche antes de la elección del papa Luciani, dio una entrevista a un medio italiano contando qué cosas haría luego de que fuese electo al día siguiente. Otra preocupación que ha sido reflotada estos días tiene que ver con la previsible presencia de los servicios secretos de más una potencia, preocupados por participar e influir en la elección. En 1978, durante la elección de Karol Wojtyla, los servicios del Vaticano rastrearon la Capilla Sixtina en búsqueda de micrófonos ocultos. Con la tecnología moderna, este problema puede volverse esta vez más serio.
Con información de esta naturaleza en las manos los gobiernos de mayor influencia global podrían sentirse tentados de “vetar” un posible candidato fastidioso, como ocurrió también en 1903 cuando el emperador austro-húngaro Francisco José se las ingenió para hacer llegar al interno del Cónclave su veto al cardenal filofrancés Rampolla del Tindaro. Muchos electores se indignaron por la intromisión, pero Rampolla perdió con esa movida todas sus chances. En 1958, durante la elección de Juan XXIII y en 1963, cuando se eligió a Pablo VI, otra oportuna filtración de los servicios secretos italianos comandados por el general Giovanni De Lorenzo, hizo llegar un veto al cardenal armenio Pedro Agagianian alegando que su hermana Elisabetta Papikova mantenía contactos con funcionarios de la embajada soviética.
Quién sabe cuántos 007 se aprestan ahora a entrar en la historia intentando, una vez más, influir en la poderosa elección del próximo Papa católico. Quién sabe qué sorpresa dará esta vez la milenaria Iglesia de Roma cuando uno de sus cardenales se asome al balcón del Palacio Pontificio, dentro de pocos días, para anunciarle a la multitud reunida en Plaza San Pedro que, como no puede ser de otro modo, “Habemus Papam”.

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