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Jorge jugaba a las bolitas en su casa cuando escuchó el estruendo. Primero pensó que “el ruido venía de la Shell, porque siempre llegan ruidos raros de ahí”. Pero cuando levantó la cabeza, su vista se chocó con una enorme nube de polvo que se levantaba a una cuadra y media de su casa. Más precisamente, en una fábrica abandonada. Allí había al menos tres chicos juntando hierro para vender y llevar unas monedas a su hogar. En eso estaban ocupados cuando la losa sobre la que se paraban cedió. Uno de ellos murió como consecuencia del derrumbe, mientras los otros dos fueron rescatados con vida.
El hecho ocurrió en Dock Sud, cerca de la Villa Inflamable y del Polo Petroquímico, en el partido bonaerense de Avellaneda, poco después de las 16. Según contaron varios vecinos a este diario, los chicos habían ido a buscar hierros y ladrillos en el edificio de la calle Morse, entre Ocanto y Suárez. En ese lugar está el predio de lo que alguna vez fue la fábrica Dockoil. “Es común que los pibes del barrio vengan a jugar o a buscar hierros para ganarse un mango”, explicó una vecina. Los chicos habían subido al techo por las escaleras internas de la construcción.
Después de divisar el polvo desde su casa, Jorge corrió hasta la fábrica. En el camino se le sumaron tres adultos, dos hombres y una mujer. El chico de 12 años vio asomar parte de los cuerpos entre los escombros y se puso a removerlos con la ayuda de los mayores. “Vi la campera de uno, a otro pibe le vi el hombro, que le salía un hueso para afuera. En la pierna también se le veía el hueso. Uno gritaba, ‘¡mamá, ma!’”, contó, impresionado, a Página/12. “Sacamos una pila así de piedras”, relató, mostrando entre sus palmas un espacio de más de 30 centímetros.
La mamá de Jorge, Lorena Sandoval, llegó a la fábrica porque le dijeron que su hijo estaba descompuesto. Lo encontró temblando. “Es que le vi la cabeza aplastada al que se murió”, le confesó el nene.
Los primeros en llegar fueron los que rescataron el cadáver de Cuchito, como conocían en el barrio al chico de 14 años fallecido. Jorge contó que también sacaron con vida a “Tato, de 14, y a Pablo, de 13”. Según se informó, tenían politraumatismos y fracturas, pero estaban fuera de peligro, en el Hospital Fiorito de Avellaneda.
“Después llegó la Prefectura y nos corrieron a todos. Pero ellos no hacían nada. Además, el cuerpito del nene quedó acá, no se lo llevaban. Entonces la gente se puso mal y les tiraron piedras. Vino el hermano enloquecido, a la madre le tuvieron que dar un calmante”, detalló Lorena. Más tarde se sumaron a las tareas de rescate los bomberos y personal Defensa Civil. Los vecinos aseguraban que “por lo menos había dos chicos más” entre las piedras. El dato era repetido por fuentes policiales, que lo escucharon de boca de los heridos, aunque al cierre de esta edición no se había confirmado oficialmente.
Los habitantes del lugar estaban indignados: “La otra vez se desmoronó una pared y no pasó nada porque eran las dos de la madrugada”, aseguró una abuela. Otra mujer contó que los chicos del lugar “muchas veces van a buscar panales de abejas, y esto es un peligro. Hace dos meses un nene se cayó de una de las construcciones mientras buscaba niditos y se quebró el brazo”, recordó.
El director de Defensa Civil de Avellaneda, Juan Santos, aseguró que “momentos antes del derrumbe la Prefectura había corrido a unos 30 chicos que estaban jugando y juntando hierros”. Anoche, los vecinos miraban las tareas de remoción desde una de las construcciones del predio, también en estado de abandono. Ante ese cuadro, un hombre señaló: “En cualquier momento va a ocurrir algo parecido”.

Informe: Daniela Bordón.