SOCIEDAD › DEL ALAMO GIMENEZ DIRIGIO LA EMERGENCIA DEL 11 DE MARZO EN MADRID
Cómo enfrentar una gran catástrofe
Sostiene que todas las órdenes las debe dar un mando único. Señaló los errores tras los atentados a las Torres Gemelas.
Rápidas, precisas y sin vacilaciones son las palabras de Alfonso del Alamo Giménez, como si su trabajo de director general de Emergencias de Madrid lo hubiera forjado en la disciplina de valorar cada segundo. Desde su función, estuvo a cargo de dar respuesta inmediata ante lo que bien llama “un escenario único en la historia de las emergencias mundiales”: los atentados de Atocha, el 11 de marzo de 2004. Según su criterio, la capacidad de responder a esa emergencia –y a cualquier otra– fue mérito de la existencia de un “mando único” de todos los organismos involucrados en la emergencia: la policía, los bomberos, los servicios de salud, incluso el transporte público y la morgue; todos ellos, bajo su dirección, que depende de las autoridades municipales. Por falta de ese mando único, en cambio –sostiene–, los bomberos neoyorquinos, en el atentado a las Torres Gemelas, ingresaron en un edificio que, ya se sabía, estaba por derrumbarse. Del Alamo Giménez visitó la Argentina, donde participó en el Congreso de Emergencias que se efectuó en Rosario y se reunió con la subsecretaria de Emergencias de la Ciudad de Buenos Aires, Lía María, en la perspectiva de establecer acuerdos de cooperación. Precisamente, desde la semana pasada, la Justicia porteña investiga si el Centro Operativo de Emergencias se reunió durante el incendio de Cromañón.
“Desde hace varias décadas, los españoles venimos padeciendo ataques terroristas: tenemos experiencia en catástrofes –advirtió el jefe de Emergencias madrileño–. Pero los atentados de Atocha conformaron un escenario único en la historia mundial de las emergencias: fueron cuatro catástrofes, no una, a lo largo de siete kilómetros.” Además, “tuvimos que trabajar bajo lo que llamamos una situación inestable, donde la seguridad no está garantizada para los propios trabajadores sanitarios: podía haber explosivos sin detonar, y efectivamente aparecieron tres artefactos que no habían llegado a explotar. Es una situación parecida a la que sigue a un terremoto, donde los que rescatan víctimas entre ruinas pueden ser víctimas a su vez, si hay réplicas del sismo que desequilibren los escombros”.
Entonces, lo primero era sacar a las víctimas del lugar de riesgo: “La primera responsabilidad, siempre, es a quién rescatamos primero, pero en Atocha esto era muy sencillo: de entre los restos de los trenes, había que sacar a los vivos y dejar a los muertos”. Lo más difícil venía después: “Los vivos eran llevados a un puesto médico avanzado donde los profesionales disponían de 30 segundos para diagnosticar, en cada paciente, si su vida estaba comprometida e iniciar maniobras para estabilizarlo”. Los que no lograban estabilizarse de inmediato tenían prioridad para el traslado.
Según Del Alamo Giménez, “para poder dar respuesta a una catástrofe como la de Atocha fue fundamental contar con la integración bajo mando único de todos los que intervinieron: los bomberos, la policía municipal, la policía de tráfico y también la Empresa Municipal de Transportes: ese día destinamos 14 autobuses para transportar a los hospitales a los familiares de los heridos; y, como los servicios funerarios están bajo el mismo mando, se dispuso que todos los furgones disponibles acudieran para llevar cadáveres a la morgue y se pudo acordar inmediatamente con los familiares adónde querían que fueran llevados para ser enterrados, una vez reconocidos”.
El emergentólogo puntualizó que “esta capacidad de control unificado no existe en ningún otro sitio de Europa” y que, en cambio, “la ‘coordinación’ entre distintos organismos no es suficiente y no da resultado: siempre termina viéndose como imposición, como pérdida de protagonismo y responsabilidad, y se pierde un tiempo precioso para la toma de decisiones”. El ejemplo “más impactante” de esto “se dio en Nueva York, en los atentados del 11 de septiembre de 2001: hubo un momento en que la policía, que había entrado en la torre 1, comunicó por radio que el derrumbe era inminente. Pero su sistema de radio no era compatible con el de los bomberos, que habían entrado en la torre 2 y que, por eso,permanecieron allí hasta que se les vino encima. Distinto hubiera sido si hubiesen tenido un mismo sistema de comunicación bajo un mando único”.
¿Cómo pudo suceder en Estados Unidos, que se supondría de primer nivel en emergentología? “Es que las rigideces corporativas son las mismas en cualquier parte del mundo –contestó Del Alamo Giménez–: cada organización quiere conservar su propia forma de trabajo y de comunicación. Aun algo tan simple como pasar a un número de teléfono único para emergencias no es fácil de aceptar; las distintas organizaciones se resisten a perder sus números propios, como si significaran algo.” Y puntualizó: “El número único para emergencias debe ser un concepto nacional o incluso supranacional, como el 112, que funciona en toda la Unión Europea. En un país como la Argentina, es absurdo que el viajero que llega de otra provincia o de otro país, deba aprender una serie de números distintos para cada emergencia.”
En su paso por Buenos Aires, no tardó en advertir la repercusión en las emergencias del hecho de que la ciudad carezca del manejo de sus fuerzas policiales. “El mando único, en nuestra experiencia, corresponde a la autoridad local: la administración más próxima al ciudadano, y elegida por éste, debe ser responsable de atender emergencias que no sólo consisten en accidentes, sino en el hombre que tuvo un infarto en la calle, el chico que se cayó de una hamaca en el parque, pero también las víctimas de la violencia callejera; y el control de los edificios por los bomberos. Y para asumir esa responsabilidad debe tener los recursos necesarios.”
Actualmente, el equipo dirigido por Del Alamo Giménez continúa sacando conclusiones de lo sucedido el 11 de marzo del año pasado. “¿Qué hubiera pasado si esas bombas hubieran tenido también contaminantes químicos o biológicos? Porque si una bomba incluye contaminantes biológicos, cuando retiramos a los heridos estamos propagando también la contaminación -observó–: actualmente trabajamos para contar con herramientas que, llegado el caso, nos permitan detectar factores de contaminación biológica.”